Todos los días caminamos por ciudades diseñadas para impresionar con rascacielos, avenidas amplias y parques perfectamente cuidados; sin embargo, bajo toda esa infraestructura crece un problema cada vez más serio: la escasez de agua. México tiene algunas de las ciudades más pobladas en América Latina, con millones de personas que viven bajo la amenaza constante de un recurso que se agota. Aún así, seguimos construyendo como si este líquido fuera infinito.
Las ciudades del futuro no se construirán de concreto… sino de agua
El problema es arquitectónico, sí. Pero también es cultural. Diseñamos ciudades como si el concreto fuera el protagonista y el agua un personaje secundario que llega por arte de magia desde las tuberías. La realidad es exactamente al revés: sin este recurso, todo lo demás deja de ser viable.
El concreto ganó
Durante décadas, el desarrollo urbano en México se ha medido en metros cuadrados construidos. Entre más concreto, mayor progreso. Las políticas públicas han premiado la expansión horizontal sin cuestionar de dónde viene el agua para sostener esa ampliación. ¿El resultado? Ciudades que crecen más rápido de lo que su infraestructura hídrica puede soportar.
La Ciudad de México es el ejemplo por excelencia. Una metrópoli de más de 20 millones de habitantes cimentada sobre un lago que fue eliminado hace siglos. Hoy, esa misma ciudad se hunde varios centímetros al año por la extracción descontrolada de agua subterránea. Y cuando llueve, las calles se inundan porque el concreto no deja que este líquido regrese al subsuelo. Es un ciclo absurdo.
Pero algo está cambiando. Los grandes capitales —que antes compraban tierra por su extensión y ubicación— hoy compran por la cantidad de agua disponible. El valor de un terreno ya no se mide en hectáreas, se mide en litros. Los inversionistas son conscientes de que la gestión y el uso de este recurso es el factor más determinante de cara al futuro.
La resiliencia se mide en litros
El futuro de las ciudades no puede sostenerse en las premisas del siglo pasado. El verdadero éxito ya no se mide por los metros cuadrados que ocupa un proyecto, sino por los litros de agua que es capaz de captar, almacenar, reutilizar y generar. Diseñar desde este principio requiere:
1. Edificios inteligentes: Cada construcción puede integrar un sistema de captación pluvial desde el inicio, no como añadido posterior.
2. Banquetas permeables: El pavimento debe hacer posible que el agua de lluvia regrese al subsuelo en lugar de saturar el alcantarillado.
3. Parques funcionales: Los espacios verdes pueden funcionar como zonas de filtración, no solo como decoración.
Esa visión ya es técnicamente posible. La tecnología existe, los modelos funcionan en otras partes del mundo y los beneficios son evidentes. Lo que falta es la voluntad y el compromiso público y privado en un cambio en la forma en la que entendemos el desarrollo inmobiliario.
La próxima tendencia es líquida
El diseño urbano centrado en el agua implica replantear el sistema por completo:
1. Códigos de construcción: Cada nueva edificación debe incluir infraestructura hídrica básica.
2. Incentivos fiscales: Premiar a desarrolladores que integren sistemas de captación y reutilización.
3. Evaluaciones de impacto: Medir el balance hídrico antes de aprobar cualquier proyecto.
Las ciudades que sean capaces de garantizar agua a sus habitantes serán los territorios con mayor inversión, talento y modernización. Porque la escasez de este recurso ya no es un problema del futuro, es una realidad del presente.
La decisión más importante
México tiene en sus manos el cambio. Puede seguir construyendo ciudades como si el agua fuera un problema que tienen que resolver las próximas generaciones, o puede empezar hoy a diseñar en armonía con el ciclo hidrológico.
Las ciudades del futuro se construirán en agua. Con sistemas de captación, infraestructura de purificación, espacios verdes funcionales y edificios que devuelvan al planeta lo que consumen. El concreto seguirá siendo necesario, pero ya no será el protagonista.
Esta transformación ya está en marcha. La pregunta es si México será parte o simplemente será espectador y se quedará atrapado en un modelo del siglo XX mientras el mundo avanza hacia una forma sustentable de vivir.
_____
Nota del editor: Lucas Barrionuevo es Cofundador de Somos PURA. Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.
Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión