Pago por servicios
El acuerdo de Kunming-Montreal, alcanzado en la conferencia anterior de Naciones Unidas sobre biodiversidad, la COP15, les dio un nuevo impulso. El acuerdo estableció una serie de objetivos para 2030 con el fin de detener la destrucción de la naturaleza.
Uno de los objetivos es restaurar "el 30% de los ecosistemas terrestres y acuáticos degradados" del planeta y otro consiste en aumentar a 200,000 millones de dólares anuales el gasto mundial en biodiversidad, con 30,000 millones provenientes de ayudas de los países ricos.
Para lograrlo, el texto anima a los Estados a "promover el pago por servicios ecosistémicos, los bonos verdes, los créditos y compensaciones de biodiversidad", temas que estarán sobre la mesa en la COP16, donde se esperan 12,000 participantes a partir del 21 de octubre.
El Comité Internacional Asesor sobre Créditos de Biodiversidad (IAPB), liderado por Francia y el Reino Unido, presentará en Cali una "hoja de ruta global", no para crear un mercado internacional, tal vez inalcanzable, sino experimentos nacionales en países pioneros como Colombia y Australia, con normas exigentes comparables.
La Alianza para los Créditos de Biodiversidad (BCA), respaldada por la ONU, y el Foro Económico Mundial (WEF) también prevén hacer anuncios.
La competencia es mundial: en septiembre, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, hizo un llamado para crear un mercado de "créditos naturales" que "recompense a aquellos que cuidan los ecosistemas", como los agricultores comprometidos con una gestión sostenible.
El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, lleva un año promoviendo la creación de un Fondo Internacional de Preservación de Bosques Tropicales (TFFF), que pagaría a 80 Estados por cada hectárea de bosque preservada o restaurada.
Sin embargo, los defensores del medioambiente ven estas iniciativas con cautela, ya que temen la aparición de "créditos fantasmas", sin impacto real o cuyo dinero no beneficiaría a las comunidades indígenas.