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Así puedes saber si el inodoro que tienes ayuda a reducir el desperdicio de agua

Las normas y sus certificaciones permiten identificar productos que reducen el uso de agua y garantizan un consumo mínimo eficiente.
mar 14 octubre 2025 05:55 AM
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El desperdicio generado por equipos obsoletos o defectuosos es alarmante. Una sola fuga en el sanitario, a menudo imperceptible, puede equivaler a una pérdida de agua que va desde 100 hasta 1,000 litros diarios, de acuerdo a la Profeco. (Foto: Claudio Cruz/AFP)

La escasez de agua, exacerbada por el cambio climático y el crecimiento urbano desordenado, obliga a México a repensar cada litro utilizado. Si bien la atención pública se centra a menudo en las grandes fugas de la red de distribución o en el uso agrícola e industrial, la batalla más silenciosa por la eficiencia se libra dentro de nuestros hogares.

La regadera, el inodoro y la grifería son elementos cotidianos donde se define una parte crucial del futuro hídrico nacional. La clave para transformar estos puntos de consumo en aliados de la sustentabilidad reside en una medida de cumplimiento obligatorio y control de calidad: la certificación de los productos bajo las Normas Oficiales Mexicanas (NOM). La elección de un producto certificado no es solo una compra informada, sino un acto de responsabilidad ambiental y social que impacta directamente en la mitigación del estrés hídrico.

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Para dimensionar la urgencia de esta adopción tecnológica, es necesario entender el peso del consumo doméstico. De acuerdo con datos de la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) y la Comisión Nacional del Agua (Conagua), el uso de agua en el hogar se concentra en el baño.

Se estima que, del total de agua empleada en una casa, cerca del 66% se destina al aseo personal y el sanitario. Más allá del consumo per cápita, el desperdicio generado por equipos obsoletos o defectuosos es alarmante. Una sola fuga en el sanitario, a menudo imperceptible, puede equivaler a una pérdida de agua que va desde 100 hasta 1,000 litros diarios, de acuerdo con información de la Profeco.

Es aquí donde la certificación se vuelve fundamental, al garantizar que los productos en el mercado no solo funcionen, sino que lo hagan bajo criterios estrictos de sustentabilidad. El que tenga el sello de la NOM indica que ya pasó por un análisis, por pruebas de laboratorio y que le va a garantizar al consumidor que el producto va a cumplir con su función, con un desempeño óptimo a largo plazo y, más importante aún, con una reducción medible del volumen de agua utilizado, explica Carlos Contreras, coordinador de laboratorio en NYCE Laboratorios, una empresa que se dedica a realizar esas certificaciones.

El inodoro es, quizá, el dispositivo que ha experimentado la transformación más drástica bajo la lupa de la normatividad. Históricamente, estos aparatos eran voraces devoradores de agua, diseñados con criterios de volumen y no de eficiencia.

“Anteriormente, los sanitarios llegaban a gastar de 10 a 15 litros. Y, de hecho, si no se iban los líos, la gente lo que hacía es vaciar un bote. Entonces, aquí ya la nueva norma se encarga de evaluar todo ese tipo de funcionamiento. Tiene que garantizar un uso eficiente con seis y cinco litros. Cinco litros para inodoros ecológicos".

Además de la reducción de litros, también se verifica que el inodoro tenga la potencia necesaria para arrastrar sólidos por la tubería sanitaria a una distancia mínima de 18 metros, eliminando así la necesidad de la doble descarga o del bote adicional, prácticas que anulan cualquier ahorro potencial.

En las regaderas, la norma se enfoca en establecer un límite de flujo máximo, independientemente de la presión del sistema hidráulico del hogar. La especificación actual exige que una regadera no exceda los 10 litros por minuto. Esta restricción de flujo está diseñada para equilibrar el confort del usuario con el uso eficiente. Sin embargo, el factor cultural y la falta de conciencia pueden sabotear esta eficiencia.

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"Aquí la parte más crítica es que muchas veces el consumidor no tiene esa conciencia de ahorrar el agua. Sabemos que es más confortable bañarte con una regadera con un exceso de agua y a muchos les gusta eso entonces lo que hacen es remover los restrictores", dice Contreras.

La remoción de estos dispositivos por parte del usuario convierte una regadera eficiente en un equipo de alto consumo, revirtiendo el esfuerzo regulatorio.

La certificación también aborda la durabilidad de los componentes, un factor clave en el desperdicio silencioso y constante: las fugas.

Las válvulas, sellos y cartuchos de la grifería son sometidos a pruebas de envejecimiento acelerado, resistencia a la corrosión por exposición a cloruro de sodio y ciclos continuos de apertura y cierre (hasta 50,000 ciclos), todo para garantizar su hermeticidad mínima.

Cuando esta durabilidad se compromete, ya sea por fallas de fabricación o por la mala calidad del agua (con altos niveles de sarro o sales), el resultado es una fuga constante.

“En los inodoros, el punto más crítico está en los cerrajes. Muchas veces, si no tenemos cuidado, tienden a desgastarse los 'sapitos' y si no te das cuenta, el inodoro siempre está tirando agua”, comenta Contreras.

El especialista señala que la durabilidad de estos sellos depende mucho de la calidad de agua del servicio público, entre más dura sea (con más sarro), estos suelen desgastarse más rápido, por lo que es vital revisar con regularidad que el tanque del inodoro se llene en tres minutos o menos, lo que dicta la norma, sin importar la presión de agua que se tenga en casa.

Si bien la existencia de las normas y las certificaciones dan certeza del funcionamiento de los productos, la verdadera labor crítica está en el consumidor. No basta con instalar sanitarios certificados si después se deja correr el agua innecesariamente o no se reparan las fugas.

Pero la combinación de una base normativa robusta, una oferta de productos certificados y consumidores conscientes puede transformar dispositivos cotidianos en aliados de la sustentabilidad hídrica nacional.

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