La sostenibilidad ha dejado de ser una opción para convertirse en una necesidad estratégica en el mundo empresarial. En México, cada vez son más las organizaciones que están comenzando a comprender que la integración de las variables ambientales a los modelos de negocio y la adopción de prácticas sostenibles no solo es una respuesta a las presiones regulatorias y de los consumidores, sino también una estrategia fundamental para asegurar su viabilidad a largo plazo.
Estrategias de sostenibilidad, un camino hacia la transformación empresarial
Las empresas que lo entiendan serán capaces de enfrentar los desafíos futuros y generar valor en un entorno cada vez más exigente. Sin embargo, lograr una integración completa de la sostenibilidad en el núcleo del negocio no es un proceso inmediato; es un viaje que requiere compromiso y paciencia, pasando por diferentes etapas de madurez.
Muchas compañías comienzan en la fase de Despertar, cuando reconocen la importancia de la sostenibilidad, pero aún la perciben como una actividad complementaria, muchas veces confundida con la Responsabilidad Social Empresarial (RSE) o relegada a áreas como Seguridad, Higiene y Ambiente (SHE) sin la conexión con su estrategia central. El interés está, pero falta una dirección clara. En este punto, las empresas a menudo carecen de los conocimientos técnicos necesarios para vincular la sostenibilidad con su negocio de manera efectiva.
A medida que avanzan, entran en la fase de Impulso, donde las iniciativas comienzan a emerger, aunque de manera desarticulada. He observado que muchas veces se trata de esfuerzos aislados, sin un marco estratégico que las unifique. No logran resultados escalables, y el impacto es limitado. Por el contrario, las organizaciones que incorporan la sostenibilidad de manera transversal en todas sus áreas operativas son las que realmente marcan la diferencia.
Cuando la organización madura y logra integrar la sostenibilidad de manera profunda, deja de ser una iniciativa aislada y entra en la fase de Ordenar, aquí las empresas se alinean y organizan sus esfuerzos para avanzar de forma estratégica, creando un área dedicada a la sostenibilidad o designando responsables formales. Sin embargo, aún falta consolidar un equipo sólido. Aquí es donde el liderazgo juega un papel crucial. Cuando la alta dirección se compromete y promueve una cultura de sostenibilidad, se sientan las bases para que las iniciativas sostenibles sean coherentes y escalables.
En la fase de Estructurar la estrategia, las organizaciones comienzan a medir su huella de carbono o a realizar análisis de materialidad para identificar y priorizar los temas más relevantes. Esta información permite definir los ejes estratégicos y enfocar los esfuerzos en acciones que generen un impacto real para avanzar a la siguiente fase: Escalar, aquí las empresas dejan el diagnóstico atrás para profundizar en la estrategia, en este punto es necesario desarrollar indicadores, asignar responsabilidades, y fijar compromisos claros. El reto principal está en llevar el análisis a la acción, lo que requiere un alto nivel de compromiso y coordinación.
Una vez que se logra incorporar la sustentabilidad en todos los procesos y fortalecer la colaboración con socios y proveedores para ampliar el alcance hacia la cadena de valor, comienza la fase de Integración. Aquí, las prácticas sostenibles están profundamente enraizadas de manera transversal en todas las áreas. del negocio, ya no son actividades aisladas ni proyectos paralelos. Las empresas que llegan a esta etapa logran alinear completamente su núcleo de negocio, creando una coherencia que refuerza su propuesta de valor. Mantener esta consistencia, es esencial para que la sostenibilidad se posicione como un pilar estratégico a largo plazo.
Finalmente, en la fase de Transformar, las organizaciones rediseñan su modelo de negocio con la sostenibilidad en el centro de su propuesta. El desafío de esta etapa es una cultura de innovación y la regeneración para convertirlos en ejes fundamentales. Las empresas no solo minimizan su impacto, sino que comienzan a generar un valor positivo en el entorno. Alcanzar este estadio es solo el principio de un proceso de mejora continua, en el que la capacidad de adaptarse y evolucionar se convierte en un diferenciador clave.
El camino hacia la sostenibilidad es un proceso de transformación que desafía a las organizaciones a replantearse su forma de operar. La clave es identificar en qué fase se encuentra la empresa y qué pasos se deben dar a continuación para lograr que la sostenibilidad no sea solo una meta. Para los líderes empresariales, esto significa tomar decisiones estratégicas que alineen la sostenibilidad con el crecimiento a largo plazo.
En mi experiencia, lo que muchas veces se pasa por alto es la importancia de las personas en este proceso de armonizar los modelos de negocio con la generación de impacto positivo para no hacer menos mal sino hacer el bien. Las organizaciones deben crear estructuras adecuadas para gestionar sus iniciativas sostenibles de manera efectiva. Esto incluye formar equipos dedicados, asignar responsabilidades claras y asegurar que la dirección esté comprometida con los objetivos de sostenibilidad.
Las empresas mexicanas enfrentan varios desafíos en su camino hacia la sostenibilidad. Desde la falta de formación del equipo hasta la necesidad de tomar decisiones difíciles, la transición no es sencilla. Pero estos desafíos también representan oportunidades. Crear estrategias robustas, alineadas con el modelo de negocio y apoyadas en datos precisos, permitirá a las organizaciones no solo cumplir con las regulaciones, sino también mejorar su eficiencia operativa y fortalecer su posición en el mercado.
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Nota del editor: Federico Manuel Gómez Guisoli es CEO de Kolibri. Síguelo en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.
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