Un mito bíblico que interpreta la razón detrás de la diversidad de idiomas que existen en el mundo es la Torre de Babel, una edificación que buscaba acercar a los hombres al cielo y que desafió a Dios, que como represalia le asignó a cada uno de los hombres una lengua diferente haciendo imposible la comunicación entre ellos. Hoy en día, existen lingüistas y traductores que nos ayudan a comunicarnos entre diferentes idiomas. Pero ¿Qué pasaría si todos habláramos un idioma diferente y no existieran estas personas? Seguramente se complicaría ejecutar las tareas más simples y probablemente tendríamos que comunicarnos a través del lenguaje no verbal (gestos y lenguaje corporal), como lo hacen los animales.
Las calificadoras y sus distintos idiomas en temas ASG
Aunque la historia de la Torre de Babel queda en un relato bíblico, es una realidad para las calificadoras en temas ambientales, sociales y de gobierno corporativo (ASG), pues con múltiples calificadoras que utilizan diferentes metodologías, interpretaciones y escalas de calificación, los inversionistas pueden sentir que están tratando con una "Torre de Babel" al comparar calificaciones. Una confusión puede ser particularmente desalentadora cuando se trata del complejo tema de las calificaciones ASG.
Un claro ejemplo es el de Apple, que tiene una calificación de 16.7 con la calificadora Sustainalytics, pero de BBB con MSCI. Si la calificación correcta fuera la de MSCI, entonces su equivalente para Sustainalytics sería entre 20 y 30, pero este no es así. Si tenemos que tomar una decisión que implica millones de dólares de por medio, ¿A cuál de las dos le creemos? Esta es una pregunta que se hacen los analistas todos los días mientras buscan intentar mejorar los retornos de los portafolios.
¿Por qué varían las calificaciones entre las propias calificadoras?
Con un objetivo en común, las calificadoras (MSCI, S&P, Sustainalytics, CDP, ISS y Bloomberg) deberían tener una puntuación si no idéntica, muy similar, pero este no es el caso. Todas las calificadoras tienen una correlación positiva baja. Entre las calificadoras vistas, S&P y Sustainalytics tienen la segunda mayor correlación (64.5%) después de Bloomberg con S&P (74.4%). Sin embargo, deberían tener al menos un 90% para ser considerada fuerte.
El origen de esto puede ser explicado desde la base de datos usada. Primero, al no tener toda la data completa, existen situaciones donde las calificadoras deben inferir algunos datos. Segundo, la estandarización de información (porcentajes, absolutos o fracciones) es un proceso complejo y no es visto por igual. Y por último, la construcción de los modelos son distintos, ya que algunas calificadoras podrán tomar información de tres o cinco años atrás. Por lo tanto, el proceso se vuelve un tanto subjetivo.
¿Las calificadoras deben hablar un mismo idioma?
Para combatir este problema, existe un impulso global para homogeneizar las metodologías ASG utilizadas por las agencias de calificación, que tiene como objetivo facilitar a los inversionistas la comparación de empresas en un campo de juego más equitativo y proporcionar una base para comparaciones más significativas. Sin este estándar, los inversionistas corren el riesgo de ser confundidos por las mismas empresas, que por ejemplo, pueden poner un énfasis en ciertos aspectos de su calificación ASG a coste de otros, con el fin de manipular su puntaje general.
Más que una homologación, Eduardo Piquero, director de MexiCO2, una plataforma que busca desarrollar el mercado ambiental, señaló que hay una necesidad de una regulación. “Naturalmente estas reglas deberían converger, así como sucedió con los estándares básicos de reporte (financiero), las calificadoras están siguiendo un poco esta evolución, aunque van un poco atrás. Hoy en día el reporte ASG es voluntario, y eso debe cambiar. El inversionista toma decisiones todo el tiempo y esta información es un riesgo no financiero. No todos tienen que reportar igual, pero todos deberían reportar, ya que vas viendo como avanzas año con año”, dijo Piquero.
Recientemente, después de más de tres años de esfuerzo, el subsecretario de la SHCP, Gabriel Yorio, presentó la Taxonomía Sostenible de México durante la Convención Bancaria que se llevó a cabo en marzo de este año. Según la SHCP, este es un “sistema de clasificación con criterios e indicadores que permite clasificar diversas actividades económicas de acuerdo con su contribución a la mitigación y adaptación al cambio climático”.
Este es uno de los pasos más grandes hacia el camino a una regulación que se ha dado en México en los últimos años. “Aunque, necesitamos que las empresas se pongan a trabajar en reportes, no sólo las 10 empresas más grandes, todas se necesitan. No tenemos mucho tiempo por el cambio climático”, advirtió Piquero.
A diferencia de los idiomas en los que rápidamente podemos identificar que se está hablando otra lengua, en el mundo de las calificadoras no siempre es tan fácil detectar que se está hablando en otro idioma, pero con un esfuerzo concertado hacia la estandarización, un lenguaje común de medición ASG puede convertirse en realidad, así los puntajes ASG serán más fáciles de entender y para tomar una decisión de inversión informada.