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El despliegue masivo de satélites amenaza con contaminar el planeta por décadas

Las constelaciones de satélites desatan preocupaciones debido a la generación de chatarra espacial y residuos metálicos que pueden alterar la atmósfera terrestre.
vie 11 julio 2025 05:55 AM
satelites y residuos
Los astrónomos han denunciado cómo las franjas brillantes de satélites Starlink interfieren con las observaciones científicas del cielo nocturno.

La promesa de llevar internet a cada rincón del planeta a través de miles de satélites en órbita baja suena como un avance tecnológico sin precedentes.

Sin embargo, detrás de esta innovación se esconde una preocupación ambiental creciente: las llamadas constelaciones de satélites, encabezadas por Starlink, el proyecto de SpaceX para brindar internet de alta velocidad a nivel global, que son una fuente potencial de contaminación que afectará a la Tierra y al espacio por décadas.

Según datos de la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC) de Estados Unidos, desde su lanzamiento en 2019, Starlink ha lanzado ya más de 6,000 satélites y planea alcanzar los 42,000. Aunque el beneficio tecnológico es innegable, científicos y organismos internacionales han levantado la voz sobre los riesgos ambientales, astronómicos y hasta sociales de esta estrategia.

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Esta cantidad multiplica varias veces la cifra de satélites que tradicionalmente orbitaban el planeta. El problema es que muchos de estos dispositivos tienen una vida útil limitada de entre cinco y siete años y al final de su ciclo operativo se desintegran en la atmósfera o se convierten en chatarra espacial.

Un primer efecto es la contaminación visual, que también representa una preocupación. Los astrónomos han denunciado cómo las franjas brillantes de satélites Starlink interfieren con las observaciones científicas del cielo nocturno.

“Cada vez es más difícil obtener imágenes limpias del universo. Las constelaciones satelitales están bloqueando literalmente nuestra visión del cosmos”, advirtió en una conferencia Samantha Lawler, astrónoma de la Universidad de Regina en Canadá.

Pero los efectos negativos van más allá, un estudio del Center for Astrophysics | Harvard & Smithsonian, publicado en Geophysical Research Letters, advierte que la quema de satélites al reingresar a la atmósfera libera metales como aluminio, que podrían alterar la química de las capas superiores de la atmósfera, afectar la formación de nubes e incidir en el equilibrio del ozono, con impactos potenciales en el clima.

Además, el aumento de objetos orbitando la Tierra incrementa el riesgo de colisiones. Según la NASA, ya hay más de 25,000 fragmentos de chatarra espacial mayores de 10 cm en órbita, sin contar millones de piezas más pequeñas pero peligrosas.

La NASA explica que cuando dos satélites chocan, se generan miles de escombros que pueden impactar otras naves en una reacción en cadena conocida como síndrome de Kessler. Este fenómeno podría dejar regiones del espacio inutilizables durante décadas, lo que afectaría misiones científicas, satélites de navegación, predicción meteorológica y comunicaciones globales.

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Las consecuencias también pueden sentirse en tierra. Por ejemplo, si se dañan satélites meteorológicos, se compromete la detección temprana de desastres naturales como huracanes o incendios forestales.

En regiones rurales o aisladas, donde la conectividad satelital es la única vía de acceso a servicios digitales, cualquier interrupción puede significar quedarse sin educación, atención médica o sistemas de emergencia.

Pese a estos riesgos, el marco regulatorio internacional sigue siendo débil. La Oficina de Asuntos del Espacio Ultraterrestre de la ONU (UNOOSA) reconoce que, aunque existen principios sobre el uso pacífico y sostenible del espacio, no hay mecanismos jurídicos vinculantes para limitar el número de satélites ni para garantizar su disposición responsable al final de su vida útil.

A pesar de las advertencias, el despliegue continúa. Empresas como Amazon, con su proyecto Kuiper, y OneWeb planean lanzar miles más, intensificando la carrera por ocupar el espacio.

El riesgo no es menor: estamos ante la posible transformación del espacio cercano a la Tierra en un vertedero de alta tecnología, cuyos efectos podrían sentirse en el medio ambiente terrestre por generaciones. Si no se toman medidas, la era del internet satelital podría dejar una huella mucho más pesada que su promesa de conectividad.

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industria aeroespacial Contaminación ambiental

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