En el sentido social, aunque la alimentación es un derecho universal, en algunos países puede ser un privilegio, pues de acuerdo con datos del Programa Mundial de Alimentos (WFP, por sus siglas en inglés) existen 309 millones de personas que enfrentan hambruna aguda, principalmente en países de África y América Latina.
Para mitigar los impactos negativos del sector en materia ambiental y combatir la desigualdad social, la alimentación sostenible es clave al ser una forma de producción que garantiza la seguridad alimentaria y de nutrición desde el procesamiento, el envasado y el transporte de los alimentos hasta los consumidores.
Por ello, la WFP indica que es importante que las empresas y gobierno generen acciones políticas y económicas que permitan abordar las desigualdades arraigadas a la producción, además de transformar los sistemas alimentarios e invertir en prácticas agrícolas sostenibles, es decir, sistemas que puedan proteger la diversidad de plantas y animales, además del bienestar de las especies cultivadas y silvestres.
Lisa Spicka, directora de Consultoría en Sostenibilidad de NSF, y Daniela Reyes, senior project manager de Consultoría en Sostenibilidad de NSF, coinciden en que uno de los retos más difíciles para poder establecer lineamientos de sostenibilidad en el sector alimentos en México y en el mundo, es la escasez del agua y el cambio del clima, por eso, explican que es necesario que las empresas empiecen a cambiar procedimientos en la producción.