Como profesional del marketing, creo firmemente en el poder de las campañas digitales para transformar marcas, conectar con las audiencias y generar verdadero valor. Sin embargo, en un momento en el que las empresas se comprometen cada vez más con un futuro sostenible, es hora de abordar una verdad incómoda; nuestras acciones de marketing digital también dejan una huella de carbono. Y no es menor.
¿Tu campaña de marketing deja huella? Que sea de valor, no de carbono

Muchas veces asumimos que, por no involucrar procesos industriales ni traslados físicos, el marketing digital es “limpio” o ecológico en términos ambientales. Pero la realidad es que detrás de cada campaña online, cada contenido, cada correo masivo que enviamos o cada pauta programática que activamos, existe un ecosistema energético demandante. Los centros de datos que alojan nuestros sitios web y plataformas, los servidores que procesan nuestras campañas publicitarias, la energía necesaria para mantener la infraestructura de internet funcionando 24/7… todo esto genera emisiones de carbono.
Datos de la Asociación de Anunciantes Nacionales (ANA) en Estados Unidos, señalan que, por cada 1,000 impresiones publicitarias digitales se emiten entre 50 y más de 1,500 gramos de dióxido de carbono a la atmósfera. Si bien el rango varía según el peso del anuncio, el dispositivo en que se ve, la red que lo transmite y el número de intermediarios en la cadena programática; el mensaje es claro, el marketing digital no es ambientalmente neutro.
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Y aquí no se salvan ni las relaciones públicas
Las relaciones públicas digitales , al ser parte de las estrategias de marketing digital, también tienen una huella ambiental que rara vez se visibiliza. Sorprendente, ¿no? Debo confesar que como experto en RP, no habría imaginado el verdadero impacto que nuestras actividades generan al medio ambiente.
La difusión de comunicados de prensa por correo electrónico, el envío masivo a bases de datos, la publicación de contenidos en portales de noticias, blogs o redes sociales, y el tráfico web que generan nuestras campañas de RP, todo eso implica procesamiento de datos, almacenamiento en servidores y transmisión de información a través de la infraestructura digital.
Cada vez que un usuario abre un boletín, accede a una nota de prensa, ve un video institucional, da clic a un enlace en la publicación o navega por una página de campaña, está activando recursos tecnológicos que consumen energía. Y como esa energía —en buena parte— aún proviene de fuentes no renovables, el resultado es inevitable: emisiones de carbono invisibles pero acumulativas.
¿Tenemos que dejar de hacer marketing digital? No. Pero sí hacerlo sostenible
Por supuesto que este hecho no implica que debamos renunciar al marketing digital. Pero sí demanda que repensemos nuestras estrategias con una mirada más consciente y sostenible.
Hay alternativas viables y efectivas. Una de ellas, considero, es optimizar nuestras campañas para que sean más eficientes; es decir, reducir el número de impresiones innecesarias, segmentar mejor a las audiencias, evitar el desperdicio de pauta y apostar por creatividades más ligeras que requieran menos recursos para su carga. También podemos priorizar medios y plataformas con compromisos claros de energía renovable o infraestructura de bajo impacto.
En relaciones públicas, de manera particular, podemos adoptar una mentalidad más responsable. En lugar de enviar boletines masivos, optemos por comunicaciones personalizadas, mejor dirigidas y con un propósito claro. En vez de apostar por volumen de notas, ¿qué tal si nos enfocamos en calidad, buscando que cada mensaje tenga una mayor permanencia y profundidad?
Por otro lado, enfoquémonos más en crear contenido de alta calidad y atemporal (evergreen) que pueda ser reutilizado y actualizado en lugar de producir constantemente material nuevo que rápidamente queda obsoleto. Esto reduce la necesidad de generar nuevo tráfico y almacenamiento.
Como profesionales del marketing, nuestra responsabilidad va más allá de impulsar resultados, también debemos hacerlo con conciencia ambiental y sentido de futuro. Avanzar hacia un marketing digital más sustentable o ecológico no significa renunciar a la efectividad, sino redefinirla desde una lógica donde el rendimiento y la responsabilidad coexistan.
La sustentabilidad no puede seguir siendo un valor añadido; debe convertirse en un principio rector. Integrarla al centro de nuestras estrategias es una urgencia que ya no podemos postergar.
Reconocer la huella de carbono que dejan nuestras acciones digitales es el primer paso. El siguiente, trabajar activamente para reducirla sin perder impacto. Porque hoy, más que nunca, hacer buen marketing también es cuidar el planeta.
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Nota del editor: Héctor M. Meza Curiel es Director General de InfoSol. Síguelo en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.
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