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Hablemos de basura (porque nadie más parece estar hablando de ella)

Ninguna transformación ocurre sin comunicación previa. Para cambiar hábitos de separación no basta con una regla; se necesitan mensajes claros, constantes y específicos.
jue 04 diciembre 2025 06:01 AM
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En 2026 no solo empieza el reciclaje obligatorio: también recibimos el Mundial, con alrededor de 1.5 millones de visitantes adicionales. Los grandes eventos internacionales siempre dejan dos cosas: derrama económica… y basura, mucha basura, apunta Aranzazu Zacarías Guevara. (Foto: Andrea Murcia / Cuartoscuro.com)

Desde hace meses sabemos que el 1 de enero de 2026 la separación de basura será obligatoria en toda la Ciudad de México. Lo que no sabemos —y eso sí sorprende— es cómo piensa la ciudad lograrlo. Falta menos de un mes y no hay campañas masivas, ni materiales educativos, ni lineamientos claros para un cambio que, si se toma en serio, debería transformar la forma en que producimos y gestionamos residuos.

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La norma existe. La preparación, no.

Y, aun así, el mandato está ahí. Suena bien en papel. Suena mejor en redes. Pero en la práctica, a veces la política ambiental parece una carta a Santa Claus, muy ad hoc con el espíritu de la época.

Durante la grabación de un episodio reciente del podcast, una de nuestros invitadas —alguien que conoce por dentro la operación del sistema de residuos— lo resumió sin rodeos: “no están sabiendo ni cómo gestionar la basura; la infraestructura no está lista.” No lo dijo como advertencia, sino como diagnóstico.

En otra conversación, un empresario del sector de biopolímeros —uno de esos perfiles brillantes que le apuestan al país— hizo un comentario que a menudo escucho: si México adoptara buenas prácticas, América Latina seguiría nuestro ejemplo. Pero incluso con voluntad técnica, señalaba, seguimos tropezando con la misma piedra: la burocracia que convierte lo viable en improbable.

Todo se vuelve aún más irónico si recordamos que en 2026 no solo empieza el reciclaje obligatorio: también recibimos el Mundial, con alrededor de 1.5 millones de visitantes adicionales (FIFA/SECTUR, 2024). Los grandes eventos internacionales siempre dejan dos cosas: derrama económica… y basura. Mucha basura.

La pregunta relevante no es si la generaremos —porque lo haremos—, sino si existe un plan claro para gestionarla. Y lo que he escuchado en reuniones y pasillos con funcionarios es que, por ahora, esa ruta no está completamente trazada.

A esto se suma un punto que rara vez se discute: México no cuenta con un ecosistema maduro de empresas sociales dedicadas al reciclaje. Hace unas semanas se presentó una iniciativa para formalizar esa figura, lo cual es una buena señal. Pero quienes hemos visto cómo se implementan las políticas públicas sabemos que una figura legal no basta. Hace falta que la burocracia no la estrangule antes de operar.

Aquí vale introducir un principio que se enseña en modelos serios de cambio de comportamiento: ninguna transformación ocurre sin comunicación previa. Para cambiar hábitos de separación no basta con una regla; se necesitan mensajes claros, constantes y específicos. Y hoy, a menos de 30 días de la entrada en vigor, esa estrategia simplemente no existe.

En el sector privado ocurre otro fenómeno igual de revelador. Muchas empresas saben que —sobre todo por regulaciones internacionales como la CSRD europea o los requisitos ambientales ligados al nearshoring— deberán reportar prácticas de sostenibilidad. Lo saben. Lo aceptan. Pero también asumen algo más: la ola burocrática en México es más grande que la ola de exigencia.

El resultado es un cinismo suave pero extendido que no me canso de escuchar: "Sí, va a ser obligatorio… pero no tan obligatorio." "Sí, tendremos que reportar… pero falta mucho."

Y ese espacio ambiguo —entre lo urgente y lo postergable— es exactamente donde se detienen las transformaciones reales.

Me gustaría pensar que 2026 será el año en que la ciudad entienda que la basura no desaparece: se transforma. Que separar no es un acto doméstico, sino un rediseño del sistema urbano. Que necesitamos educación, rutas diferenciadas, infraestructura robusta y coordinación interinstitucional, no solo anuncios.

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Pero la pregunta que me acompaña estos días es menos optimista y más realista: ¿estamos preparados para reciclar… o solo estamos preparados para anunciar que vamos a reciclar?

La basura es concreta.La burocracia, expansiva.Y entre ambas, 2026 se acerca como un recordatorio urgente: las ciudades no cambian con decretos, cambian con decisiones.

El reciclaje obligatorio inicia el 1 de enero.La preparación, al parecer, aún no.

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Nota del editor: Aranzazu Zacarías GuevaraEstratega en comunicación y sostenibilidad. Egresada de Sciences Po Paris, asesora a empresas y organizaciones en legitimidad institucional, asuntos públicos y agendas ESG. Es co-fundadora de la organización Sostenibilidad Activa y co-host del podcast SpeakESG. @aranzazuzg Síguela en Instagram como @aranzazuzg Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente a la autora.

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