Su tarea es controlar y predecir el flujo de agua y "diseñar mapas para asegurarse que en esta área peligrosa no se coloquen poblados ni infraestructuras".
Mientras Serguéi explica su cometido, su hermano Pavel cambia la batería de un sensor colocado a unos 50 centímetros por encima del agua para enviar señales de radio en caso de inundación.
Desaparición para 2100
El fenómeno también tiene una dimensión geopolítica a nivel regional. El sistema de distribución de los recursos hídricos en Asia Central, ideado bajo la Unión Soviética y ahora caduco, es una cuestión espinosa a pesar de la mejora de la cooperación interestatal.
Los países se reprochan incumplir sus obligaciones mutuas de suministro de agua y existe el riesgo latente de conflicto.
"En Asia Central, los recursos hídricos se encuentran en Kirguistán y Tayikistán", dos países con cumbres que se elevan hasta los 7,500 metros de altura y con unos 10,000 glaciares cada uno, explica Omorova.
"Compartimos el agua con nuestros vecinos río abajo", continúa la científica en referencia a Kazajistán, Uzbekistán y Turkmenistán, unos países desérticos y con poca agua donde, por otro lado, viven tres cuartos de los 80 millones de centroasiáticos.
Además del aumento de temperaturas, los glaciares están amenazados también por el creciente interés por los inmensos recursos naturales de la región como el oro, cuya extracción con químicos acelera el derretimiento del hielo.
Tanto Kirguistán como Tayikistán impulsaron sus esfuerzos para alertar sobre la catástrofe que se avecina y consiguieron que la ONU declarara 2025 como "el año de la preservación de los glaciares".
El año pasado, el presidente kirguís, Sadir Japarov, dijo que la superficie de los glaciares de Asia Central "se reducirá a la mitad de ahora a 2050 y desaparecerán por completo antes de 2100", según las últimas previsiones.
Pero, alertó, "en realidad, esto podría producirse mucho más rápidamente".