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Vientos cambiantes de ESG. Clave, responsabilidad ambiental en cadenas de valor

La polarización de la acción climática ha convertido la sostenibilidad en un campo de batalla político, lo que ha llevado a muchas empresas a mostrarse reacias a promover la ESG públicamente.
vie 14 febrero 2025 06:01 AM
Vientos cambiantes de ESG. Clave, responsabilidad ambiental en cadenas de valor
Medir los indicadores ambientales en la cadena de valor permite anticiparse a estos riesgos y desarrollar estrategias para mitigarlos, apunta Federico Manuel Gómez Guisoli.

El discurso global en torno a los principios ESG (Ambientales, Sociales y de Gobernanza) ha experimentado un cambio sísmico. Antes considerados un pilar de la responsabilidad corporativa y la estrategia empresarial a largo plazo, hoy enfrentan una reacción adversa impulsada por fuerzas políticas y económicas. Muchas empresas están reduciendo programas de DEI (Diversidad, Equidad e Inclusión), abandonando alianzas climáticas y restando importancia a sus compromisos de sostenibilidad. Estos cambios, acentuados por acontecimientos políticos recientes, como el resurgimiento de Donald Trump en la escena estadounidense, reflejan un escepticismo creciente hacia las supuestas cargas que conlleva la ESG.

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Sin embargo, esta reacción negativa empaña una verdad fundamental: aunque algunos aspectos de la ESG puedan fluctuar según el clima político, la necesidad empresarial de comprender y gestionar riesgos ambientales—en particular en las cadenas de suministro—sigue siendo ineludible. La responsabilidad ambiental no es simplemente algo deseable ni una moda sujeta al vaivén de los vientos políticos; es una necesidad estratégica para las empresas que operan en un mundo cada vez más complejo e interconectado.

La reacción adversa contra la ESG

La oposición a la ESG no es nueva, pero en los últimos años ha alcanzado un punto álgido. Sus críticos argumentan que las iniciativas ESG imponen costos innecesarios, carecen de un impacto medible y responden a agendas elitistas alejadas de la realidad empresarial. Ejemplo de ello son los retiros de alto perfil de coaliciones climáticas, como la Net Zero Banking Alliance. La polarización de la acción climática ha convertido la sostenibilidad en un campo de batalla político, lo que ha llevado a muchas empresas a mostrarse reacias a promover la ESG públicamente.

No obstante, esta división ideológica pasa por alto los elementos pragmáticos de la ESG, especialmente los indicadores ambientales. Independientemente del contexto político, las fuerzas que impulsan la rendición de cuentas en materia ambiental están profundamente arraigadas en la economía global y es poco probable que desaparezcan.

Por qué la responsabilidad ambiental sigue importando

En esencia, la responsabilidad ambiental se centra en entender y mitigar riesgos. Las empresas operan en un entorno donde las disrupciones en la cadena de suministro, la escasez de recursos y el deterioro de la reputación representan amenazas tangibles. Medir los indicadores ambientales en la cadena de valor permite anticiparse a estos riesgos y desarrollar estrategias para mitigarlos, algunas de ellas son:

Transparencia en la cadena de suministro: Las empresas son cada vez más responsables de los impactos ambientales de sus proveedores. Desde la huella de carbono hasta el consumo de agua, comprender estas métricas es clave para cumplir con regulaciones y satisfacer las expectativas de los clientes. No identificar y gestionar estos impactos puede traducirse en multas, pérdida de contratos y daño reputacional.

Presiones regulatorias: A pesar de la resistencia política, los marcos regulatorios en torno a la sostenibilidad siguen consolidándose. En la Unión Europea, por ejemplo, la Directiva de Información sobre la Sostenibilidad Corporativa (CSRD) exige a las empresas revelar información detallada sobre sus impactos ambientales. Las empresas que no cumplan con estos requisitos podrían perder acceso a mercados clave y ver comprometida su credibilidad.

Demanda del mercado e inversores: Inversores y consumidores valoran cada vez más a las compañías que demuestran responsabilidad ambiental. Aunque algunos sostienen que la fatiga en torno a la ESG está en aumento, la realidad es que los mercados premian la resiliencia y la capacidad de previsión. Las empresas con estrategias ambientales sólidas están mejor preparadas para afrontar disrupciones, atraer inversiones y fidelizar a sus clientes.

Ahorros de costos a largo plazo: La responsabilidad ambiental suele traducirse en eficiencias operativas, como la reducción del consumo de energía o la minimización de residuos. Estas iniciativas no solo contribuyen a los objetivos de sostenibilidad, sino que también generan ahorros tangibles, lo que convierte a la ESG en una estrategia de negocio rentable.

Una estrategia a prueba de futuro

El actual contexto político y cultural podría desincentivar la adopción abierta de narrativas ESG, pero los líderes empresariales reconocen que ciertos aspectos de la sostenibilidad son innegociables. La responsabilidad ambiental—especialmente en las cadenas de suministro—es un pilar fundamental de la gestión de riesgos y la creación de valor.

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Para mantenerse competitivas, las empresas deben:

- Invertir en herramientas y sistemas para monitorear indicadores ambientales en toda la cadena de valor.

- Colaborar con los proveedores para garantizar que comprendan y reduzcan sus impactos ambientales.

- Enfocarse en aspectos materiales alineados con las prioridades del negocio y las expectativas de los grupos de interés.

- Estos esfuerzos no buscan satisfacer una agenda política, sino fortalecer la resiliencia empresarial en un mundo donde los riesgos ambientales son reales y van en aumento.

La reacción adversa contra la ESG refleja un cambio en la dinámica política cultural, pero no debería distraer a las empresas de la importancia de la responsabilidad ambiental. Monitorear y gestionar indicadores ambientales no es solo una obligación regulatoria; sino una decisión de negocio que garantiza competitividad, cumplimiento normativo y valor a largo plazo.

Aunque los vientos políticos cambien, los principios de una buena gestión empresarial siguen siendo los mismos: identificar los riesgos, adaptarse al entorno y posicionarse para un futuro sostenible. Ante la incertidumbre, las empresas que prioricen la responsabilidad ambiental en sus cadenas de valor serán las que prosperen.

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Nota del editor: Federico Manuel Gómez Guisoli es CEO de Kolibri. Síguelo en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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Opinión ESG Política ambiental Protección al medio ambiente

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