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Circularidad de plásticos: la oportunidad económica que dejamos en la calle

México puede ser líder regional en circularidad si lo hace desde una visión competitiva: industrialmente moderna, socialmente corresponsable y ambientalmente medible.
jue 18 diciembre 2025 02:04 AM
Circularidad de plásticos: la oportunidad económica que dejamos en la calle
No se trata de posicionarse a favor o en contra del plástico. Se trata de entender su rol, medirlo en ciclos de vida y, sobre todo, construir los mecanismos para recuperarlo, considera Jorge Chahin Silhy. (iStock)

Dirijo una organización enfocada en economía circular, pero antes que eso, he dedicado décadas a entender un principio que hoy resulta crucial repetir: los materiales no son el problema, los sistemas ineficientes sí lo son. Y no existe ejemplo más claro que el de la satanización del uso de los plásticos.

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La narrativa dominante que nos repiten diariamente es la idea de que “prohibir es proteger”. Sin embargo, cuando revisamos el panorama económico y ambiental de México, la respuesta es distinta. Hoy, la industria manufacturera asociada al plástico agrupa más de 5,000 empresas, aporta 3.5% del PIB manufacturero y genera más de 1.2 millones de empleos entre directos e indirectos. En cinco años, el sector sumó más de 1,000 nuevas unidades productivas, prueba de su dinamismo económico.

Este material, además, es estratégico para la competitividad de otros sectores productivos. Está presente en salud, agroindustria, automotriz, aeroespacial, construcción, agricultura, conservación y tecnología. Particularmente, los plásticos de alta y baja densidad son estables, maleables e inocuos, y cuentan con ciclos de reciclaje probados a escala, y cuando se les compara con sustitutos más pesados o intensivos en emisiones y uso de agua, pueden tener hasta 70% menos impacto ambiental en todo su ciclo de vida.

Pero también debemos aceptar lo evidente: vivimos una crisis climática real. En la capital la vemos reflejada en el aumento de la escasez de agua, la mala calidad del aire y el incremento de las islas de calor urbano. Esto, sin duda, exige soluciones basadas en evidencia, no en intuiciones ni consignas, ni en prohibiciones.

Por ello, desde mi punto de vista comparto cinco puntos que pueden transformar la forma en que abordamos la circularidad de los plásticos desde una lógica económica, ambiental y social:

1. El valor del residuo depende del origen de la separación. El reciclaje comienza en los hogares. Cuando un material llega limpio al centro de acopio, deja de ser basura y se convierte en materia prima industrial. Cuando llega contaminado, no solo se encarece, se vuelve casi irrecuperable.

2. Los recicladores locales como el primer eslabón estratégico de la cadena circular, no como un actor periférico. En México, más del 60% del reciclaje es informally driven. Es decir, sin ellos no hay sistema circular posible. Integrarlos desde el diseño de los mecanismos de recolección no es asistencialismo, es visión de mercado.

3. La regulación debe dar certidumbre para invertir, no prohibir y sustituir materiales sin control. Cuando el marco normativo se basa en datos técnicos y se enfoca en gestión, recuperación y valorización, las empresas pueden innovar, levantar capital y planear infraestructura. Cuando se enfoca en prohibiciones, el residuo migra a opciones no reciclables ni recuperables, y la economía pierde competitividad y trazabilidad.

4. Todo residuo con valor económico se convierte en incentivo social natural. Cuando la gente sabe que recuperar un material genera beneficios comunitarios, sustituimos coerción por participación. Un ejemplo claro: las toneladas de lonas utilizadas por gobiernos o campañas. Hoy terminan en rellenos o coladeras; mañana podrían convertirse en una fuente de ingreso circular si les asignamos mecanismos formales de recolección y valorización.

5. Los instrumentos financieros verdes deben conectarse con proyectos reales de infraestructura circular, no quedarse en teoría. Marcos como la taxonomía sustentable mexicana abren la puerta a atraer inversión privada hacia reciclaje, acopio, procesamiento y eficiencia de materiales.

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Bajo este panorama, no se trata de posicionarse a favor o en contra del plástico. Se trata de entender su rol, medirlo en ciclos de vida y, sobre todo, construir los mecanismos para recuperarlo. Las industrias deben aliarse con recicladores, la regulación debe generar certidumbre, la inversión debe priorizar infraestructura y los incentivos deben reconocer el valor del residuo desde su origen.

México puede ser líder regional en circularidad si lo hace desde una visión competitiva: industrialmente moderna, socialmente corresponsable y ambientalmente medible.

La ciencia está. La industria está. Los recicladores están. Ahora toca consolidar el modelo.

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Nota del editor: Jorge Chahin Silhy es presidente de la Organización en Favor de la Economía Circular (OFEC). Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.

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