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Taruk es la apuesta de la CDMX por un transporte público sin emisiones

El autobús eléctrico busca transformar la movilidad en la Ciudad de México y sentar las bases para una política energética más limpia.
vie 02 mayo 2025 01:17 PM
taruk y sostenibilidad
El modelo de Taruk ya fue incorporado en una fase piloto en la Red de Transporte de Pasajeros (RTP) de la Ciudad de México, específicamente en la Ruta 46, que conecta Iztapalapa y Tláhuac, zonas con alta demanda de movilidad.

El transporte público en la Ciudad de México enfrenta uno de sus mayores retos: dejar de contaminar. Frente al crecimiento acelerado del parque vehicular y el uso intensivo de combustibles fósiles, la necesidad de una alternativa sostenible y eficiente se vuelve urgente.

En este escenario, Taruk, el primer autobús eléctrico diseñado y ensamblado en el país, se perfila como un modelo de intervención con implicaciones de largo plazo para la movilidad urbana.

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Desarrollado por las empresas Dina y Megaflux, forma parte de una estrategia de transición energética que prioriza el transporte público eléctrico. Con su autonomía de hasta 200 kilómetros y su operación libre de emisiones, el vehículo busca contribuir a la disminución de contaminantes en entornos urbanos, así como el fortalecimiento de capacidades tecnológicas locales.

Su integración con tecnologías nacionales responde, además, a una lógica de desarrollo industrial con impactos sociales y ambientales.

El modelo ya fue incorporado en una fase piloto en la Red de Transporte de Pasajeros (RTP) de la Ciudad de México, específicamente en la Ruta 46, que conecta Iztapalapa y Tláhuac, zonas con alta demanda de movilidad. La incorporación busca generar evidencia sobre su rendimiento, viabilidad técnica y beneficios en operación real.

Consumo energético y emisiones en aumento

El sector transporte consume el 43% de toda la energía utilizada en el país, la mayoría proveniente de fuentes fósiles, según datos del Gobierno de México.

Este consumo continúa en aumento debido a un crecimiento anual del 6% en el número de automóviles, una cifra que supera tanto el crecimiento poblacional como el económico. Este escenario contribuye al deterioro ambiental, problemas de salud pública y una creciente dependencia energética.

Un estudio elaborado por EGADE Business School del Tecnológico de Monterrey y VEMO, titulado “Electromovilidad en México: una propuesta de mitigación de emisiones y su impacto en la salud”, estima que la sustitución de autobuses convencionales por modelos eléctricos como Taruk podría evitar la emisión de 40,500 toneladas de CO2 al año, además de reducir la emisión de 364 toneladas de óxidos de nitrógeno (NOx), gases con efectos adversos sobre la salud respiratoria.

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En las ciudades, el transporte urbano genera aproximadamente el 65% de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y el 75% del material particulado fino (PM 2.5). Esto sitúa a la electrificación del transporte como una medida prioritaria tanto en materia ambiental como de salud pública.

Taruk también se inserta en un momento clave para la política industrial vinculada a la transición energética. El modelo representa un avance estratégico en la cadena de valor del litio, al emplear baterías diseñadas para el transporte público, lo que fortalece la capacidad nacional para desarrollar soluciones de electromovilidad sin depender completamente de tecnologías importadas.

Además de los beneficios en emisiones, la implementación de autobuses eléctricos reduce la contaminación acústica, mejora la eficiencia operativa y disminuye los costos de mantenimiento.

En términos sociales, estas características pueden incidir en una mejor percepción del transporte público, aspecto clave en ciudades como la capital mexicana, donde el sistema de transporte urbano prestó servicio a 170.3 millones de pasajeros en diciembre de 2024, un aumento de 4.6% respecto al mismo mes del año anterior, según el INEGI.

Actualmente, el modelo Taruk también fue presentado en Guadalajara como parte de un proceso de evaluación y posible expansión a otras ciudades.

El reto será escalar esta iniciativa, asegurar su integración con fuentes de energía renovable y mantener la producción nacional como un eje de la estrategia, en busca de una movilidad urbana más limpia, eficiente y alineada con los objetivos energéticos y climáticos del país.

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