Lejos del "punto muerto"
En Estados Unidos el presidente electo, Donald Trump, es un declarado escéptico del cambio climático, un defensor de las energías fósiles como parte de las fuentes de suministro de su país, sin menospreciar las limpias.
Ese discurso lo mantienen otros países productores de crudo, incluido Brasil.
Azerbaiyán es el segundo país rico en hidrocarburos que alberga una COP, después de los Emiratos Árabes Unidos el año pasado.
Pero como líder de la primera potencia mundial, Trump va más allá y se manifiesta hostil al gran Acuerdo de París de 2015 que sentó las bases de las actuales negociaciones climáticas.
Estados Unidos ya abandonó brevemente ese acuerdo durante la primera presidencia de Trump.
El mundo se encamina a batir su récord de temperatura media en 2024, como ya sucedió el año pasado.
Uno de los puntales del Acuerdo de París es lograr que ese aumento de la temperatura media del planeta no supere 1.5 ºC, algo que sucederá por primera vez este año, según el observatorio europeo del clima Copernicus.
Y al mismo tiempo, el mundo no cesa en su consumo de energías de origen fósil (carbón, petróleo, gas), que son las que garantizan más estabilidad y rapidez de combustión, a expensas de la contaminación y la emisión de gases de efecto invernadero.