El Informe de Riesgos Globales 2025, publicado por el Foro Económico Mundial, identifica los riesgos ambientales como los desafíos centrales para la estabilidad global en la próxima década. Fenómenos como eventos climáticos extremos, pérdida de biodiversidad y contaminación lideran las preocupaciones a largo plazo, consolidándose como amenazas que impactan de manera transversal los sistemas sociales, económicos y naturales.
Riesgos ambientales, prioridades estratégicas en la agenda global
Estos riesgos no son nuevos, pero su intensificación y magnitud los han convertido en amenazas estructurales que demandan soluciones urgentes. Además, su interconexión con otros problemas globales, como las desigualdades sociales y las tensiones geopolíticas, complica aún más su gestión, subrayando la necesidad de enfoques integrados que combinen mitigación, adaptación y cooperación.
Importancia estratégica de los riesgos ambientales
El informe destaca que el 62% de los expertos anticipan un panorama inestable en los próximos 10 años, impulsado en gran medida por el deterioro ambiental. Los eventos climáticos extremos, clasificados como el riesgo más relevante a largo plazo, son emblemáticos de esta tendencia. Su creciente frecuencia e intensidad están vinculadas al aumento de las temperaturas globales y a la alteración de sistemas naturales críticos.
La pérdida de biodiversidad y el colapso de ecosistemas, que ocupan el segundo lugar entre los riesgos globales, reflejan un deterioro que afecta directamente a sectores clave como la agricultura y el turismo. Por otro lado, la contaminación, un problema persistente, amplifica los impactos negativos al comprometer la salud pública y los sistemas económicos.
Este contexto obliga a empresas y gobiernos a replantear sus estrategias, priorizando la sostenibilidad como un eje central para garantizar su resiliencia y competitividad en un entorno cada vez más complejo.
Eventos climáticos extremos: riesgos y costos asociados
Desde 2014, los eventos climáticos extremos han mantenido una posición destacada en las clasificaciones de riesgos globales. Inundaciones, olas de calor y tormentas encabezan las preocupaciones debido a sus efectos directos en comunidades, infraestructuras y economías.
Los costos económicos asociados a estos fenómenos han aumentado un 77% en las últimas cinco décadas. Estas cifras reflejan no solo daños materiales, sino también interrupciones en cadenas de suministro, pérdidas de productividad y desplazamientos masivos. Este impacto es especialmente severo en regiones vulnerables, donde las capacidades de respuesta son limitadas.
Ante estos riesgos, las empresas enfrentan la necesidad de desarrollar infraestructura resiliente y fortalecer sus sistemas de gestión de riesgos climáticos. Estas inversiones, aunque significativas, son fundamentales para garantizar la continuidad operativa y proteger los activos estratégicos.
Biodiversidad y contaminación
La pérdida de biodiversidad, clasificada como uno de los riesgos más críticos, destaca por su capacidad para desestabilizar sistemas económicos esenciales. Ecosistemas degradados comprometen la seguridad alimentaria, la disponibilidad de agua y la estabilidad climática, creando un efecto dominó que afecta sectores productivos clave.
Además, la contaminación, aunque menos visible en los rankings globales, tiene un impacto acumulativo significativo. La degradación del aire, el agua y los suelos afecta tanto a la salud pública como a la capacidad productiva de las economías, exacerbando desigualdades y limitando oportunidades de desarrollo.
Estos riesgos están interconectados y se potencian mutuamente, lo que exige un enfoque integral para gestionarlos. La transición hacia modelos de negocio sostenibles y la adopción de tecnologías limpias son esenciales para mitigar estos impactos y garantizar la sostenibilidad de las operaciones empresariales.
Acciones inmediatas y recomendaciones
El informe subraya la necesidad de una respuesta inmediata y estructurada para abordar los riesgos ambientales en la próxima década. Las siguientes acciones son clave para mitigar impactos y fortalecer la resiliencia:
- Desarrollar infraestructura climáticamente resiliente: Garantizar que los sistemas críticos, como energía, transporte y agua, puedan soportar eventos climáticos extremos.
- Adoptar modelos de negocio circulares: Implementar modelos de negocio que reduzcan el desperdicio, optimicen el uso de recursos y minimicen las emisiones de carbono.
- Fortalecer cadenas de suministro sostenibles: Diversificar fuentes, reducir la dependencia de materiales críticos y mejorar la trazabilidad para gestionar riesgos climáticos y geopolíticos.
- Movilizar financiamiento hacia tecnologías limpias: Priorizar inversiones en energías renovables, soluciones basadas en la naturaleza y tecnologías de captura de carbono.
- Integrar métricas ESG en la estrategia empresarial: Medir, monitorear y reportar avances en sostenibilidad para garantizar la transparencia y atraer capital responsable.
El Informe de Riesgos Globales 2025 destaca que la próxima década será crucial para enfrentar los riesgos ambientales que amenazan la estabilidad global. Estos riesgos, encabezados por fenómenos climáticos extremos, pérdida de biodiversidad y contaminación, no solo desafían los sistemas naturales, sino también la resiliencia económica y social. En este contexto, las empresas deben asumir un papel de liderazgo estratégico, reconociendo que la sostenibilidad ha dejado de ser una opción diferenciadora para convertirse en un componente esencial de su continuidad operativa y competitividad.
Las decisiones adoptadas en el presente serán determinantes para establecer la capacidad de las organizaciones de operar y prosperar en un entorno cada vez más caracterizado por la incertidumbre, la complejidad y la transformación acelerada. Invertir en resiliencia estructural, integrar criterios de sostenibilidad en las estrategias corporativas y adoptar tecnologías innovadoras no solo mitigará riesgos, sino que permitirá a las empresas posicionarse como actores clave en la transición hacia economías bajas en carbono.
Para que esta transición sea efectiva, la acción inmediata debe estar acompañada de una colaboración multisectorial sólida. La próxima década representa una ventana de oportunidad limitada para transformar los modelos de negocio, implementar soluciones innovadoras y establecer alianzas que garanticen que este periodo sea recordado como un momento de cambio estructural positivo y no como un punto de inflexión irreversible.
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Nota del editor: Antonio Vizcaya Abdo, consultor en distintas organizaciones y profesor en la Universidad Nacional Autónoma de México enfocado en Sostenibilidad Corporativa. Reconocido por LinkedIn como Top Voice en Sostenibilidad. Síguelo en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.
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