Este crecimiento se ha visto impulsado principalmente por las preferencias del consumidor en Norteamérica, y es que, de acuerdo con Rico, entre 78% y 83% del tomate, pimiento y pepino cultivado bajo invernadero en México se exporta a Estados Unidos, y entre 7% y 10% a Canadá.
A diferencia de la agricultura tradicional, los cultivos en invernadero permiten producir alimentos durante todo el año bajo condiciones controladas de temperatura, humedad y ventilación. Esto no solo mejora los rendimientos, hasta 100 kilos de tomate por metro cuadrado frente a los 8-12 kilos del campo abierto, sino que también reduce el uso de agua, Según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), México se encuentra entre los países con mayor presión sobre sus recursos hídricos. La agricultura consume alrededor del 70% del agua disponible.
Plantanova ha sabido aprovechar el auge por los productos provenientes de la agricultura protegida. La empresa fundada en 2008 se dedica a producir plántulas injertadas de tomate, pimiento, pepino y melón, combinando características deseables de diferentes plantas: resistencia, capacidad de absorción de nutrientes, sabor y calidad del fruto.
“Nosotros somos una fábrica de plantas bebés para invernaderos. Lo que nos distingue es que somos una empresa de injertadores. Lo que hacemos es combinar dos plantas con características diferentes; por ejemplo, una con tolerancia a la salinidad y otra de cierto tamaño, sabor y cualidades”, explica Rico.
Entre 2019 y 2025, Plantanova ha incrementado 3.3 veces el volumen de hectáreas que abastece, lo que se traduce en una creciente participación en el mercado.
“Hay 11% de posibilidades de que un jitomate o un pimiento que consumes cuando vas al supermercado haya tenido origen con nosotros”, afirma el directivo.
El mercado está en auge; sin embargo, el sector enfrenta desafíos como el limitado acceso al crédito y el alto costo del dinero en México. Y es que el costo de los invernaderos depende de su tamaño, pero en general superan los 10,000 pesos más el mantenimiento y la inversión inicial que se requiere para comenzar a operarlo, recursos con los que no cuentan la mayoría de los agricultores en México.
Además, la incertidumbre comercial generada por los constantes vaivenes en las políticas de aranceles entre México y Estados Unidos frena decisiones de inversión. De acuerdo con el Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (SENASICA), más del 60% de los productos hortícolas frescos que México exporta a Estados Unidos provienen de sistemas de agricultura protegida, lo que subraya la relevancia del modelo no solo para la economía nacional, sino también para la estabilidad comercial del país.