Ahora bien, ¿cómo lograr que el superpoder del storytelling funcione en la sostenibilidad corporativa? ¿Como transmitir y hacer entender que algo que a priori puede parecer una materia árida, que muchos asocian únicamente con la parte ambiental, en realidad, es algo mucho más profundo y humano?. Se trata de transformarnos para poder generar un valor —económico, ambiental y social— que perdure en el tiempo.
El primer paso es comprender. Y para comprender, hay que hacerse entender.Para lograrlo, es indispensable saber comunicar. Y para comunicar, tenemos que conectar.
Las personas no conectamos con productos ni con informes: conectamos con historias. Una buena narrativa transforma datos fríos en mensajes que emocionan y movilizan. El storytelling es, en esencia, un código de significados: convierte la información técnica en algo comprensible, relevante y capaz de generar reacción.
En toda gran historia —como en el cine o en el teagro — hay tres actos que también pueden aplicarse al relato de la sostenibilidad corporativa. En el primer acto, conocemos al protagonista: la empresa. Es un personaje con el que podemos identificarnos, porque vive en un entorno reconocible, con sus desafíos, presiones y aspiraciones. Tiene buenas intenciones, pero aún no ha encontrado el camino claro hacia la sostenibilidad. Este es el momento en el que se plantea la pregunta clave: ¿cómo puedo generar valor sin comprometer el futuro?.
En el segundo acto, llega la trama: los conflictos, los dilemas y el sentido de urgencia. La empresa se enfrenta a decisiones difíciles —cambiar procesos, reducir impactos, involucrar a su gente, escuchar a sus grupos de interés— y cada paso implica aprendizaje, esfuerzo y evolución. Es el viaje en el que se descubren los verdaderos retos y se forja el carácter del protagonista.
Finalmente, llegamos al tercer acto, con el nudo y desenlace en el que se resuelve el conflicto y el personaje se transforma. La empresa logra integrar la sostenibilidad en su esencia, encuentra el “Santo Grial” —ese equilibrio entre propósito y rentabilidad— y emerge como un héroe que inspira a otros. Su historia se convierte en ejemplo, demuestra que el cambio es posible y abre camino para que más organizaciones emprendan su propia aventura hacia un futuro responsable y humano.
Cuando las empresas aplican esta estructura, dejan de hablar de “productos” y empiezan a contar historias con alma, con las que nos identificamos, comprendemos y empatizamos. Tony’s Chocolonely no vende solo chocolate: cuenta la historia de un periodista indignado que decidió crear la primera tableta 100 % libre de esclavitud. Patagonia no es simplemente una marca de prendas de deporte o de aventura: narra cómo un escalador convirtió su amor por la naturaleza en un movimiento empresarial para proteger el planeta.
Sin embargo, no debemos perder de vista que la comunicación de la sostenibilidad debe adaptarse a cada audiencia. Los públicos informados (inversores, reguladores, sociedad civil) buscan transparencia y datos verificables; los consumidores conectan con historias inspiradoras que muestran impacto real; y los colaboradores necesitan sentirse parte del propósito, involucrándose en la transformación. Cuando una empresa logra integrar estas tres narrativas, con un relato poderoso y adaptado a cada publico la sostenibilidad deja de ser un tema técnico y se convierte en un relato compartido que genera orgullo, conexión y confianza.