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Minería urbana, ¿una luz de sustentabilidad para la industria?

En lugar de seguir extrayendo recursos del subsuelo, podemos recuperar lo que ya tenemos en nuestros residuos, buscando nuevas formas de aprovechar lo que antes era desechado.
jue 13 marzo 2025 06:00 AM
Minería urbana, ¿una luz de sustentabilidad para la industria?
En países como México, la cultura del reciclaje tecnológico es casi inexistente. No hay infraestructura suficiente, la regulación es difusa y la gente no sabe dónde dirigirse para desechar sus viejos dispositivos, apunta Zulma Herrera.

Vivimos en un mundo que parece no aprender la lección. La crisis climática y la escasez de recursos nos gritan en la cara, pero seguimos actuando como si el planeta fuera eterno e indestructible, o como si tuviéramos uno de repuesto. En medio de este panorama, la minería urbana suena como la solución ideal: en lugar de seguir explotando la tierra, podríamos recuperar los minerales de nuestros propios residuos tecnológicos, como pantallas, smartphones, tablets, smartwatches, consolas, cámaras digitales y bocinas, entre otros. No sólo suena lógico, incluso parece ser la solución que faltaba. Pero, ¿es realmente viable, o solo estamos depositando nuestra esperanza en una idea utópica que es imposible de aplicar?

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Primero, hay que entender por qué la minería tradicional sigue siendo la industria predominante a pesar de los desafíos que plantea en términos de impacto ambiental y social. Esto sucede porque es una actividad económicamente viable, con un modelo de trabajo basado en la extracción, fabricación y disposición de recursos, un ciclo que se ha mantenido durante generaciones.

Sin embargo, hoy enfrentamos la necesidad de replantear, ya que su sostenibilidad se ve cada vez más cuestionada. Tomando en cuenta lo anterior, la minería urbana ofrece una alternativa interesante: en lugar de seguir extrayendo recursos del subsuelo, podemos recuperar lo que ya tenemos en nuestros residuos, buscando nuevas formas de aprovechar lo que antes era desechado.

Sobre el papel, la idea es brillante. Imaginen poder recuperar esos desechos tecnológicos para extraer de ellos los materiales necesarios. En lugar de seguir extrayendo recursos de los ecosistemas, le estaríamos haciendo un favor al planeta. Pero una cosa es la teoría y otra la realidad.

La minería urbana enfrenta desafíos enormes. Recolectar y procesar estos residuos es un verdadero dolor de cabeza. En países como México, la cultura del reciclaje tecnológico es casi inexistente. No hay infraestructura suficiente, la regulación es difusa y la gente no sabe dónde dirigirse para desechar sus viejos dispositivos. Además, mucho del reciclaje de residuos electrónicos sucede en países con regulaciones laxas, donde las personas tienen malas condiciones de trabajo, sin protección y con exposición constante a sustancias tóxicas. No se trata solo de cambiar de minería, sino de no repetir las mismas prácticas en otro lado.

A nivel económico, extraer minerales de la basura electrónica sigue siendo caro y complicado. Las grandes mineras tienen economías de escala que les permiten operar con costos bajos. La minería urbana, en cambio, es un proceso tecnológicamente desafiante y poco rentable. No es casualidad que haya muy pocas empresas realmente exitosas operando en este sector.

Sin embargo, por todo lo anterior ¿debemos descartar la minería urbana? No. Aunque no es una solución milagrosa, podría ser una vía sostenible para generar riqueza económica y avanzar hacia una economía circular. Esta práctica podría contribuir a la creación de empleo y fomentar una gestión más responsable de los recursos. No obstante, este camino no está exento de retos: la falta de infraestructura especializada, normativa clara y educación sobre reciclaje son obstáculos que debemos abordar con urgencia.

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Para que funcione, hay que rediseñar los dispositivos electrónicos y desarrollar tecnologías de reciclaje más eficientes. Los países desarrollados deben dejar de mandar su basura tecnológica a otras regiones, y países como México deben fortalecer sus leyes para evitar convertirse en basureros digitales. Sin una política pública clara, la minería urbana podría convertirse en solo otro negocio donde unos pocos ganan y los más vulnerables pagan el precio.

Finalmente, este tipo de minería debe convertirse en una fuente de empleo digno. No se trata de reemplazar una explotación con otra. Si este modelo va a despegar, debe garantizar sueldos justos, seguridad laboral y condiciones dignas para los trabajadores del sector.

Así es, la minería urbana no es la salvación, pero tampoco es una utopía inalcanzable. Puede ser parte de la solución, pero solo si dejamos de romantizar y comenzamos a tomar decisiones reales. La pregunta sigue en el aire: ¿seguiremos destruyendo la tierra o aprenderemos a aprovechar lo que ya tenemos? El tiempo para decidir se agota.

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Nota del editor: Zulma Herrera es CEO de Mynotauro Co. Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente a la autora.

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