Las sequías o las inundaciones dejan miles de desplazados cada año y el cambio climático aumenta la cifra. Se trata de personas que deben dejar su hogar, pero que no siempre abandonan su país.
Cristina Pacheco no había escuchado nunca el término ‘cambio climático’ hasta que el mar se llevó su casa. Todo quedó derruido excepto una barda amarilla que aún da la espalda al océano. En el espacio que servía como entrada principal, ahora se cuelan las olas y se ven las nubes. Esa barda de concreto es el único testigo de que un día ella y su familia tuvieron un hogar.
A la comunidad de El Bosque, en Tabasco, se la está tragando el océano. Quienes vivían ahí comenzaron a notar hace unos años que las olas se acercaban hasta que ya no se fueron y sus hogares empezaron a inundarse.
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En 2019, las casas en la primera línea del mar ya no podían ser habitadas. La de Pacheco resistió hasta la víspera de Navidad del año pasado. Un fuerte estruendo en la madrugada anunció que lo inevitable había llegado: los muros de la casa comenzaron a resquebrajar se. Esa historia, con diferentes matices, se ha repetido de manera constante en los últimos tres años: el nivel del mar ha subido al punto de destruir al menos 60 casas, las escuelas y las iglesias.
La información de la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco indica que, en los últimos tres años, el mar ha avanzado al menos 200 metros en esta comunidad. “Antes, el mar venía y regresaba. Pero de repente dejó de ser así, el mar vino y se quedó en la puerta de nuestra casa. Y ahí fue cuando entendimos qué significaba eso a lo que llaman cambio climático”, dice Pacheco en una entrevista telefónica.
Los académicos entrevistados explican que no es sencillo relacionar cualquier evento climatológico con el cambio climático y, a su vez, con los afectados, que en ocasiones se convierten en desplazados. Pero la investigadora Lilia Gama afirma que lo que ha pasado en El Bosque sí ha sido efecto del aumento en la temperatura del planeta. Ella fue la primera que habló del término ‘cambio climático’ con la comunidad. “Las casas de la zona no fueron la causa de lo que está pasando porque estaban construidas lejos de la playa, pero cuando afectas los ecosistemas, aunque sea un poco, vas detonando una serie de cambios y eso da origen a lo que está pasando”, señala.
El Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático ya ha clasificado a Tabasco, con su territorio llano y con altitudes por debajo del nivel del mar, como uno de los lugares con mayor riesgo para los próximos años. Algunos estudios plantean un futuro catastrófico: la organización Climate Central dice que, con el ritmo actual de aumento en la temperatura y el nivel del mar, una cuarta parte del estado podría quedar inundada en 2050 si es que no se instala un sistema de protección, como el que se ha gestionado en los Países Bajos. “Cuando tienes áreas en las desembocaduras de los ríos o a lo largo de playas poco profundas, una cantidad relativamente pequeña de aumento del nivel del mar se arrastra hacia el interior. Y eso es lo que está sucediendo aquí, el impacto del aumento del mar es claramente visible y los riesgos son mucho más notables”, explica Peter Girard, vicepresidente de Comunicación Externa de la organización.
Ahora, Cristina Pacheco vive con siete personas más –sus hijos, su esposo, su madre y su hermano– en una casa prestada en otra comunidad de Tabasco. La Navidad del año pasado se convirtieron en parte de una estadística: la de los desplazados internos por el cambio climático, quienes frente a un evento climático o desastre natural deben dejar sus hogares de manera forzada o preventiva hacia otro lugar –la mayoría, cercano a sus comunidades– y sin atravesar la frontera de sus países. Afganistán y Pakistán se colocan al inicio del listado, con el mayor número de desplazados.
Son casi invisibles, pero son millones y la cifra sube cada vez más. El Centro de Monitoreo del Desplazamiento Interno (IDMC, por sus siglas en inglés) reúne desde 2008 los datos sobre los desplazamientos forzados, principalmente, por violencia y conflictos armados. Desde 2019 lo hace también con quienes deben dejar su vida –de manera temporal o no– por algún evento relacionado con el clima.
En 2023, los desastres provocaron 26.4 millones de nuevos desplazamientos internos en 148 países y territorios. Se trata de la tercera cifra más alta de la última década. De acuerdo con el estudio, el desplazamiento fue como consecuencia de fenómenos meteorológicos severos y terremotos de gran magnitud.
Ricardo Fal-Dutra Santos, coordinador regional del IDMC, explica desde Ginebra que, en términos de información sobre desplazamiento, hay dos grandes desafíos: la falta de disponibilidad de datos en todo el mundo y la incapacidad para determinar, por ahora, qué movimientos están relacionados con el aumento de la temperatura global. “En general, si se habla de cambio climático y desastres, hay uno desconocido ahí, que es que no sabemos exactamente cómo el cambio climático está causando o afectando directamente a los desastres. Si pensamos en el desplazamiento de desastres, todavía tenemos esta relación desconocida entre el clima. Un factor importante que contribuye a esta incógnita es la disponibilidad de datos”.
México aún no tiene una metodología para contabilizar a los desplazados por efectos climatológicos ni una legislación federal para dar el estatus oficial de refugiados o desplazados internos por motivos climáticos, aunque algunas legislaciones a nivel estatal, como Chiapas, Guerrero y Sinaloa, ya reconocen el término y los identifica como aquellos que se han visto obligados a abandonar o huir de su lugar de residencia para evitar los efectos de catástrofes naturales.
El país ha iniciado algunos intentos de establecer una regulación, pero hasta ahora ninguno ha tenido éxito, los datos son escasos y eso complica su medición. El IDMC señala que en 2023 en México hubo 187,000 desplazamientos, la cifra más alta jamás registrada, ante el azote del huracán Otis, en el estado de Guerrero el 25 de octubre. Fal-Dutra Santos explica que, pese a los esfuerzos por llevar un registro, la falta de información local complica la recopilación de datos y que los números podrían reflejar una cifra muy por debajo de la realidad.
En América Latina, Brasil, Colombia y Haití ocupan los primeros lugares del listado. Los fenómenos climáticos que más afectan a la región son las tormentas y las inundaciones, aunque las sequías ya se han convertido en un factor a considerar, sobre todo, en países como Argentina.
Cristina Pacheco y sus vecinos en Tabasco esperan ser reubicados en los próximos meses. Quienes habitan en las cerca de 30 casas que aún están en pie en El Bosque también esperan a que lo inevitable suceda. Mientras tanto, una de las vecinas del pueblo vive en la única iglesia que queda. Pacheco dice que se negó a dejar su casa, pero lo hizo cuando despertó y el mar ya estaba a la orilla de su cama.