La UNCTAD explica que uno de los grandes problemas es la alta tasa de devoluciones, sobre todo en categorías como moda y electrónicos, donde una proporción significativa de productos regresa a los almacenes. Este proceso duplica recorridos, incrementa el consumo de materiales y, en algunos casos, deriva en la destrucción de mercancía que no puede reincorporarse a la cadena de venta.
Además, advierte que este modelo también conlleva problemas: cuando el reacondicionamiento de un producto devuelto resulta costoso, muchas empresas optan por destruirlo. Esta práctica genera entre cinco y 20 veces más emisiones de gases de efecto invernadero que su reutilización. Además, las tasas de devolución en el comercio electrónico son más altas, con alrededor de 30%, que en las tiendas físicas, que es el 9%, lo que provoca ciclos adicionales de transporte y, en muchos casos, un alarmante desperdicio.
Aunque el comercio electrónico ha ampliado el acceso a bienes y dinamizado la economía digital, especialistas de Clean Mobility Collective (CMC) y de Stand.earth Research Group (SRG) advierten que el consumo impulsivo de regalos refuerza un modelo intensivo en emisiones. Frente a este escenario, sugieren alternativas como consolidar envíos, elegir productos locales o digitales y preferir plataformas que transparenten su huella ambiental.
Empresas como Amazon, Mercado Libre, UPS, FedEx, DHL y Estafeta optan por cambiar sus vehículos de motor de combustible a eléctricos para aminorar su impacto, además de eficientar sus rutas para mejorar tiempos de entrega y de emisiones durante su operación.
Según reportes de sostenibilidad de Amazon y Mercado Libre, sus estrategias a nivel mundial han priorizado energías renovables en sus centros logísticos y el uso de rutas de entrega más eficientes, con el objetivo de disminuir las emisiones por paquete entregado. En paralelo, promueve iniciativas de economía circular, como la reutilización de empaques y la gestión responsable de devoluciones.
En el sector de mensajería y paquetería, UPS y FedEx han apostado por la modernización de sus flotas con vehículos eléctricos y de combustibles alternativos, así como por el uso de tecnologías de análisis de datos para optimizar rutas y reducir kilómetros recorridos. DHL, por su parte, mantiene su meta de cero emisiones netas mediante inversiones en aviación sostenible, electrificación del transporte urbano y edificios con mayor eficiencia energética.