Los incendios emitieron casi 400 millones de toneladas de carbono, más de dos veces y media las emisiones de todos los demás sectores de Canadá juntos, añadió.
Por otra parte, 2024 fue el segundo año con más emisiones por incendios forestales dentro del Círculo Polar Ártico.
Presagio alarmante
Cuando se le preguntó si el cambio del Ártico de sumidero de carbono a fuente podría ser permanente, Rogers respondió que sigue siendo una cuestión abierta. Aunque los bosques boreales situados más al sur todavía sirven de sumideros de carbono, las regiones del norte son motivo de mayor preocupación.
"No cabe duda de que existe una variabilidad interanual", subrayó. "Lo que estoy informando aquí es la condición promedio que hemos visto en un período de 20 años", entre 2001 y 2020.
En reacción a la noticia, Brenda Ekwurzel, climatóloga de la Union of Concerned Scientists dijo: "La catástrofe climática que estamos presenciando en el Ártico ya está teniendo consecuencias para comunidades de todo el mundo".
Además de más cálido, el Ártico también se está volviendo más húmedo, y el verano boreal de 2024 será el más lluvioso jamás registrado. Esta tendencia acelera la erosión costera, y amenaza a las comunidades indígenas que dependen de la estabilidad del hielo para sus prácticas tradicionales de caza.
El aumento de las temperaturas también está afectando a la fauna, y el informe señala que el número de caribúes de la tundra ha disminuido en un 65% en las últimas dos o tres décadas, ya que el calor del verano altera sus desplazamientos y su supervivencia, junto con los cambios en las condiciones de la nieve y el hielo en invierno.
Sorprendentemente, sin embargo, las poblaciones de focas de Alaska siguen gozando de buena salud.
El informe no encontró impactos negativos a largo plazo en la condición corporal, la edad de madurez, las tasas de embarazo, o la supervivencia de las crías de las cuatro especies de focas de hielo -anilladas, barbudas, manchadas y de cinta- que habitan en los mares de Bering, Chukchi y Beaufort.