Según la Oficina de las Naciones Unidas de Servicios para Proyectos (UNOPS) las ciudades han intentado resolver cada problema relacionado con la infraestructura de manera individual, sin detenerse a pensar en su impacto ni en los efectos que todos los problemas generan entre sí.
Las opciones de movilidad como caminar o ir en bicicleta son las formas de trasladarse que producen menos emisiones de carbono y han tomado una mayor relevancia en las ciudades del mundo. Sin embargo, cuando no existen las condiciones favorables en la infraestructura, puede incentivar a las personas a utilizar otros medios de transporte que emiten más contaminantes.
“Las ciudades son extremadamente vulnerables al cambio climático. En América Latina y el Caribe (ALC), una de las regiones más vulnerables del mundo a este fenómeno, ya se siente en varios municipios los crecientes riesgos de escasez de agua, aumento del nivel del mar y eventos climáticos extremos como olas de calor e inundaciones”, indica el informe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
El BID agrega que una parte sustancial de la destrucción de activos provocada por desastres recae sobre la infraestructura de servicios públicos, incluidos los sectores de energía, agua y saneamiento, y transporte. Esto no solo implica daños materiales, pues según la institución, también genera interrupciones en los servicios, lo que agrava las pérdidas sociales y económicas.
Para José Antonio Torre Medina, director del Centro para el Futuro de las Ciudades del Tecnológico de Monterrey, los efectos del cambio climático en la movilidad de las ciudades han sido más visibles por una planeación desordenada de la infraestructura y explica que es necesario privilegiar el desarrollo de sistemas de transporte público masivo, moderno, limpio, eficaz y de alcance general sobre el uso individual del automóvil.
Torre describe que las ciudades son como un sistema complejo integrado por otros "sistemas de infraestructura, energía, agua, humanos, económicos y medioambientales". Además, el especialista afirma que es crucial entender que una mejor infraestructura para el transporte genera una ciudad sostenible y una mejor calidad de vida.