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El riesgo climático acelera el cambio en las empresas

Las condiciones climáticas más extremas, que están afectando las operaciones de las compañías, las están obligando a acelerar la adopción de criterios ESG.
vie 23 agosto 2024 11:31 AM
Persona ejectutiva analizando factores ambientales, sociales y de gobernanza.
Los desastres naturales pueden disminuir las ventas o incrementar los costos de las empresas.

Más que por convicción propia, los efectos del cambio climático están obligando a las empresas a cambiar su estrategia hacia una con enfoque ambiental, social y de gobernanza (ESG por sus siglas en inglés) y a sumar dentro de su lista de riesgos financieros al cambio climático. Uno de los casos más recientes fue el de Pemex, la segunda empresa más importante del país, de acuerdo con el ranking de ‘Las 500 empresas más importantes de México’, de Expansión. En un reporte, Pemex señala que las amenazas climáticas pueden deteriorar su viabilidad financiera, su reputación y la seguridad de sus operaciones, es por ello que este riesgo ya es considerado uno de los 10 a los que les dará mayor prioridad.

Considerar los riesgos climáticos en su estrategia financiera no es algo exclusivo de las grandes compañías. El aumento de la temperatura del planeta ha desencadenado una serie de eventos climáticos extremos, mismos que afectan las operaciones de las empresas y desata la urgencia de implementar estrategias para mitigar estos riesgos.

“Históricamente hubo falta de respeto o reconocimiento de los riesgos climáticos y la relación entre el sector privado y la naturaleza. Hemos visto a la naturaleza como una fuente de recursos para nuestra economía y teníamos la mentalidad de que eran ilimitados. Y ahora nos estamos dando cuenta que no es así, que los recursos naturales se pueden sobreexplotar, lo cual puede perjudicar el crecimiento y hasta la existencia de las empresas”, señala Boyd Cohen, profesor del departamento de Estrategia y Liderazgo del EGADE Business School, es por ello que las compañías ya están viendo la necesidad de tratar el tema como un elemento de riesgo grave en su negocio.

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Un desastre natural puede disminuir las ventas o incrementar los costos de las empresas para llegar a sus clientes. “Y si es un riesgo que no tienes identificado y no tienes un plan de mitigación, pues a lo mejor también terminas incrementando el precio de tu producto y ahí cambia ya la preferencia del consumidor”, explica Luisa Adame, directora de Sustainable Impact de HR Ratings, quien dice que otro ejemplo de la vulnerabilidad de las empresas al cambio climático está relacionado con la dependencia de algún recurso natural, lo que puede generar problemas en la producción.

No todas las empresas se encuentran en la misma posición, para Gema Sacristán, socia líder de Cambio Climático y Sostenibilidad en Deloitte Spanish Latin America, estas se pueden clasificar en cinco diferentes: las que no les interesa “porque en realidad no hay ninguna regulación ni nada que les motive” y que las acciones que realizan están más enfocadas hacia la filantropía. Hay otras, a las que llama “las seguidoras”, que son esas empresas que hacen cosas, pero que hacen lo mínimo que pide la regulación o que pide su matriz, “porque todavía hay mucho de sostenibilidad en América Latina y en otros países que está viniendo porque la matriz está en países que van más avanzados, como en Europa”.

Luego están las empresas maduras, que son aquellas que están empezando a ver que por un lado tienen que mitigar riesgos, pero por otro lado hay una gran oportunidad de negocio, “y ahí ya empiezan a hacer más cosas”; después están las líderes, aquellas que cumplen y se manejan bajo los mayores estándares en temas ESG y por último, las innovadoras, aquellas compañías que son punta de lanza en la agenda social o verde.

Si bien, cada empresa está en distintas etapas, cada vez son más las que buscan ser más sostenibles y no solo por los propios riesgos derivados de los efectos del cambio climático, como tormentas, inundaciones, sequías e incendios, sino también porque se enfrentan a un mayor entorno regulatorio.

Al haber firmado el acuerdo de París, el gobierno tiene que implementar regulaciones para lograr su objetivo, porque “al final este es un problema global, y probablemente se comience a tener presión por parte de los gobiernos para mitigar el cambio climático, que es disminuir prácticamente los gases de efecto invernadero que todos emitimos. Esto conlleva que se implementen nuevas estrategias como impuestos al carbono”, explica Adame.

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El cambio y la adopción de estratégias ESG también tiene que ver con la demanda, “tanto de inversionistas como de consumidores”, dice Sacristán, y es que según Cohen, 20% de la población está dispuesta a pagar un poco más por un producto que sea ecológico, “pero no ha sido suficiente motivo para muchas empresas de actuar en este área, lo que sí está poniendo más presión son otros stakeholders que tienen mayor impacto directo en la rentabilidad del negocio, como los accionistas” y la propia cadena de valor. En México, “hay muchas empresas que son proveedores de firmas europeas o norteamericanas donde tienen requisitos mucho más exigentes, entonces sí o sí tienen que actuar o no van a tener ese mercado”, advierte el académico.

Por ello, si una empresa quiere tener un crecimiento constante y seguir operando en el futuro “tiene que considerar una estrategia de cómo va a estar el mundo en 10 años y si su operación actual se va a poder adaptar a ese mundo. Si no, comenzar a ver qué cambios tiene que ir haciendo poco a poco para que pueda operar”, comenta Adame.

Sobrevivir no es el único beneficio de tener una estrategia ESG, existen otras ventajas, por ejemplo la atracción y retención de talento. De acuerdo con Boyd Cohen, las nuevas generaciones buscan trabajar en empresas que sean responsables y que tengan buenas políticas ESG.

Las empresas con estrategias ESG también tienen la ventaja de acceder a nuevas fuentes de financiamiento, como las líneas verdes o los bonos etiquetados, además de llegar a nuevos tipos de inversionistas. Y también supone una ventaja competitiva frente a otras empresas. “Creo que hay empresas que lo están viendo por convicción, otras lo están viendo como algo mucho más reactivo, pero se empieza a ver que hay que hacer algo, para bien o para mal, porque aunque no hagas nada, te va a afectar, con lo cual, mejor que se tome un rol más activo y que las empresas vean todo esto como una oportunidad”, comenta Sacristán.

Al final del día, la mayoría de las empresas, sin importar si lo hacen por convicción o no están implementando los criterios ESG en su estrategia de negocio, pero no es algo sencillo, no basta con tener la intención y entre los principales retos se encuentran la barrera de capacitación de las personas ejecutivas y la falta de colaboración entre las mismas empresas, señala Cohen.

La colaboración y la profesionalización de los perfiles son esenciales para crear una estrategia de sostenibilidad concisa y realmente comprometida, para lograrlo lo primero que se tiene que realizar es un estudio de materialidad o de doble materialidad, “que básicamente analiza qué factores sociales medioambientales y de gobernanza influyen en tu negocio”, explica Sacristán, después se debe hacer una estrategia de sostenibilidad “aunque sea pequeña pero una estrategia con objetivos fiables y medibles. Es muy importante mostrar cierta ambición pero ser realista e ir contando cómo vas avanzando. La sostenibilidad no es un sprint, hay que correr muchos kilómetros, es un maratón, entonces hay que ir acompañando a las empresas en toda esa transformación”, dice la experta de Deloitte.

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