Entre septiembre y noviembre, la temperatura fue 2.4 grados más alta de lo normal en Tokio, 2.9 más en la ciudad central de Nagoya y 1.2 más cálido en la norteña Sapporo.
Esas temperaturas atrasaron la temporada del follaje otoñal, cuando acuden numerosos turistas acuden a ver los vibrantes tonos rojo y amarillo.
En Kioto, una compañía ferroviaria famosa por sus trenes nocturnos que recorren los bosques de arce iluminados, cambió su programación porque las hojas no habían cambiado de color.
Según la Corporación Meteorológica de Japón, el mejor momento para ver las hojas otoñales en Tokio será alrededor del 5 de diciembre, y en Osaka será el 9 de diciembre, ambas fechas más tarde de lo usual.
Japón igualó este año el verano más cálido en registros, en momentos que las olas de calor extremo causadas por el cambio climático, según los científicos, afectan a varios sitios del mundo.
La famosa capa de nieve en la cumbre del monte Fuji se retrasó también este año y no apareció hasta noviembre, cuando hasta ahora siempre había aparecido como muy tarde en octubre.