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Ecobici y el espacio público

Es preciso mirar con atención algunas tareas pendientes: más allá de esta plataforma de transporte, la misión inconclusa está en las calles para una movilidad posible.
vie 13 septiembre 2024 05:00 AM
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La bicicleta es un vehículo que nos transporta al igual que otros sistemas como Metrobús, Trolebús y Cablebús, convirtiéndose en una opción real para trasladarse en las zonas centrales y planas de la ciudad.

La ciudad es el espacio público por excelencia; son sus lugares de encuentro y convivencia, los ciudadanos deseamos y procuramos que sean dignos y seguros, cargados de identidad, pertenencia y orgullo. Es el espacio donde nos relacionamos unos con los otros, con la otredad, donde establecemos vínculos personales y comunitarios. Al utilizarlo se nos abren caminos para el disfrute y como habitantes urbanos ejercemos nuestro derecho al tránsito y a la movilidad en sus diferentes modalidades.

La ciudad es un flujo inmenso e incesante de personas, entendamos al espacio público no únicamente por sus plazas, explanadas, jardines, parques, camellones y demás espacios abiertos y comunitarios, sino por todos los componentes que lo conforman para que la ciudad fluya y funcione; las terminales de transporte, los aeropuertos, las estaciones de autobuses, Metro, Metrobús, Cablebús y los paraderos son espacios públicos, así como lo son las aceras de las calles y las superficies de rodamiento de las carpetas asfálticas.

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En todos estos lugares, compartimos la ciudad, ya sea por largos períodos o en circunstancias breves somos usuarios de ella, por lo tanto es muy importante mejorar y dignificar lo público, porque es de todos.

No podemos soslayar que los recorridos peatonales se enfrentan constantemente a obstáculos y barreras, cruceros peligrosos, las superficies de las aceras desiguales y deterioradas, con considerables diferencias de altura en guarniciones, agujeros y ausencia de registros o tapas de instalaciones subterráneas desniveladas, árboles inadecuadamente ubicados o mal podados, ese es el escenario cotidiano para nosotros como ciudadanos de a pie, queda mucho por hacer en nuestra ciudad para mejorar los senderos peatonales.

Ahora bien, en plazas y jardines o parques públicos emblemáticos, ahí sí se presenta un avance considerable, se ha logrado establecer un código de elementos a instrumentar; buenos pavimentos, elementos vegetales de identidad, accesibilidad universal, mobiliario urbano adecuado, novedoso y resistente, fuentes de nueva generación e iluminación y alumbrado público eficiente y de ahorro energético, bolardos para definir límites y protecciones así como esquinas desvanecidas en rampas para evitar las guarniciones, lo anterior forma parte de una familia de materiales y elementos armónicos que brindan identidad urbana.

La calle y la bici, el binomio de la movilidad

En cuanto a la movilidad alternativa compuesta fundamentalmente por Ecobici, hay que resaltar que la bicicleta es un vehículo que nos transporta al igual que otros sistemas como Metrobús, Trolebús y Cablebús, convirtiéndose en una opción real para trasladarse en las zonas centrales y planas de la ciudad, a pesar de las limitaciones para cierto perfil de usuarios y por las eventuales condiciones del clima, sin embargo es una alternativa cuando es posible, al cansado e individualizado automovilista urbano encapsulado en su vehículo que invierte varias horas diarias en sus traslados.

Ecobici es por esencia espacio público, al ser un sistema que ofrece al usuario recorrer la ciudad e interconectarse con buena parte de sus colonias y áreas centrales, no solo es espacio público por los puntos emblemáticos que toca o por la ubicación de sus estaciones en espacios singulares, lo es porque toda su red se desarrolla en el espacio a cielo abierto, todas sus trayectorias suceden en el exterior, compartiendo la estructura comunitaria de la urbe, su escala es de mayor espectro al de cualquier lugar específico.

El filósofo y semiólogo francés Roland Barthes decía que a las ciudades actuales las conocemos y vivimos en tránsito, en permanente movimiento, no como antes en unos cuantos puntos, sino lo hacemos recorriéndolas de un extremo a otro por necesidad y en ocasiones por gusto, debido a las largas distancias ya genéricas de las ciudades actuales, somos ciudadanos dinámicos, no estáticos .

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Ante estas condiciones, el moverse en bicicleta y sobre todo mediante el sistema de bicicleta pública Ecobici, brinda al usuario la libertad de hacerse temporalmente de un vehículo de dos ruedas en más de 711 puntos en la Ciudad de México, ya sea para iniciar o terminar un viaje, en cualquiera de los casos, en la búsqueda para tomar o dejar la bicicleta se está inmerso en el espacio público, se comparte la bicicleta como se hace con la calle, se convierte en una acción comunitaria, ciudadana, y eso es justo lo que determina el que sea en esencia una cuestión pública.

Aunado a sus ventajas y a la libertad de despojarse del vehículo y alternar un trayecto complementario peatonalmente, lo que posibilita conocer más de las calles, ubicar las esquinas, y reconocer la nomenclatura y estructura urbana del barrio o colonia visitada.

Y sin embargo, es preciso mirar con atención algunas tareas pendientes: más allá de la plataforma de Ecobici, que considero todo un éxito, la misión inconclusa está en las calles, posiblemente la mínima expresión indispensable para una movilidad posible. Las calles son diversas y desiguales; independiente a la urgencia de mejores ciclovías, la superficie fundamental para el ciclista es la calle, y es por antonomasia el punto de partida del espacio público.

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Nota del editor: Felipe Leal es arquitecto y académico, actor y conocedor del espacio público. Es integrante de El Colegio Nacional.

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