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La dignidad humana, base del compromiso empresarial

Parece increíble que algo tan fundamental como reconocer la dignidad de cada persona siga siendo un reto en nuestras sociedades.
jue 04 diciembre 2025 06:00 AM
La dignidad humana, base del compromiso empresarial
Las empresas que se centran en respetar los derechos humanos y cultivan relaciones positivas con sus partes interesadas pueden ayudar a garantizar el crecimiento continuo de su negocio y la licencia social para operar, apunta Ana Cecilia Herrera. (iStock)

Recientemente, en el sector privado se ha popularizado el uso de las siglas ASG (Ambiente, Sociedad y Gobernanza) para referirse a las estrategias y acciones en materia de sostenibilidad. La adopción de este lenguaje, que debe mucho al impulso del sector financiero internacional a estos temas, está ayudando a generar sinergias entre diversos sectores, e incluso diferentes áreas dentro de las empresas, para contribuir a la agenda global de desarrollo sostenible. Esto ha sido muy positivo.

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Sin embargo, cuando hablamos de ASG, en general la conversación suele dirigirse más hacia la “A” y la “G”, quizá porque son los temas más visibles, con métricas más fáciles de medir. El componente Social, la “S”, en cambio suele quedarse un paso atrás. A veces sucede que los líderes de sostenibilidad en las empresas asumimos que, con algunas iniciativas internas, proyectos en alianza con las comunidades locales o con organizaciones de la sociedad civil, ya podemos abarcar buena parte de este aspecto, pero no es así. Hay un elemento clave que invariablemente se debe considerar: los derechos humanos.

Y aquí no me refiero únicamente a los grandes temas de la agenda global, como la eliminación del trabajo infantil o de la esclavitud moderna, que por supuesto que son fundamentales y todos los líderes de sostenibilidad en el sector privado debemos emprender acciones para garantizar que no ocurran en nuestras operaciones. Me refiero también a todo lo que ocurre cotidianamente en las empresas, de cualquier tamaño: las condiciones laborales en nuestras operaciones y cadenas de suministro, la protección de los datos personales, la seguridad en los centros de trabajo, la igualdad de oportunidades, los salarios dignos, e incluso la consideración de los impactos que nuestras decisiones de negocio tienen sobre las comunidades en las que tenemos presencia, y en el medioambiente.

Si hablamos de derechos humanos, también estamos hablando de la dignidad humana, y este concepto debe ser la base de nuestras estrategias ASG. Y es que parece increíble que algo tan fundamental como reconocer la dignidad de cada persona siga siendo un reto en nuestras sociedades. Durante muchos años se asumió que garantizar el respeto a la dignidad humana era una responsabilidad exclusiva de los Estados, pero hoy, bajo el paradigma del desarrollo sostenible, entendemos que las empresas tienen un rol muy importante en contribuir a la calidad de vida de millones de personas.

He visto en los últimos años cómo muchas organizaciones empiezan a revisar sus procesos de manera más crítica y a preguntarse qué pueden hacer para contribuir a un mundo mejor. Ya no basta con cumplir la ley o hacer un par de acciones filantrópicas. Una pregunta clave es: ¿cómo impactan nuestras decisiones estratégicas y operativas en el día a día de las personas? Si no somos capaces de responder eso, difícilmente podemos hablar de sostenibilidad social corporativa.

​​En este sentido, los primeros dos principios del Pacto Global de las Naciones Unidas se refieren al respeto de los derechos humanos por parte de las empresas y nos recuerdan que las personas tienen derecho a ser tratadas con dignidad. – Principio 1: Las empresas deben apoyar y respetar la protección de los derechos humanos proclamados internacionalmente; y Principio 2: Asegurarse de que no sean cómplices de violaciones de los derechos humanos. –

Si bien los gobiernos tienen el deber de proteger a las personas contra los abusos de los derechos humanos, el sector privado reconoce cada vez más su necesidad legal, moral y comercial de respetarlos. Hoy en día, las empresas están sujetas a un escrutinio mayor de su impacto en las personas y el planeta. Las empresas que se centran en respetar los derechos humanos y cultivan relaciones positivas con sus partes interesadas pueden ayudar a garantizar el crecimiento continuo de su negocio y la licencia social para operar.

La integración de los derechos humanos en nuestra estrategia ASG implica dejar de ver la responsabilidad social como un gesto de buena voluntad. ¿Cómo podemos hablar de valor sostenible si quienes participan en nuestras operaciones no tienen cubiertas sus necesidades más básicas?

Hay acciones muy concretas que ya están al alcance de cualquier empresa. Una de ellas es fortalecer las políticas de igualdad y no discriminación, no solo como letra muerta, sino como un habilitador para prácticas reales que abran oportunidades de crecimiento para todas las personas. Otra es vigilar con seriedad la cadena de suministro. No basta con firmar un código de conducta: hay que asegurarse de que nuestros proveedores lo cumplan.

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También creo firmemente en el poder de las alianzas por el desarrollo. Las empresas no pueden resolver los problemas sociales y ambientales por sí solas; cuando se unen, el impacto realmente se multiplica.

Y, por supuesto, es importante invertir en proyectos sociales que respondan a necesidades reales de las comunidades, escuchándolas, no solo respondiendo a tendencias, y apoyar políticas públicas que impulsen la sostenibilidad social a largo plazo.

Aquí vale mencionar que las compañías que actúan con coherencia y transparencia construyen confianza, y esa confianza se traduce en reputación, estabilidad y mejores resultados. Estos son resultados naturales de la sostenibilidad.

El éxito empresarial ya no se puede medir sólo con números. Hoy, una empresa es verdaderamente exitosa cuando logra equilibrar sus objetivos económicos con el bienestar de las personas que hacen posible su operación. Por eso, integrar los derechos humanos en la gestión no es una moda, ni un requisito más del reporte anual de sostenibilidad, es una forma distinta de entender la empresa. Una que coloca a la dignidad humana en el centro, porque las empresas, antes que nada, son personas; y cuando tratamos con personas, todo debe empezar por el respeto de los derechos fundamentales y el reconocimiento de la dignidad.

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Nota del editor: Ana Cecilia Herrera es Gerente de Responsabilidad Social y Directora de la Fundación en Xignux e integrante del Consejo Directivo del Pacto Global de las Naciones Unidas Red México. Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente a la autora.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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Opinión ESG Derechos humanos Empresas

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