Cada vez más empresas se suman a la adopción de criterios ESG (ambiental, social y de gobernanza, por sus siglas en inglés) ante la urgencia de lograr una operación que les permita perdurar hacia el futuro. Las empresas son entes formados por personas, por lo que el componente social se presenta como una pieza central en la transformación hacia prácticas empresariales sostenibles.
¿Qué significa el componente social en ESG?
El aspecto social va más allá de las actividades filantrópicas en la comunidad, se enfoca en cómo las empresas interactúan con sus empleados, clientes, proveedores y, también, con la comunidad en la que operan. Esta letra, la S, dentro de la estrategia de una compañía involucra cuestiones como los derechos humanos, la igualdad y diversidad, las condiciones laborales, la salud y seguridad de los trabajadores, la inclusión y el desarrollo social.
En otras palabras, el componente social se centra en el quién y el cómo, es decir, cómo las prácticas corporativas afectan a las personas en distintos niveles.
El compromiso social aborda diferentes temáticas, como los derechos humanos y las condiciones laborales. Las empresas deben asegurar condiciones justas, incluyendo salarios dignos, horarios de trabajo razonables y condiciones seguras. También deben prohibir cualquier forma de trabajo infantil o forzado en sus cadenas de suministro.
El informe del Proyecto Mundial de Justicia (WJP) 2023-2024, en el que México se encuentra en el lugar 116 de 142 países evaluados en el Índice de Estado de Derecho, advierte que la incertidumbre legal y las deficiencias en la protección de derechos laborales pueden desalentar las inversiones y obstaculizar el progreso social. Por el contrario, los países con derechos laborales más sólidos atraen inversiones extranjeras directas y generan condiciones más estables para el crecimiento económico.
La creación de un entorno laboral diverso e inclusivo también se ha vuelto un punto esencial dentro de las empresas. Esto implica no solo evitar la discriminación, sino fomentar un espacio donde empleados de diferentes antecedentes puedan desarrollarse. De acuerdo con la consultora McKinsey & Company, el 55% de las empresas con mayores niveles de diversidad tienen un EBIT (un término financiero que muestra la capacidad de una empresa de generar ganancias a partir de su actividad principal) superior al promedio de la industria contra solo el 29% de las empresas que no cuentan con diversidad.
La pandemia de covid-19 subrayó la necesidad de que las empresas tomen en serio la salud y seguridad de sus trabajadores. Se trata de un derecho fundamental en el trabajo, pero también tiene beneficios económicos para las empresas. Un ambiente seguro de trabajo reduce el ausentismo, mejora la productividad y disminuye costos. Por ejemplo, si se aplicarán mejores medidas de salud y seguridad para evitar lesiones por calor excesivo en el lugar de trabajo, se podrían ahorrar 361,000 millones de dólares en todo el mundo, de acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
La relación con la comunidad también es importante. Las empresas que interactúan positivamente con las comunidades en donde operan tienen más probabilidades de ganarse su confianza y apoyo. Esto puede incluir desde proyectos de inversión social hasta iniciativas educativas y programas de voluntariado. De acuerdo con el Banco Mundial, las empresas que apoyan activamente el desarrollo comunitario son vistas como actores de cambio, lo que mejora su reputación y facilita sus operaciones.
Beneficios de una estrategia social
Las empresas que integran un enfoque social sólido dentro de sus prácticas ESG pueden obtener beneficios que al final del día terminan favoreciendo su operación y sus ganancias.
Entre los beneficios se encuentra la atracción y retención de talento. Una encuesta de Deloitte mostró que el 44% de los millennials consideran los valores y propósito de una empresa al decidir dónde trabajar. Por lo tanto, un compromiso genuino con la igualdad, la seguridad y la inclusión puede ser un diferenciador en la competencia por el talento.
Una buena reputación es otro de los beneficios y es que empresas que fallan en proteger los derechos de sus empleados o en atender a sus comunidades pueden enfrentarse a riesgos reputacionales y, en algunos casos, sanciones legales. Por otro lado, las organizaciones que tienen un historial positivo en temas sociales suelen tener una mejor percepción pública, lo que refuerza su valor de marca y reduce su exposición a riesgos legales.
En el largo plazo, las empresas con una estrategia social sólida tienden a obtener un desempeño financiero superior, debido a que se ganan la lealtad de consumidores, cuentan con colaboradores más productivos, disminuyen costos y riesgos, y pueden adaptarse mejor a un entorno en constante cambio y construir relaciones de confianza con sus empleados, consumidores y comunidades.