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La agricultura protegida florece en México

La agricultura protegida en México ha crecido de forma exponencial en los últimos 20 años ante la demanda del mercado norteamericano y ventajas como el uso eficiente del agua y mayores rendimientos.
lun 02 junio 2025 01:49 PM
agricultura protegida
Los cultivos en invernadero permiten producir alimentos durante todo el año bajo condiciones controladas de temperatura, humedad y ventilación.

En las últimas dos décadas, la agricultura protegida en México ha experimentado un crecimiento exponencial. Este modelo, basado en el cultivo de hortalizas bajo condiciones controladas, principalmente en invernaderos, responde a un aumento de la demanda del mercado norteamericano y ofrece soluciones a desafíos que enfrenta el sector como el acceso limitado al agua y la necesidad de mejorar la calidad alimentaria del país.

Según Pharis Rico, director de Plantanova, empresa especializada en la propagación de plantas injertadas para cultivo protegido, en 2002 existían 132 hectáreas de invernaderos activos en todo el país. Para 2025, ya se cuentan con más de 5,000 hectáreas, sin contar más de 14,000 hectáreas adicionales dedicadas a cultivos con algún tipo de protección contra lluvia, granizo o plagas.

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Este crecimiento se ha visto impulsado principalmente por las preferencias del consumidor en Norteamérica, y es que, de acuerdo con Rico, entre 78% y 83% del tomate, pimiento y pepino cultivado bajo invernadero en México se exporta a Estados Unidos, y entre 7% y 10% a Canadá.

A diferencia de la agricultura tradicional, los cultivos en invernadero permiten producir alimentos durante todo el año bajo condiciones controladas de temperatura, humedad y ventilación. Esto no solo mejora los rendimientos, hasta 100 kilos de tomate por metro cuadrado frente a los 8-12 kilos del campo abierto, sino que también reduce el uso de agua, Según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), México se encuentra entre los países con mayor presión sobre sus recursos hídricos. La agricultura consume alrededor del 70% del agua disponible.

Plantanova ha sabido aprovechar el auge por los productos provenientes de la agricultura protegida. La empresa fundada en 2008 se dedica a producir plántulas injertadas de tomate, pimiento, pepino y melón, combinando características deseables de diferentes plantas: resistencia, capacidad de absorción de nutrientes, sabor y calidad del fruto.

“Nosotros somos una fábrica de plantas bebés para invernaderos. Lo que nos distingue es que somos una empresa de injertadores. Lo que hacemos es combinar dos plantas con características diferentes; por ejemplo, una con tolerancia a la salinidad y otra de cierto tamaño, sabor y cualidades”, explica Rico.

Entre 2019 y 2025, Plantanova ha incrementado 3.3 veces el volumen de hectáreas que abastece, lo que se traduce en una creciente participación en el mercado.

“Hay 11% de posibilidades de que un jitomate o un pimiento que consumes cuando vas al supermercado haya tenido origen con nosotros”, afirma el directivo.

El mercado está en auge; sin embargo, el sector enfrenta desafíos como el limitado acceso al crédito y el alto costo del dinero en México. Y es que el costo de los invernaderos depende de su tamaño, pero en general superan los 10,000 pesos más el mantenimiento y la inversión inicial que se requiere para comenzar a operarlo, recursos con los que no cuentan la mayoría de los agricultores en México.

Además, la incertidumbre comercial generada por los constantes vaivenes en las políticas de aranceles entre México y Estados Unidos frena decisiones de inversión. De acuerdo con el Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (SENASICA), más del 60% de los productos hortícolas frescos que México exporta a Estados Unidos provienen de sistemas de agricultura protegida, lo que subraya la relevancia del modelo no solo para la economía nacional, sino también para la estabilidad comercial del país.

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Además de ser una vía para mejorar la productividad, la agricultura protegida también puede incidir en la seguridad alimentaria nacional.

“La cantidad de zona arable que tiene México no es proporcional al tamaño del país. La agricultura protegida puede contribuir de una manera definitiva no solo para la seguridad, sino para la calidad alimentaria”, sostiene Rico.

Este modelo permite cultivar en zonas semiáridas, lo cual promueve el arraigo de comunidades y reduce la migración.

Las políticas públicas también juegan un papel clave en consolidar el avance del sector. Rico subraya la necesidad de fortalecer la educación nutricional y combatir la publicidad engañosa que promueve productos supuestamente saludables.

“El acceso a los alimentos sanos se ha vuelto un lujo. Si la demanda nacional se fortalece, entonces más producto se va a quedar en México”, señala el directivo

El futuro de la agricultura protegida en México depende, en buena medida, de su capacidad para consolidar un ecosistema que combine innovación tecnológica, sostenibilidad ambiental, inclusión social y políticas públicas efectivas. Plantanova representa un caso ejemplar en ese camino, demostrando que producir más y mejor no solo es posible, sino necesario.

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