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La emisión global de bonos cae 25% en el primer semestre del año

La emisión de bonos verdes cayó a su nivel más bajo en años, arrastrada por la politización del financiamiento sostenible en EU, el retroceso de políticas climáticas y la falta de estándares.
mar 05 agosto 2025 05:55 AM
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La participación de estos instrumentos dentro del mercado global de deuda también disminuyó, pasando de 11.7 % en 2024 a 10.2 % en la primera mitad de 2025.

Después de más de una década de crecimiento acelerado, el mercado global de bonos etiquetados; es decir aquellos destinados a proyectos, verdes, sociales, etc, enfrenta su mayor contracción en los últimos años.

Según cifras de Sustainable Fitch, los bonos etiquetados —que incluyen los verdes, sociales, de sostenibilidad y vinculados a sostenibilidad— cayeron 25% anual, con una contracción de 32% en los bonos verdes específicamente, la más baja desde 2019. La participación de estos instrumentos dentro del mercado global de deuda también disminuyó, pasando de 11.7% en 2024 a 10.2% en la primera mitad de 2025.

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La caída refleja una combinación de factores: desde la incertidumbre macroeconómica hasta el estancamiento regulatorio en Estados Unidos y Europa. "La incertidumbre en torno al gasto de capital y la ralentización de la implementación de regulaciones ambientales, sociales y de gobernanza (ESG, por sus siglas en inglés) están limitando las nuevas emisiones", advierte el informe de Sustainable Finance Trends 2Q25 de Sustainable Fitch. Aunque hay segmentos que muestran algo de resiliencia como las emisiones de organismos supranacionales y los bonos de temática social, el desplome en instrumentos verdes enciende algunas alarmas.

¿Qué son los bonos verdes y cómo funcionan?

Los bonos verdes son instrumentos de deuda emitidos por gobiernos, instituciones financieras o empresas, cuyos fondos se destinan exclusivamente a proyectos con beneficios ambientales. Esto incluye iniciativas como energías renovables, eficiencia energética, transporte limpio, gestión de residuos y adaptación al cambio climático. A diferencia de los bonos tradicionales, estos instrumentos deben cumplir con estándares de transparencia y reportes de impacto, lo que implica una carga administrativa adicional, pero también mayor visibilidad ante inversionistas con criterios ESG.

El mercado ha crecido en la última década. De 1,500 millones de dólares en 2007 hasta superar los 2.9 billones de dólares en emisiones acumuladas hasta 2024.

Según datos de Sustainable Fitch, el mercado etiquetado ha sido impulsado principalmente por entidades públicas: los llamados SSAs (soberanos, supranacionales, subnacionales y agencias), que representaron casi 60% de la emisión total en la primera mitad de 2025.

Estados Unidos, Europa y el efecto dominó

El freno a la emisión de bonos verdes tiene un epicentro claro: Estados Unidos. A partir de 2024, el debate político sobre ESG ha generado un efecto conocido como greenhushing, donde las empresas optan por financiar proyectos sostenibles sin etiquetarlos como verdes, para evitar críticas o escrutinio público. Esto ha reducido drásticamente las emisiones corporativas en esepaís, que cayeron 88% anual en el segundo trimestre de 2025, según datos de Climate Bonds Initiative y IPE.

En paralelo, la Comisión de Bolsa y Valores (SEC) abandonó en marzo de 2025 la defensa de su norma federal de divulgación climática, eliminando de facto la obligación de reportar riesgos ambientales a nivel nacional. Algunos estados como Nueva York, Illinois y Nueva Jersey avanzan en legislaciones propias, pero el vacío regulatorio a nivel federal ha afectado la confianza del mercado.

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Europa, por su parte, mantiene el liderazgo global en volumen de bonos verdes. Sin embargo, también enfrenta retrocesos. La llamada directiva "Stop the Clock", adoptada en mayo de 2025, pospuso dos años la entrada en vigor de la Directiva de Informes de Sostenibilidad Corporativa (CSRD por sus siglas en inglés) y de la Taxonomía de la Unión Europea para empresas medianas y pequeñas. A esto se suman nuevas propuestas para excluir a compañías con menos de 1,000 empleados de las obligaciones de reporte, lo que diluye la presión regulatoria que había incentivado muchas emisiones en el pasado.

El efecto dominó se refleja en la disminución del apetito por nuevas emisiones en otras regiones, dado que una menor liquidez y participación global reducen el atractivo para los inversionistas institucionales.

Otros factores detrás de la caída

Más allá de los factores geopolíticos y financieros, la caída en las emisiones de bonos verdes también responde a obstáculos estructurales que el mercado arrastra desde hace años. Entre ellos destacan los costos adicionales de certificación, la falta de una taxonomía ambiental global unificada y la creciente complejidad regulatoria para etiquetar deuda como “verde”.

Emitir bajo una etiqueta verde implica procesos más costosos, requisitos de transparencia y auditoría, y exposición reputacional. Y algunas firmas emisoras consideran que estos costos ya no compensan los beneficios financieros, especialmente ahora que el greenium, la ventaja en tasas para emisiones verdes, se ha reducido.

"Los emisores parecen estar favoreciendo etiquetas ya consolidadas mientras el mercado se recalibra", señala el informe de Sustainable Fitch. En este entorno, los bonos de sostenibilidad, que combinan metas sociales y ambientales, han sido más resilientes: su caída fue de solo 13% en el primer semestre del año, frente al 32% de los verdes y el 44% de los bonos sociales.

Una señal que exige respuestas

El retroceso en el mercado global de bonos verdes es una advertencia sobre los riesgos de politizar las finanzas sostenibles y de relajar los estándares cuando más se necesita inversión climática. Si bien organismos como los SSAs mantienen una fuerte presencia, su capacidad de compensar la retracción corporativa y la incertidumbre regulatoria es limitada.

La resiliencia de los bonos de sostenibilidad y las nuevas etiquetas demuestran que existe apetito por instrumentos de impacto, pero también que el mercado necesita reglas claras, incentivos efectivos y una narrativa que recupere la confianza. A medida que se acercan los plazos críticos para cumplir con los objetivos climáticos de 2030, recuperar el dinamismo del mercado verde se vuelve una urgencia.

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Mercados de deuda sustentable

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