Vivimos rodeados de mensajes que nos repiten una y otra vez que lo valioso está en la juventud. Que las canas deben ocultarse, que las arrugas hay que borrarlas, que cumplir años es casi un defecto. Hemos normalizado un sistema “anti-edad” que convierte el paso del tiempo en un enemigo a vencer.
Anti Anti-Edad: celebrar la vida en todas sus etapas

Cuando era apenas una niña, quería ser como mis abuelos: sabios, fuertes y valientes. Conforme pasan los años, eso fue cambiando. Los años parecen una carga, y festejar los cumpleaños se vuelve un pesar donde, entre menos te pregunten la edad, mejor. Empiezas a “quitarte años”, porque eso es lo que nos dicen: que crecer y volverte más “viejo” no es el ideal. Como dice el dicho, “nadie quiere llegar a viejo, pero nadie quiere morir joven”.
Parece que todo se va alineando a que detener los signos de la edad es un objetivo a perseguir, y cada vez en edades más tempranas. Pero, como dice la sabiduría popular: “Más sabe el diablo por viejo que por diablo”. La experiencia y la edad son fuentes de un gran conocimiento y sabiduría, más valiosas que la inteligencia.Me gustaría poner sobre la necesidad de ser Anti Anti-Edad y levantar la voz frente al discurso Anti Edad. Es entender que crecer en años no es sinónimo de debilidad, sino de fuerza. Es mirar de frente lo que otros esconden y entender que cada arruga es una historia, cada cana un símbolo de experiencia, cada cumpleaños una victoria.
La Organización Mundial de la Salud nos recuerda que envejecer es sinónimo de bienestar. En su programa Década del Envejecimiento Saludable (2021-2030), la ONU y la OMS nos invitan a transformar la forma en que pensamos la vejez: no como un problema, sino como una oportunidad de seguir participando, aprendiendo y aportando al mundo.
Los datos en México son claros: de acuerdo con la Encuesta Nacional sobre Salud y Envejecimiento (ENASEM 2021), casi la mitad de los mayores de 53 años vive con hipertensión (43.3 %), uno de cada cuatro con diabetes (25.6 %) y uno de cada 10 con artritis (10.7 %). Estas cifras reflejan desafíos de salud, pero también la urgencia de promover hábitos, acompañamiento y comunidad. El reto, entonces, no es esconder la edad. Es crear espacios donde la madurez sea celebrada y no temida. La ciencia nos respalda: investigaciones publicadas en Social Science & Medicine señalan que dedicar tiempo al voluntariado y a la vida comunitaria ayuda a ralentizar el envejecimiento biológico. En otras palabras, “quien comparte, siempre multiplica”, y mantenerse activo nos hace más jóvenes de lo que dicen las velitas de nuestro pastel de cumpleaños.
Y hay ejemplos que inspiran: comunidades en Europa están levantando viviendas cooperativas senior, donde las personas mayores viven en espacios pensados para compartir, cuidarse mutuamente y seguir construyendo futuro. En América Latina, cada vez más proyectos buscan integrar generaciones, reconociendo que la edad no divide, sino que une.
La industria “anti-edad” nos quiere vender cremas, cirugías y filtros. Yo pienso que es hora de abrir la puerta a algo distinto: Anti Anti-Edad. No queremos retroceder. Queremos avanzar con orgullo. No buscamos borrar huellas. Queremos caminar con ellas, porque son nuestra identidad.El camino es claro. Necesitamos dejar atrás los filtros que borran arrugas, las fórmulas que prometen imposibles y las narrativas que hacen del envejecimiento una sombra. Porque en realidad, la edad es luz, es voz, es memoria, es futuro.
En un sistema que insiste en negar los años, te invito a elegir lo contrario: ser Anti Anti-Edad. Celebrar la vida sin pedir permiso, con todas sus marcas, con todo su poder. Porque el verdadero secreto no está en detener el tiempo, sino en vivirlo plenamente.
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Nota del editor: Carmen Rosillo es Co-fundadora y COO Koltin. Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente a la autora.
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