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Greenwashing vs. greenhushing, el nuevo dilema de las marcas

Las empresas enfrentan una disyuntiva a la hora de comunicar su trabajo en temas de sostenibilidad: arriesgarse a caer en la exageración o guardar silencio para evitar críticas.
jue 15 mayo 2025 05:55 AM
greenwashing vs greenhushing
La sostenibilidad se convirtió en una prioridad para marcas y consumidores. Pero también en un terreno minado. La presión por demostrar avances ambientales o sociales ha detonado una doble amenaza: greenwashing y greenhushing.

La sostenibilidad se convirtió en una prioridad para marcas y consumidores. Pero también en un terreno minado. La presión por demostrar avances ambientales o sociales ha detonado una doble amenaza: caer en el greenwashing, prácticas de marketing que exageran o falsean el compromiso ambiental, o en el greenhushing, cuando las empresas optan por el silencio para evitar ser cuestionadas.

Una investigación de RepRisk reveló que entre septiembre de 2018 y el mismo mes de 2023, aproximadamente, el 25% de los incidentes de riesgo relacionados con el clima a nivel mundial estuvieron vinculados al greenwashing. Además, 31% de ellas estuvieron también relacionadas con prácticas de social washing (prometer inclusión sin transformaciones reales).

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Harvard Business Review, por su parte, documentó que este tipo de prácticas puede afectar directamente la reputación y la satisfacción del cliente: las empresas expuestas pierden hasta 1.34 % de confianza en su índice de lealtad.

“Hay marcas que están haciendo avances significativos, pero no los comunican porque sienten que no es suficiente o no quieren ser juzgadas. Pero si no lo comunicas, no existe. Lo que se necesita es comunicar con evidencia, con trazabilidad y sin inflar resultados”, explica Carolina Rubiano-Groot, Chief Strategy Officer de VML México y experta en sostenibilidad corporativa de la Universidad del Medio Ambiente.

Para Carla Echenique, Strategic Sustainability Leader de la consultora en sostenibilidad, Agencia Verde, el silencio también tiene consecuencias. “El consumidor informado deja de confiar si no encuentra información clara. La ausencia de narrativa deja espacio a la sospecha”.

En la Encuesta Global de Inversionistas 2024 de PwC se revela que para 71% de los inversionistas es clave que las empresas incorporen los criterios de sostenibilidad directamente en su estrategia corporativa. A la vez, el 81% de los consumidores en el mundo exige acciones medioambientales a las organizaciones, según datos de Nielsen. En este contexto, el verdadero reto está en saber comunicar.

Los riesgos de comunicar sin sentido

El fenómeno ha evolucionado. Ya no se trata solo de pintar de verde un discurso corporativo. Hoy, el greenwashing se extiende a dimensiones como el social washing, el diversity washing (mostrar diversidad sin políticas de equidad) o el purpose washing (anunciar un propósito que no permea en la operación).

“La sostenibilidad dejó de ser un diferencial; ahora es una expectativa básica. Y con eso, la presión por comunicar algo ‘positivo’ ha generado narrativas poco rigurosas que pueden ser contraproducentes”, advierte Carolina Rubiano-Groot..

Aunque muchas compañías recurren al greenwashing de forma inconsciente, existen patrones reconocibles. David González Natal, socio y director general en LLYC para la Región Norte, ha identificado tres prácticas comunes en América Latina:

“Lo que más vemos es esa ambigüedad que suena bien pero no significa nada (eco, verde, sustentable) y la famosa compensación simbólica, donde una empresa construye todo su discurso alrededor de la sostenibilidad… sin cambiar un solo proceso estructural”. La tercera, agrega, es el trade-off oculto: presentar un beneficio, como empaques reciclables, mientras se omite un impacto negativo mayor, como el uso intensivo de agua.

Para Carla Echenique, el problema de fondo está en la desconexión interna. Muchas empresas no tienen alineados sus equipos. Mientras en marketing hablan de propósito, el área operativa sigue sin medir su huella de carbono. “El greenwashing no siempre tiene que ver con malicia; a veces es producto de la ignorancia”, explica.

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En este sentido, sugiere tres mecanismos para detectar posibles prácticas engañosas: exigir certificaciones independientes, buscar evidencia cuantificable y desconfiar de afirmaciones genéricas. “La sostenibilidad no se comunica con slogans, sino con datos”, dice.

¿Cuándo se debe comunicar?

Carolina Rubiano-Groot sostiene que la comunicación en sostenibilidad debe seguir un principio ético: “Si no puedes probarlo, no lo digas”. Para ella, el proceso ideal comienza con un diagnóstico integral del impacto de la empresa, seguido por una estrategia con metas concretas, indicadores trazables y validación de terceros.

González Natal coincide: “En pocas palabras, si la narrativa sostenible no cambia o refleja la manera de operar, no es estrategia, es maquillaje (...) La narrativa debe ser coherente con el desempeño real de la empresa, eso significa evitar promesas exageradas y enfocarse en contar lo que realmente se ha transformado y lo que aún falta por hacer. La transparencia activa es lo que hoy construye confianza”:

Además, agrega, la sostenibilidad no se comunica desde la perfección, sino desde la coherencia, y esa coherencia se construye paso a paso. “El marketing no debe liderar estos procesos, debe acompañarlos y amplificarlos, pero la clave está en el core del negocio”.

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