En el mundo empresarial ocurre lo mismo. Durante años, las compañías se concentraron en el qué —productos, métricas o informes—, olvidando el por qué: su razón de ser.
Pero cuando ese propósito se vuelve auténtico y humano, la sostenibilidad deja de ser un conjunto de compromisos para convertirse en una historia coherente y viva.
El propósito: la trama que sostiene la historia
Toda gran narrativa —sea una película o una empresa— necesita un motivo. Simon Sinek lo explica en su modelo del Golden Circle: las organizaciones que inspiran comienzan por su propósito (why), luego explican cómo lo logran y finalmente qué ofrecen. “Lo importante no es lo que hacemos, sino por qué lo hacemos”, recuerda Sinek.
Las empresas con propósito generan un impacto distinto: emocional, duradero y transformador.Según Corporate Excellence (2021), aquellas con propósito activo mejoran hasta un 80 % su reputación entre sus grupos de interés y fortalecen su capacidad de atraer talento y fidelizar clientes.
El propósito no es un valor agregado: es la brújula que alinea lo que se dice, lo que se hace y lo que se logra.
La “S” social: el alma de la sostenibilidad
Durante mucho tiempo, la sostenibilidad se midió en toneladas de CO₂. Pero ese era solo el decorado; el núcleo real de la historia son las personas.
En Europa, la CSRD y la Ley de Diligencia Debida están redefiniendo los estándares empresariales: las compañías deben rendir cuentas sobre cómo tratan a sus trabajadores, proveedores y comunidades.México avanza en la misma dirección, integrando estándares ESG y marcos como los ODS, los Principios Rectores de la ONU o la Norma Mexicana NMX-R-025 en igualdad laboral.Además, la CNBV y la Bolsa Mexicana de Valores impulsan nuevas guías de divulgación y taxonomía verde, incorporando la sostenibilidad al lenguaje financiero del país.
Más allá del compliance, la sostenibilidad es hoy una ventaja competitiva y un factor de legitimidad.El 79 % de los consumidores de la Generación Z afirma que confiar en las marcas que compra “es más importante que nunca” (Edelman Trust Barometer, 2023). Y más de la mitad de los empleados en México valora más el propósito y la cultura de su empresa que la compensación económica (PwC, 2024).
La coherencia ha pasado de ser una virtud aspiracional a un requisito de supervivencia.
Cuando la trama se vacía: del greenwashing al social washing
Toda historia pierde fuerza cuando se aleja de la verdad.
El auge de la sostenibilidad también ha traído sus sombras: el greenwashing, que exagera logros ambientales; el social washing, que presume compromiso social sin evidencia; y el greenhushing, ese silencio estratégico por temor a las críticas.
Distintas formas de incoherencia con un mismo desenlace: la pérdida de confianza.
El público ya distingue entre storytelling y truth-telling. Y la diferencia, como en el buen cine, es una sola: la verdad.
Porque, igual que una película sin dirección honesta o sin interpretación convincente, una estrategia de sostenibilidad sin verdad no emociona, no conecta y no perdura.
Por el contrario, cuando la honestidad está respaldada por acciones reales de impacto, sucede la magia: el espectador quiere ver toda la filmografía, el consumidor se vuelve fiel a la marca y el colaborador se convierte en su mejor embajador.
La autenticidad genera conexión. La coherencia, confianza.
Del guion al impacto
Algunas empresas ya están demostrando que el propósito puede convertirse en acción.
El Nescafé Plan de Nestlé ha formado a miles de caficultores y mejorado sus ingresos y productividad. TenarisTamsa, fiel a su lema —“solo progresamos si progresa la comunidad”—, impulsa la educación técnica y el desarrollo local. Y Tony’s Chocolonely, nacida de una denuncia sobre el trabajo infantil en el cacao, ha construido un modelo de trazabilidad ética que hoy inspira a toda la industria.
Son historias que no se escriben para comunicar, sino para transformar. El propósito es el guion; la coherencia, la mejor dirección.
Reputación: el aplauso final
En el cine, lo que queda tras los créditos es la emoción.En la empresa, lo que perdura es la reputación. Más allá de su definición etimológica, la reputación es —como recuerda Corporate Excellence— un sentimiento firme y duradero de admiración, respeto, confianza y buena estima.No se construye con discursos, sino con acciones coherentes sostenidas en el tiempo.
Las compañías que integran los derechos humanos en su estrategia no solo fortalecen su marca: construyen confianza, el activo más valioso y difícil de recuperar.
Y esa confianza nace de las personas: de quienes deciden con integridad, trabajan con propósito y sienten orgullo de dejar huella.