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Tecnología y tradición se unen para fortalecer la educación en comunidades indígenas

Uriel Vega y Ángel Solís fundaron Yeex-Kukulmat, una iniciativa que une innovación, cultura y sostenibilidad para empoderar a comunidades indígenas y preservar su sabiduría ancestral.
jue 06 noviembre 2025 05:55 AM
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Yeex-Kukulmat ha desarrollado talleres, materiales didácticos y experiencias inmersivas en comunidades originarias de Chiapas, San Luis Potosí, Ciudad de México y Monterrey. (Foto: Jesús Almazán)

Cuando Uriel Vega y Ángel Solís se conocieron en 2023 como becarios del programa Líderes del Mañana del Tecnológico de Monterrey no imaginaron que esa coincidencia marcaría el inicio de una alianza que hoy busca tender puentes entre la tradición y la innovación. Ambos jóvenes, originarios de comunidades con raíces indígenas, unieron sus proyectos individuales, Yeex y Kukulmat, para dar origen a Yeex-Kukulmat.

Su iniciativa “se enfoca en la promoción de los conocimientos ancestrales y el retorno a las raíces culturales en comunidades indígenas”, dice Vega.

Desde su creación, Yeex-Kukulmat ha desarrollado talleres, materiales didácticos y experiencias inmersivas en comunidades originarias de Chiapas, San Luis Potosí, Ciudad de México y Monterrey. Su enfoque parte de un principio claro: fortalecer la identidad cultural y al mismo tiempo abrir oportunidades de desarrollo mediante la tecnología, el emprendimiento y la educación.

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“Nuestra propuesta de valor es conectar conocimientos ancestrales con innovación o tecnologías del futuro. Esa es nuestra visión general y lo que rige nuestras actividades”, comenta Solís.

El proyecto ha impactado ya a más de 1,500 personas y ha trabajado directamente con al menos 11 comunidades indígenas en los Altos de Chiapas. Con programas como Embajadores Semilla, han capacitado a jóvenes rurales para diseñar e impulsar iniciativas sociales, culturales o ambientales propias, mientras adquieren herramientas de liderazgo, ventas y tecnología.

La propuesta de Yeex-Kukulmat se alinea con las tendencias globales del desarrollo sostenible y las empresas de triple impacto (social, ambiental y económico). De acuerdo con el Sistema B, una red internacional de empresas que buscan equilibrar propósito y rentabilidad, México cuenta con alrededor de 200 compañías en proceso de certificación o ya certificadas como empresas B.

Aunque Yeex-Kukulmat aún no lo es, “estamos en camino; poco a poco vamos avanzando y tenemos este modelo híbrido en el que trabajamos como empresa y como asociación civil”, explica Solís.

Recientemente, el proyecto fue reconocido con el Premio Eugenio Garza Sada, que el Tecnológico de Monterrey otorga al liderazgo humanista. Este galardón les permitió acceder a financiamiento y a una experiencia internacional en Brasil, donde participaron en el encuentro Más B, un evento enfocado en negocios con propósito.

El camino no ha estado exento de retos. Uno de los principales ha sido mantener un equilibrio entre el impacto social y la sostenibilidad financiera.

“Lo más difícil ha sido bajar fondos y evitar convertirnos en un proyecto asistencialista”, reconoce Vega.

Para lograrlo, Yeex-Kukulmat comercializa productos artesanales y materiales educativos que financian parte de sus actividades. Su producto insignia es un juego de mesa para aprender a contar en maya del 1 al 100, elaborado sin plásticos y con participación de artesanos locales.

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“Es un producto 100% artesanal y un porcentaje de las ganancias se destina a nuestras actividades de impacto”, detalla Solís.

Además de promover la preservación lingüística, la iniciativa impulsa la inclusión tecnológica. A través de un programa piloto, Yeex-Kukulmat ha llevado kits de robótica a comunidades indígenas en Chiapas, con el objetivo de conformar equipos que participen en competencias nacionales.

“Queremos que los niños vean que también pueden ser ingenieros, doctores o científicos. Que no piensen solo en ser maestros o soldados, sino que amplíen su panorama”, comenta Solís.

Su enfoque participativo con las comunidades les ha permitido ganarse la confianza de las comunidades y documentar saberes tradicionales que, de otro modo, podrían perderse.

“Nos acercamos con total respeto hacia las creencias, tradiciones y costumbres. Ellas llevan la orientación; nosotros solo facilitamos materiales, dinámicas y estrategias”, afirma Vega.

De acuerdo con la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, México tiene más de 23 millones de personas que se reconocen como indígenas, y se hablan 68 lenguas originarias. Sin embargo, la pérdida lingüística avanza rápidamente: el INEGI estima que en las últimas dos décadas el porcentaje de hablantes de lenguas indígenas ha disminuido a menos del 6.1% de la población.

Para Solís, preservar estas lenguas no es solo una cuestión cultural, sino una forma de construir futuro.

Con esa visión, Yeex-Kukulmat ha comenzado a construir alianzas con universidades, museos y organizaciones como The Hunger Project, con quienes impartieron talleres de liderazgo y cultura en Chiapas. También trabajan con la Universidad Intercultural de Chiapas y el Centro de Innovación Social del Tec de Monterrey para identificar nuevas comunidades con las que colaborar.

El equipo, compuesto actualmente por unas 20 personas voluntarias, opera de forma distribuida entre Chiapas, San Luis Potosí, Monterrey y Ciudad de México.

Mirando hacia el futuro, los fundadores se plantean metas ambiciosas. Una de ellas es la creación de un centro cultural en Chiapas que sirva como espacio de encuentro entre cultura y tecnología. También buscan expandirse a Sudamérica, con colaboraciones que ya incluyen intercambios con una organización de Sudáfrica para realizar sesiones virtuales de “Círculos de Sabiduría”.

La iniciativa, hoy formalizada como la asociación civil NEC Saberes Ancestrales, quiere demostrar que el futuro sostenible de México puede construirse escuchando al pasado. “No olvidarnos de dónde venimos nos ayuda a ver hacia dónde podemos llegar. Teniendo raíces sólidas podemos lograr grandes cosas”, dice Solís.

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Indígenas Educación

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