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¿Será una dona la gráfica más importante de nuestra época?

El PIB no mide nuestro bienestar. Sin embargo, nos hemos puesto a su servicio. Gran parte de nuestra economía, instituciones y negocios miden su éxito con base en el crecimiento económico.
vie 05 diciembre 2025 06:03 AM
¿Será una dona la gráfica más importante de nuestra época?
Parte de su encanto es su simplicidad: el círculo interno representa el mínimo de bienestar que toda la humanidad debería tener; el círculo externo, los límites planetarios que debemos respetar. El anillo central es nuestro espacio seguro, nuestro salvavidas, apunta Federico Llamas Vidales. (iStock)

Una dona que debe sustituir al Producto Interno Bruto.

El PIB, que mide el crecimiento económico de un país, fue creado por Simon Kuznets en 1934. No obstante, él mismo nos advirtió: “el bienestar de una nación difícilmente puede inferirse de una medida del ingreso nacional”.

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Pero no hicimos caso y sembramos una de las causas más importantes de la policrisis que hoy enfrentamos: el mundo lleva casi 100 años guiado por un falso objetivo.

La clave para entenderlo es que el PIB mide cualquier movimiento de dinero, genere bienestar o no. Por ejemplo:
- Si hay un derrame de petróleo en Veracruz y gastamos millones en limpiarlo, el PIB sube.
- Si debemos gastar millones en salud por malas políticas públicas, el PIB sube.
- Si Acapulco es golpeado por un huracán y se reconstruye, el PIB sube.

Sin embargo, el PIB no registra el cuidado de los padres a sus hijos, la conservación de un ecosistema, el trabajo comunitario en una colonia o el tiempo que destinamos a una causa social.

Tres fallas básicas del PIB

La primera es que es imposible mantener un crecimiento indefinido en un planeta de recursos limitados. El resultado de esta incongruencia es el grave deterioro ambiental que ahora enfrentamos.

La segunda es que, una vez alcanzado cierto nivel de bienestar económico, aumentar los ingresos de una sociedad no necesariamente mejora su calidad de vida. Es el caso de Estados Unidos: a pesar de doblar su ingreso promedio en treinta años, sus ciudadanos se consideran menos felices que al inicio de ese periodo (General Social Survey, 2008).

La tercera es que ha sido ineficaz para distribuir la riqueza de manera equitativa. De acuerdo con Oxfam, el 1% más rico posee más que el 95% de la población mundial en su conjunto.

Creo que el problema es claro: el PIB no mide nuestro bienestar. Sin embargo, nos hemos puesto a su servicio. Gran parte de nuestra economía, instituciones y negocios miden su éxito con base en el crecimiento económico.

De nuevo, Kuznets lo explica con claridad: “(Debemos distinguir) las diferencias entre cantidad y calidad del crecimiento, entre sus costes y sus beneficios y entre el plazo corto y el largo. (...) Los objetivos de 'más' crecimiento deberían especificar de qué y para qué” (1962).

Han surgido muchas alternativas al PIB, pero en 2012 Kate Raworth propuso la que me parece más acertada y clara: La Dona.

Sí, así le llaman. Yo le hubiera llamado “El salvavidas”, pero lo importante es entender porque, entre tantas propuestas, la Dona es tan acertada.

Parte de su encanto es su simplicidad: el círculo interno representa el mínimo de bienestar que toda la humanidad debería tener; el círculo externo, los límites planetarios que debemos respetar. El anillo central es nuestro espacio seguro, nuestro salvavidas.

Pero su encanto también radica en su ambición y rigor. Se postula como un objetivo para la economía, los gobiernos, los negocios y la sociedad. Proviene de un nuevo paradigma donde la economía está al servicio de las personas y la vida en el planeta. Además de su ambición, se construye con el rigor científico de las fronteras planetarias y los estudios sobre bienestar humano.

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Es tan simple como profunda y rigurosa

La Dona no solo puede sustituir al PIB como objetivo económico; también creo que es la gráfica que mejor representa el propósito de la sostenibilidad. Nos da un mapa con métricas y parámetros claros: cuál debe ser el bienestar mínimo para todos y cuál es el techo ecológico que debemos respetar para que este bienestar sea sostenible (Fronteras Planetarias, 2025).

El Doughnut Economics Action Lab publicó recientemente su tercer informe sobre nuestro progreso con esta brújula. Concluye que, aunque el PIB mundial se duplicó entre 2000 y 2022, apenas se ha logrado un avance modesto en la reducción de la pobreza. Señala, además, que debemos duplicar la velocidad en el cuidado de los límites planetarios para salvaguardar la estabilidad del Sistema Tierra para 2050. Su reporte evidencia la injusticia ambiental: el 20% más rico de las naciones contribuye con más del 40% del sobregiro ecológico anual.

Para cerrar esta participación, comparto con una reflexión: ¿es momento de cambiar el PIB por una Dona y redirigir nuestro desarrollo con una mejor brújula?

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Nota del editor: Federico Llamas Vidales es presidente del Consejo de la Universidad del Medio Ambiente. Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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Tags

Opinión sustentabilidad PIB Producto Interno Bruto (PIB) Economía

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