A medida que las empresas enfrentan crecientes exigencias en materia ambiental, social y de gobernanza (ESG, por sus siglas en inglés), las llamadas “carreras verdes” se abren paso como una opción profesional cada vez más valorada. Ya no se trata únicamente de biólogos o ingenieros ambientales, si no de perfiles multidisciplinarios capaces de integrar la sostenibilidad a estrategias corporativas.
Las universidades tienen el reto de formar profesionales para la economía verde

¿Qué son las carreras y empleos verdes?
El concepto ha evolucionado con los años. A finales del siglo pasado, se asociaba a disciplinas como biología o ciencias de la Tierra, pero, como explica Juan Manuel Núñez, coordinador de la Licenciatura en Sustentabilidad Ambiental en la Universidad Iberoamericana, la pandemia de COVID-19 marcó un punto de inflexión en estas profesiones.
“Nos dimos cuenta que la sustentabilidad no podía seguir viéndose solo desde lo ambiental, sino que tenía implicaciones sociales, económicas, éticas. Eso demandaba perfiles mucho más integrales”, señala el especialista.
Hoy, las carreras verdes se definen como aquellas que contribuyen a mitigar el impacto ambiental, promover la equidad social y fortalecer la gobernanza en las organizaciones. Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), se trata de empleos que “contribuyen a preservar o restaurar el medio ambiente” tanto en sectores tradicionales como emergentes, desde la agricultura hasta la economía circular.
Este crecimiento responde tanto a la presión regulatoria como a una transformación del mercado. “Las empresas necesitan talento que les ayude a cumplir con normativas, generar reportes de sostenibilidad, alinear sus estrategias a los criterios ESG”, explica Antonio Vizcaya, consultor y académico de la UNAM.
Además, hay una motivación generacional detrás. “Muchos jóvenes sienten frustración al ver la magnitud de los problemas ambientales, pero también una convicción fuerte de hacer algo. Esa (eco)ansiedad se traduce en interés por carreras ligadas al cambio”, comenta Núñez.
Habilidades y perfiles más valorados
Aunque no existe una única carrera verde, sí hay un patrón en las habilidades más demandadas. Se valoran perfiles transversales, capaces de traducir los desafíos ambientales en estrategias operativas.
“No necesitas al mejor biólogo, sino a alguien que pueda hablar con el financiero, con recursos humanos y con los ingenieros”, subraya Núñez.
El Dr. Jürgen Mahlknecht, líder del núcleo de investigación en Clima y Sostenibilidad del Tecnológico de Monterrey, coincide en que los perfiles más buscados son los híbridos. “Una persona que sepa de ingeniería, pero también de negocios y gestión ambiental; o alguien que domine el análisis de datos y que entienda de sostenibilidad. Esas combinaciones son las más buscadas”, asegura.
Más allá del dominio técnico, se valoran competencias blandas como el pensamiento crítico, la visión sistémica, la capacidad de trabajar en equipo y una ética sólida. “Los futuros líderes deben comprender la complejidad de los problemas y tener herramientas éticas para afrontarlos. No se trata solo de saber calcular una huella de carbono, sino de entender cómo comunicar y aplicar ese conocimiento con impacto social”, agrega Mahlknecht.
Entre las habilidades técnicas más demandadas están:
- Gestión de riesgos climáticos
- Conocimiento en finanzas sostenibles
- Manejo de bases de datos ambientales
- Conocimiento de inteligencia artificial aplicada a sostenibilidad
- Normativa y compliance en temas ESG
Por eso, dice Bernardo Sainz, director adjunto del Centro de Investigación en Responsabilidad Social del IPADE, los programas de liderazgo deben integrar no solo formación técnica, sino también ética y estratégica.
Estas nuevas demandas exigen una transformación profunda en la academia. El Dr. Mahlknecht explica que el auge de los criterios ESG ha cambiado no solo el tipo de perfiles que se buscan en el mercado laboral, sino también la manera en que se diseñan los planes de estudio.
“Estamos observando una tendencia mundial hacia las carreras verdes, donde se busca un liderazgo sostenible. La sostenibilidad ya no es un área aislada, sino un eje estratégico en empresas y gobiernos”, afirma Mahlknecht.
La brecha entre oferta y demanda
A pesar del auge, existe una desconexión entre la velocidad del cambio en el mercado y la capacidad de respuesta de las universidades.
“En México todavía hay un desfase. Las universidades públicas, por su tamaño y procesos burocráticos, tardan años en actualizar sus programas”, admite Núñez.
Algunas instituciones optan por incorporar materias de sustentabilidad como parte del tronco común. “Incluso carreras como Derecho o Filosofía incluyen ya seminarios de sostenibilidad o justicia climática”, indica Sainz. Sin embargo, esto no siempre basta.
Vizcaya apunta que los diplomados, cursos cortos y microcertificaciones se han convertido en herramientas clave para actualizarse.
“Una persona que estudió economía o comunicación puede complementar su perfil con especializaciones en reportes ESG, economía circular o gestión de datos ambientales”, dice Vizcaya.
La plataforma Coursera, por ejemplo, ofrece cursos en línea sobre sostenibilidad del MIT, Columbia y universidades latinoamericanas. “Muchos recursos son gratuitos y pueden ser una puerta de entrada al tema para quienes no saben por dónde comenzar”, añade Sainz.
Sectores con mayor demanda
Según estimaciones de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la transición hacia una economía más verde podría generar hasta 24 millones de empleos en todo el mundo para 2030. En cuanto a los sectores con mayor crecimiento, los expertos señalan áreas como energía, alimentación, finanzas, manufactura y gestión del agua.
“Hay grandes oportunidades en ingeniería industrial, sector energético, procesamiento de alimentos y finanzas verdes”, detalla Mahlknecht.
“La transición energética va a necesitar muchos perfiles especializados en tecnologías limpias, eficiencia energética, movilidad eléctrica”, indica Núñez. Pero también crecerá la demanda en servicios: “Todavía no vemos ESG muy integrado en sectores como el turismo o la hospitalidad, pero ahí hay un gran potencial”.
El sector financiero es otro caso interesante. “Los bancos ya están creando áreas robustas de sustentabilidad, aunque con distintos niveles de madurez. Se necesitan analistas que comprendan el impacto de las inversiones y puedan evaluar riesgos ambientales y sociales”, dice Nuñez.
Pero sea cual sea el enfoque, este deberá ser integral, pues ya no se trata solo de cumplir con la regulación, sino de integrar la sostenibilidad en el corazón de la estrategia empresarial. “Si no está en la cultura y en la estrategia, es solo marketing y las personas ya se dan cuenta cuando algo es greenwashing”, asegura Sainz.