La movilidad en México se encuentra en un punto de inflexión. La necesidad de reducir las emisiones contaminantes impulsa la transición hacia vehículos eléctricos, una transformación que presenta tanto oportunidades como desafíos significativos. Por ejemplo, de acuerdo con datos de la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz (AMIA), la venta de vehículos híbridos y eléctricos aumentó un 35.6% en enero de 2025 en comparación con el mismo mes del año anterior, lo que demuestra un creciente interés en esta tecnología. Sin embargo, para que esta tendencia se consolide y beneficie al país, es crucial analizar los factores que determinarán su éxito.
El futuro de la movilidad en México

Uno de los principales retos es el transporte de carga que, a diferencia de los vehículos de combustión interna que cuentan con una extensa red de gasolineras, los autos eléctricos requieren de una robusta e innovadora red de estaciones de carga. Para ello, la inversión, tanto pública como privada, en esta infraestructura es esencial. Se necesitan políticas que incentiven la instalación de puntos de carga en hogares, edificios públicos y a lo largo de las carreteras, especialmente considerando las largas distancias que caracterizan la geografía mexicana. Esto garantizará la viabilidad de los viajes largos y fomentará la adopción de vehículos eléctricos, especialmente en este sector, que enfrenta un desafío aún mayor en este aspecto.
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Además de la infraestructura, los incentivos gubernamentales juegan un papel crucial. Experiencias internacionales nos han demostrado que, si se ofrecen exenciones de impuestos y subsidios a la compra, así como diversas políticas públicas pueden acelerar la adopción temprana de vehículos eléctricos. México necesita un marco regulatorio que promueva la electromovilidad, incluyendo incentivos fiscales, subsidios a la compra y facilidades de financiamiento, para hacerla atractiva para los consumidores.
Por otro lado, la comparación entre vehículos eléctricos y tradicionales es inevitable. Si bien el costo inicial de un auto eléctrico es generalmente mayor, el costo total de propiedad, considerando el ahorro en combustible y mantenimiento, puede ser menor a largo plazo. A esto se suma el beneficio ambiental. Como sabemos, los vehículos eléctricos no emiten gases contaminantes, contribuyendo a la disminución de emisiones de monóxido de carbono (CO), un contaminante que los vehículos de combustión interna, especialmente aquellos con más de 20 años de antigüedad, pueden emitir hasta cuatro veces más. La transición a la electromovilidad, por lo tanto, ofrece un doble beneficio: económico y ambiental.
Para que esta transición sea inclusiva, la accesibilidad es fundamental. Ante esto, es necesario explorar modelos de negocio innovadores, como el carsharing y el leasing, para facilitar el acceso a vehículos eléctricos a un mayor número de personas, independientemente de su nivel socioeconómico. La colaboración con expertos en movilidad sustentable será clave para diseñar políticas inclusivas que beneficien a toda la población.
En contraste, también es importante considerar que la transición también implica nuevos retos. Por ejemplo, el estudio "Perspectivas del Mercado Mundial de Seguros" del cuarto trimestre de 2024, destaca que el aumento en los costos de los siniestros está impulsando el incremento de los precios de los seguros de automóviles, incluyendo los vehículos eléctricos. Este factor, junto con la integración de nuevas tecnologías y la expansión de los coches compartidos, subraya la necesidad de un enfoque integral que considere la gestión de riesgos asociados a la electromovilidad.
Otro aspecto crucial es la fuente de energía que alimentará estos vehículos. De poco servirá transitar hacia una flota eléctrica si la electricidad proviene de fuentes contaminantes. Es imperativo impulsar la generación de energía renovable, como la solar y la eólica, para asegurar que la electromovilidad contribuya a la reducción de emisiones y a la mitigación del cambio climático. El objetivo debe ser una movilidad no solo eléctrica, sino también limpia y sostenible.
Finalmente, la educación y concientización son pilares fundamentales para hacer esta transición posible. Programas que informen sobre los beneficios ambientales y económicos de la electromovilidad, a mediano y largo plazo, son esenciales. Campañas claras y accesibles que desmientan mitos y promuevan la adopción de esta tecnología serán cruciales. Asimismo, la inversión en la formación de técnicos especializados en el mantenimiento y reparación de vehículos eléctricos, en colaboración con instituciones educativas y centros de investigación, asegurará la sostenibilidad del sector a largo plazo.
El futuro de la movilidad en México se vislumbra eléctrico. El éxito de esta transición dependerá de la colaboración entre el sector público, la industria automotriz y, desde luego, los usuarios. La innovación y un enfoque integral que considere infraestructura, incentivos, accesibilidad, gestión de riesgos y energía limpia, son las claves para construir un futuro de movilidad sostenible, eficiente y accesible para todos los mexicanos.
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Nota del editor: Lorena Gutiérrez es Head of Commercial Risk Solutions México, Caribe y Centroamérica, en Aon. Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente a la autora.
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