No estaba claro si los países tratarían de negociar un acuerdo final al término de la cumbre, algo difícil de conseguir en un año de política mundial díscola y de esfuerzos de Estados Unidos por obstaculizar la transición hacia una economía sin combustibles fósiles.
Algunos, entre ellos Brasil, han sugerido que los países se centren en esfuerzos menores que no necesiten consenso, después de años en los que las cumbres de la COP han hecho grandes promesas que luego no se han cumplido.
"En este escenario de la COP30, su trabajo aquí no es luchar unos contra otros, su trabajo aquí es luchar contra esta crisis climática, juntos", dijo el secretario ejecutivo de la ONU para el Cambio Climático, Simon Stiell, a los delegados de los más de 190 países asistentes.
Aseguró que tres décadas de negociaciones de la ONU sobre el clima han contribuido a reducir la curva del calentamiento previsto, "gracias a lo acordado en salas como ésta, donde los Gobiernos legislan y los mercados responden. Pero no lo estoy endulzando. Nos queda mucho trabajo por hacer".
El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, advirtió contra los intereses que intentan ocultar los peligros del cambio climático.
"Atacan a las instituciones, a la ciencia, a las universidades", dijo. "Es hora de imponer otra derrota a los negacionistas".
El mayor emisor histórico de gases de efecto invernadero del mundo -Estados Unidos- optó por no asistir a la cumbre mientras el presidente estadounidense, Donald Trump, afirma sin pruebas que el cambio climático es un engaño.
El gobernador de California, Gavin Newsom, y la gobernadora de Nuevo México, Michelle Lujan Grisham, eran esperados en Belén el martes.
"¿Qué demonios está pasando aquí?", dijo Newsom sobre la ausencia del Gobierno estadounidense en las conversaciones, dirigiéndose a una cumbre mundial de inversores celebrada el lunes en Sao Paulo.