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El uso de bioplásticos crecerá 20% por la adopción en sectores productivos

El mercado mundial de bioplásticos crece gracias a la aceptación en sectores como empaques, agricultura, textiles y automotriz, de acuerdo con la firma Grand View Research.
mar 13 mayo 2025 05:55 AM
plásticos sustentables
El mercado de los bioplásticos, impulsado por la presión regulatoria y las nuevas exigencias de los consumidores, ha crecido de forma notable.

Promocionados como la alternativa al plástico convencional, los bioplásticos se han abierto paso en empaques, utensilios y productos de consumo diario. Su origen vegetal y su promesa de biodegradación parecen ofrecer una salida al problema de la contaminación plástica.

El mercado de los bioplásticos, impulsado por la presión regulatoria y las nuevas exigencias de los consumidores, va en aumento. Para 2032, la firma de investigación de mercado Fortune Business Insights prevé que alcance un tamaño de 56,990 millones de dólares, un aumento de casi 4 veces frente a su valor de mercado actual.

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Sin embargo, mientras su adopción se acelera, también crecen las dudas sobre su impacto real: ¿Pueden estos materiales resolver el problema de fondo o solo están maquillando una crisis ambiental con un nuevo tipo de envase?

¿Qué son los bioplásticos y por qué ganaron popularidad?

De acuerdo con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), los bioplásticos son un tipo de plástico derivado de fuentes renovables de biomasa, como plantas, subproductos agrícolas o microorganismos. A diferencia de los plásticos tradicionales, que suelen fabricarse a partir de combustibles fósiles como petróleo o gas natural, ofrecen una alternativa más sostenible.

Su producción puede ayudar a mitigar el cambio climático al reducir emisiones de CO2 y otros gases de efecto invernadero. Además, muchos bioplásticos son biodegradables o compostables, es decir, pueden descomponerse de forma natural en el medio ambiente mediante la acción microbiana, el compostaje u otros procesos biológicos, lo que reduce la contaminación plástica y el impacto ambiental.

Su popularidad ha crecido en paralelo al rechazo social por los plásticos de un solo uso. De acuerdo con la firma Grand View Research, el mercado mundial de bioplásticos alcanzó un valor estimado de 15,570 millones de dólares en 2024, y se proyecta que crezca a una tasa anual compuesta de 19.5% entre 2025 y 2033, gracias a la adopción en sectores como empaques, agricultura, textiles y automotriz.

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Este crecimiento está respaldado por un cambio en el comportamiento del consumidor. Según la encuesta global sobre la voz del consumidor 2024 de PwC, el 85% de los consumidores ya experimenta los efectos disruptivos del cambio climático en su vida cotidiana, por lo que está dispuesto a pagar hasta un 10% más por productos que prioricen la sustentabilidad en su diseño y producción. En ese contexto, los bioplásticos se han posicionado como una opción atractiva, aunque no exenta de retos.

¿Realmente son sustentables? Ventajas y limitaciones

Aunque los bioplásticos prometen reducir la huella ambiental del plástico convencional, su sustentabilidad real depende de múltiples factores: desde el tipo de materia prima utilizada hasta el manejo de residuos al final de su vida útil. En teoría, los bioplásticos biodegradables pueden descomponerse en condiciones industriales específicas, pero si terminan en vertederos o en el océano, pueden comportarse igual que un plástico tradicional.

Estudios como el elaborado por investigadores de la Universidad de Plymouth en 2020, han demostrado que incluso bolsas etiquetadas como biodegradables permanecen intactas tras años en ambientes naturales, lo que genera dudas sobre su efectividad real fuera de entornos controlados.

En términos de innovación, los llamados materiales “drop-in” -como el bio-PE o el bio-PET- permiten reemplazar polímeros derivados del petróleo por equivalentes de origen vegetal, sin necesidad de modificar los procesos industriales ni los flujos de reciclaje. Sin embargo, esta facilidad técnica no elimina los desafíos ambientales. El PLA (ácido poliláctico), por ejemplo, uno de los bioplásticos más producidos, requiere compostaje industrial para degradarse adecuadamente, pero estas instalaciones aún son escasas en muchas regiones del mundo.

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A estos retos se suman las barreras económicas. La firma la firma Grand View Research asegura que los precios bajos del plástico convencional hacen que los bioplásticos enfrenten dificultades para alcanzar costos competitivos, lo que frena su adopción masiva. Asimismo, la falta de infraestructura adecuada para gestionar residuos biodegradables y la escasa capacitación del personal en su manejo pueden provocar emisiones de sustancias químicas al ambiente, lo cual contraviene su propósito original de reducir el impacto ambiental.

Regulación y normas

Una de las grandes barreras para el crecimiento ordenado de los bioplásticos es la falta de una regulación clara y homogénea. En la Unión Europea, los bioplásticos están sujetos a normativas como la EN 13432, que establece los criterios para que un material pueda ser considerado compostable en instalaciones industriales. Esta certificación exige, entre otras cosas, que al menos el 90% del material se descomponga en dióxido de carbono en un plazo de 180 días bajo condiciones específicas de temperatura, humedad y presencia de microorganismos.

En América Latina, la regulación es más incipiente. Países como Chile y Colombia han comenzado a incluir criterios sobre biodegradabilidad en sus leyes de gestión de residuos plásticos, pero aún no existe una homologación regional. México, por ejemplo, modificó su Ley General para la Prevención y Gestión Integral de los Residuos para incorporar disposiciones sobre plásticos biodegradables y de un solo uso, aunque aún falta una norma técnica clara que defina métodos de prueba, etiquetado y condiciones de degradación adecuadas.

El potencial de los bioplásticos es real, pero su eficacia dependerá del desarrollo tecnológico, regulación adecuada, educación del consumidor y mejores sistemas de gestión de residuos. Además, no deben verse como una solución mágica, sino como una pieza más dentro de una estrategia integral que incluya reducción en el consumo, reutilización, reciclaje eficiente y una economía circular.

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