El costo ambiental de producir una batería
Las críticas no solo provienen del mercado sino también de los análisis medioambientales. Datos de la Agencia Internacional de Energía, sugieren que la producción de vehículos eléctricos puede ser menos sostenible que la de los automóviles con motor de combustión interna. La fabricación de baterías, en particular, requiere grandes cantidades de energía y requiere seis veces más minerales que uno de gasolina, resultando en una "deuda de carbono" inicial que es significativamente mayor que la de los coches tradicionales.
La extracción de estos minerales no está exenta de controversias. En la República Democrática del Congo, una nación rica en cobalto, miles de niños trabajan en condiciones extremas en minas artesanales. Esta dura realidad pinta un panorama sombrío sobre la cadena de suministro de los vehículos eléctricos. En Chile, la extracción de litio en el desierto de Atacama está drenando los escasos recursos hídricos, afectando tanto al medio ambiente como a las comunidades locales.
Además, el final de la vida útil de los vehículos eléctricos plantea otro desafío. La disposición de las baterías y otros componentes específicos de estos vehículos aún no cuenta con un sistema de reciclaje suficientemente eficaz, aumentando el riesgo de contaminación ambiental.
Björn Annwall, Chief Commercial Officer y Deputy CEO de Volvo, reconoció en una entrevista que la transición hacia la sostenibilidad en la industria automotriz enfrenta desafíos muy serios. “Al cambiar de un motor de combustión a uno eléctrico, se eliminan las emisiones de gases pero se introduce la problemática del uso de materiales para baterías, además del plástico y el aluminio”, dijo.
Annwall destacó que el objetivo de la empresa es convertirse en un negocio climáticamente neutro para 2040, reduciendo las emisiones de CO2 en un 40% anual en comparación con 2018. Este ambicioso objetivo requiere un mapa claro para alcanzar el cero en emisiones, especialmente en el uso de aluminio reciclado y diseños de coches que optimicen el uso de baterías.
Annwall enfatizó la necesidad de que cada nueva generación de coches se acerque más al objetivo de cero emisiones. Sin embargo, señaló que uno de los grandes retos es el origen de los minerales para las baterías, los cuales provienen en ocasiones de áreas menos controladas. Por ello, la empresa está trabajando estrechamente con sus proveedores para garantizar auditorías en las minas de donde provienen estos minerales y un monitoreo de la cadena de suministro.
“Aunque en el pasado las auditorías dentro de la industria no fueron efectivas, ahora están comprometidos a hacer que funcionen correctamente”, añadió.
El cambio climático y las regulaciones gubernamentales jugaron un papel crucial en la decisión de los fabricantes de apostar por los vehículos eléctricos. Con la amenaza de multas y restricciones más severas sobre las emisiones de carbono, las empresas automotrices se vieron obligadas a buscar alternativas más limpias. Los gobiernos de todo el mundo implementaron políticas para fomentar la producción y compra de vehículos eléctricos, ofreciendo subsidios y estableciendo metas de reducción de emisiones que solo podían cumplirse con una transformación radical del sector automotriz.
Aunque un estudio del Laboratorio Nacional Argonne del Departamento de Energía de Estados Unidos reveló que en menos de dos años de conducción típica, un vehículo eléctrico puede compensar las emisiones adicionales generadas durante su fabricación, la eficiencia de los vehículos eléctricos depende en gran medida de cómo se genera la electricidad que los alimenta.
En lugares como California, Estados Unidos, donde la electricidad proviene en gran medida de fuentes renovables, los vehículos eléctricos muestran una ventaja significativa. En contraste, en países como México, donde el carbón sigue siendo una fuente principal de energía, la diferencia es menos pronunciada.
Un punto de inflexión
Los fabricantes de automóviles se encuentran ahora en una encrucijada. La inversión en vehículos eléctricos, aunque inicialmente impulsada por una combinación de optimismo y presión regulatoria, no ha generado el retorno esperado ni ha demostrado ser tan sostenible como se pensaba. Esto plantea preguntas difíciles sobre el camino a seguir.
La industria necesita reevaluar su estrategia, posiblemente diversificando sus esfuerzos hacia tecnologías alternativas como los e-combustibles y las celdas de combustible de hidrógeno, aunque estas también presentan sus propios desafíos de eficiencia y viabilidad.
En este contexto, algunos fabricantes como Toyota argumentan que la mejora de los motores de combustión interna y la adopción de tecnologías híbridas podrían ofrecer una solución más inmediata y con menor impacto ambiental inicial. Las baterías más pequeñas y eficientes, combinadas con motores mejorados, podrían ser una alternativa viable mientras la infraestructura para los vehículos eléctricos y la tecnología de baterías avanzan.
Guillermo Díaz, presidente de Toyota Motors Sales y Lexus en México, resaltó la importancia de optimizar los recursos destinados a la producción de vehículos eléctricos considerando cuántos híbridos o híbridos conectables se pueden fabricar en su lugar. Esta proporción es crucial, ya que permite una reducción más amplia de las emisiones de CO2 al reemplazar una mayor cantidad de vehículos de combustión interna con vehículos híbridos.
Entonces, ejemplifica, si en lugar de vender un vehículo eléctrico, se venden diez híbridos eléctricos, se está garantizando que esos diez vehículos ya no funcionarán con combustión interna, contribuyendo a la reducción de emisiones.
“El verdadero objetivo es la mezcla de tecnologías que maximice la disminución de emisiones, no solo seguir una tendencia de ventas”, concluyó.