Sin embargo, medir las emisiones de gases de efecto invernadero presenta varios retos para las empresas, como son la falta de datos precisos, la complejidad de los alcances de medición, especialmente las emisiones indirectas (alcance tres), la falta de estandarización, y la necesidad de recursos y expertise.
Manufacture 2030, Greenly y NetCarbon, conocidos por desarrollar software de medición de carbono, coinciden que la mejor forma de iniciar a medir las emisiones es determinar qué actividades, procesos o fuentes dentro de la organización o proyecto generan gases de efecto invernadero. Esto puede incluir emisiones directas (como la combustión de combustibles) e indirectas (como la electricidad consumida) en toda la cadena de valor.
Además, estas empresas de software mencionan que en el proceso de medición se deben utilizar métricas estándar para cada una de las actividades industriales en el mundo, unas de las más conocidas, dicen, son las del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) o el Protocolo de Gases de Efecto Invernadero (GHG Protocol).
Luisa Santiago, directora ejecutiva para América Latina en la Fundación Ellen MacArthur, explica que medir y atribuir las emisiones de gases de efecto invernadero es clave impulsar el cambio necesario a escala mundial para alcanzar el objetivo de cero emisiones netas y hacer frente al cambio climático.
Santiago menciona que es importante que las empresas también sepan que no todas las reducciones de emisiones son iguales. Por ello, destaca que los protocolos de clasificación que existen sobre las fuentes de emisión pueden identificar más fácil los tres alcances que ocurren dentro de la cadena de valor.
“Mientras que los primeros dos alcances son obligatorios en los inventarios de emisiones, el alcance tres es opcional, pero este puede representar la mayor parte de la huella de carbono de una empresa”, agrega.