La energía sostenible registra un crecimiento exponencial en los últimos 30 años, pues en la década de los 90´s la implementación de energía eólica fue la punta de lanza de lo que fueran las nuevas alternativas energéticas. Para la primera década del siglo se desarrollaron tecnologías que hacen posible la energía solar; luego llegó la década de 2010 y con ellos los años de las baterías, y para los 2020 la apuesta se perfila hacia una nueva frontera de la transición energética: el hidrógeno.
Los objetivos climáticos de París y ahora los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) han sido el motor propulsor de encontrar nuevas formas de reducir el impacto en el medio ambiente, aunque, por otro lado, los conflictos geopolíticos y el aumento de los precios del gas también han impulsado el cambio hacia combustibles más verdes.
"El hidrógeno limpio tiene la capacidad de cambiar drásticamente la geopolítica de la energía tal y como la conocemos. Podría surgir una nueva geografía del comercio en torno al hidrógeno limpio y sus derivados, tales como el amoníaco. Los países dotados de abundante sol y viento podrían emerger como grandes exportadores de combustibles verdes o zonas de industrialización verde. La competencia industrial podría intensificarse a medida que los países aspiren al liderazgo tecnológico en torno a segmentos clave de la cadena de valor del hidrógeno", indicó un reporte del Fondo Monetario Internacional (FMI).