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La IA necesita “permiso social” para justificar su huella energética

El CEO de Microsoft advirtió sobre los compromisos que deben asumir las empresas que desarrollan tecnología relacionada a la Inteligencia artificial debido a sus impactos ambientales y sociales.
mar 16 diciembre 2025 05:55 AM
ia y sostenibilidad
El consumo eléctrico vinculado a la IA amenaza con tensar las redes energéticas y la confianza pública, por lo que las grandes tecnológicas enfrentan no solo desafíos técnicos, sino también sociales. (Petmal/Getty Images)

La creciente expansión de la inteligencia artificial (IA) está impulsando una profunda transformación tecnológica y económica, pero también ha puesto sobre la mesa un debate incómodo: ¿a qué precio energético y ambiental?

Satya Nadella, director general de Microsoft, ha puesto palabras a una inquietud que late con fuerza en el sector y fuera de él. En un momento en que el consumo eléctrico vinculado a la IA amenaza con tensar las redes energéticas y la confianza pública, las grandes tecnológicas enfrentan no solo desafíos técnicos, sino también sociales.

A finales de noviembre, Nadella advirtió que el desarrollo acelerado de la IA “necesita ganarse el permiso social para consumir energía”, argumento que ha resonado más allá de los círculos de Silicon Valley y entre economistas y reguladores de todo el mundo.

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“Permiso social”, la advertencia de Nadella

Para Nadella la legitimidad del uso intensivo de recursos energéticos por la industria tecnológica no está garantizada por la innovación per se, sino por la percepción y aceptación pública. En una entrevista con Mathias Döpfner, CEO de Axel Springer, Nadella dijo que la industria “necesita ganarse el permiso social para consumir energía, porque estamos haciendo el bien en el mundo”.

Esa idea de que la aceptación pública no es automática está asociada a una percepción creciente de que las grandes inversiones en IA y en infraestructura pueden tener externalidades ambientales y sociales importantes.

Nadella contextualizó su advertencia en torno a las preocupaciones ciudadanas y políticas: si el uso de energía resulta en beneficios económicos claros y generalizados, el público podría tolerar la presión sobre las redes eléctricas; de lo contrario, el descontento podría traducirse en resistencia política y social.

Además, Nadella reconoce que el verdadero obstáculo no está en la escasez de chips, sino en la disponibilidad de energía donde se necesita construir centros de datos. “No tengo suficientes lugares en los que conectarlos a la energía”, afirmó en una conversación con ejecutivos del sector, subrayando que la energía puede convertirse en el “cuello de botella” del crecimiento de la IA.

La factura energética de la IA

Según la Agencia Internacional de la Energía (AIE), el consumo mundial de electricidad de los centros de datos, las instalaciones donde se alojan servidores que ejecutan servicios digitales y modelos de IA, podría más que duplicarse para 2030, pasando de aproximadamente 415 teravatios-hora (TWh) en 2024 a cerca de 945 TWh bajo escenarios base, lo que se compara con el consumo anual de energía de un país de tamaño medio como Japón.

En Estados Unidos, los centros de datos ya consumen más del 4% de la electricidad total del país, una proporción que, según estimaciones, podría crecer a más del doble para finales de la década, de acuerdo con Pew Research Center, un centro de investigación independiente y sin fines de lucro.

Esa tendencia ha llevado a debates sobre si las redes eléctricas locales podrán soportar la demanda, o si se requerirán inversiones masivas en infraestructura energética.

El impacto va más allá de la electricidad. La operación de estos centros también consume agua para refrigeración, lo que podría suponer tensiones adicionales sobre recursos locales, particularmente en regiones con estrés hídrico.

Según un artículo del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), una sola consulta a un modelo generativo como ChatGPT puede consumir alrededor de cinco veces más electricidad que una búsqueda tradicional en la web. Esta diferencia se debe a la complejidad de los cálculos y a la infraestructura computacional intensa que requieren los grandes modelos de lenguaje generativo.

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¿Burbuja o revolución?

La advertencia de Nadella se da en medio de un intenso debate sobre la sostenibilidad de la IA. Algunos analistas advierten que muchos proyectos podrían no justificar en términos económicos el enorme gasto en energía e infraestructura. Sin embargo, otros sostienen que la IA está entrando en una fase madura de adopción que generará productividad y beneficios tangibles en sectores como salud, transporte y manufactura.

La innovación en eficiencia energética, optimización de hardware y uso de fuentes renovables será clave para moderar el impacto ambiental. La transición hacia energías limpias es vista como una pieza central para conciliar crecimiento tecnológico y sostenibilidad. Según el informe “Energy Supply for AI” de la IEA, las energías renovables están creciendo más rápido que otras fuentes en el mix energético de los centros de datos, con un aumento medio anual superior al 20% entre 2024 y 2030, y se espera que casi la mitad del crecimiento de la demanda de electricidad de los centros de datos sea cubierta por renovables en ese periodo.

Los defensores de la tecnología señalan que la IA tiene el potencial de mejorar la eficiencia en otros sectores, incluida la gestión de energía y recursos, lo que podría contrarrestar parte de su propia huella ambiental. Investigadores del MIT, por ejemplo, exploran cómo sistemas de almacenamiento de energía y diseños más eficientes de centros de datos podrían reducir emisiones sin frenar la innovación.

No obstante, expertos señalan que sin una regulación clara y estándares ambientales más estrictos, el sector podría exacerbar las desigualdades energéticas, trasladando costos a comunidades locales y consumidores, y afectando políticas climáticas más amplias.

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