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Líderes globales acuerdan nuevas metas y financiamiento climático rumbo a la COP30

Aunque se anunciaron avances en financiamiento y transición energética, persisten dudas sobre la implementación efectiva y la brecha entre promesas y resultados.
lun 29 septiembre 2025 03:00 PM
ONU y Climate Summit
Bajo el lema Power On el evento buscó acentuar la urgencia de pasar de la retórica a la ejecución, en un momento en que las advertencias científicas sobre el cambio climático se intensifican y los plazos se estrechan. (OlyaSolodenko/Getty Images)

La Semana del Clima de Nueva York 2025, desarrollada del 21 al 28 de septiembre en paralelo con la Asamblea General de la ONU, dejó sobre la mesa una serie de compromisos, propuestas y apuestas estratégicas que pretenden dar impulso a la acción climática global en el umbral de la COP30 en Brasil.

Bajo el lema Power On el evento buscó acentuar la urgencia de pasar de la retórica a la ejecución, en un momento en que las advertencias científicas sobre el cambio climático se intensifican y los plazos se estrechan.

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Durante la apertura oficial, el secretario ejecutivo de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), Simon Stiell, instó a que esta nueva era de actuación climática vincule más estrechamente los compromisos con la economía real, para “acelerar la implementación y extender los beneficios” a todas las sociedades. Se resaltó que aunque la inversión en energías limpias alcanzó dos billones de dólares el año pasado, y ha crecido diez veces en la última década, esos beneficios siguen siendo desiguales entre países y regiones.

Uno de los resultados más visibilizados fue la presentación de nuevas Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC) por Reino Unido, Japón y Australia, en un esfuerzo colectivo para elevar la ambición global.

En Europa se concretó una “declaración de intenciones” dirigida a fijar una reducción de emisiones entre 66.3% y 72.5% para 2035, en espera de que los estados miembros cierren un pacto climático definitivo antes de la cumbre global en Brasil. Aunque el documento no equivale a una NDC formal, representa un gesto diplomático con vistas a fortalecer la credibilidad europea. La ministra española Teresa Ribera manifestó que el acuerdo final podría definirse en las semanas siguientes, buscando armonizar competitividad y descarbonización.

Una de las propuesta que más ruido hizo fue la de elevar la dimensión legal de los compromisos climáticos. Durante el evento se realizó una campaña diplomática para consensuar una resolución de la Asamblea General que convierta la opinión consultiva del Tribunal Internacional de Justicia (TIJ), la cual establece que no actuar frente al cambio climático puede constituir una violación del derecho internacional, en un mandato reconocible por el sistema multilateral.

Vanuatu, país insular promotor de la opinión del TIJ, lideró el impulso para que esta visión se integre formalmente en la arquitectura de gobernanza climática global. De prosperar, esa resolución podría servir de base para mecanismos de rendición de cuentas y litigios climáticos con respaldo internacional.

Otro eje de las discusiones fue la consolidación de los componentes del Acuerdo de París: al cabo de diez años desde su adopción, se enfatizó que el enfoque ya no puede recaer solo en actualizar metas, sino en hacer el trabajo de implementación concreta. Stiell subrayó que ya coexisten los marcos técnicos y normativos fundamentales del acuerdo, y que lo que falta es su aplicación operativa a escala.

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Además, expertos y actores de distintos sectores reclamaron que la transición no debe quedar en los países avanzados, y que el financiamiento climático, la transferencia tecnológica y la participación en cadenas de valor limpias deben extenderse con urgencia a los países en desarrollo.

En materia de financiación verde, se insistió en cerrar la brecha de recursos hacia adaptación, resiliencia y pérdidas y daños. Se señalaron debilidades persistentes en la movilización de capital público y privado hacia los países más vulnerables y se llamó a elevar la eficiencia y transparencia en los mecanismos financieros existentes, con vistas a evitar duplicidades o filtraciones que debiliten el impacto de los recursos movilizados.

En general, el llamado colectivo fue para que los compromisos anunciados se traduzcan en políticas nacionales, inversiones tangibles e incentivos regulatorios concretos. Ese mandato recayó con particular peso sobre las grandes economías emisoras que aún no han alineado plenamente sus estrategias con la ambición necesaria a 2035.

Los acuerdos, declaraciones y apuestas lanzadas en la Semana del Clima en Nueva York trazan el mapa de lo que podría ser una transición climática más sólida en los próximos meses. La cuenta regresiva hacia la COP30 ya comenzó, y su relevancia dependerá de cuántos de esos compromisos sean operativos y no meramente retóricos.

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Organización de las Naciones Unidas Medio ambiente

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