Dos formas de producir acero y su impacto ambiental
Existen dos formas principales de producir acero. La primera, la más tradicional y contaminante, es a partir de mineral de hierro, proceso que requiere la extracción de roca y su fundición en altos hornos con la ayuda de carbón. "Este método es altamente contaminante y su huella de carbono es considerable", explica Helios Ocaña, especialista en aceros avanzados.
La segunda forma es a través de hornos de arco eléctrico, que funcionan con electricidad y emplean chatarra reciclada. "La ventaja de estos hornos es que pueden utilizar energía renovable, lo que permitiría alcanzar una producción neutra en carbono", agrega.
México ya ha avanzado en esta transición: cerca del 90% del acero que se produce en el país proviene de hornos de arco eléctrico, los cuáles requieren de chatarra para funcionar, pero en el país el insumo es escaso.
"México es deficitario de chatarra. Generamos muy poca y necesitamos importar grandes cantidades, sobre todo de Estados Unidos", comenta Ocaña. "Ese país genera mucha chatarra debido a su alto consumo de productos de acero, mientras que en México tenemos una cultura de retener objetos por más tiempo", agrega el experto.
Esta diferencia hace que la industria mexicana dependa en gran medida del comercio transfronterizo. Cualquier modificación en las condiciones de importación impacta directamente en los costos y la disponibilidad de esta materia prima.
Existen diferentes tipos de chatarra que se utilizan en la producción de acero. Por un lado, está la chatarra limpia, que proviene de residuos industriales como sobrantes de láminas de acero en procesos de manufactura.
Este tipo de material es altamente valorado porque requiere menos procesamiento. Sin embargo, la mayor parte de la chatarra utilizada en México proviene de productos desechados como automóviles y electrodomésticos, lo que significa que debe someterse a un proceso de limpieza y refinación antes de su reutilización.