“Seguramente para principios de 2026 estaremos anunciando que hemos alcanzado ya esta meta y es que no hemos parado, cada metro cuadrado que levantamos es un metro cuadrado que nace certificado. Además, estamos transformando inmuebles que no nacieron con esta certificación”, dice Gonzalo Robina, director general de FUNO.
Uno de los ejemplos más emblemáticos del avance de la estrategia de sostenibilidad de FUNO es la transformación de la Torre Mayor, en la Ciudad de México. Este rascacielos, inaugurado en 2003, no contaba originalmente con certificaciones ambientales. Sin embargo, tras un proceso de modernización, ya tiene la certificación LEED Platino, es autosuficiente en consumo de agua y ha reducido en un 45 % su consumo de energía eléctrica, de acuerdo con el directivo.
Según Robina, 2024 fue el año en que FUNO certificó la mayor cantidad de metros cuadrados, debido principalmente a la certificación de inmuebles industriales que son más grandes que otro tipo de complejos.
Si bien, en términos de certificación la firma va viento en popa, su desafío más ambicioso es alcanzar emisiones netas cero para 2050. Para lograr su objetivo la compañía no solo debe implementar mejoras en sus activos, sino también fomentar la participación de sus inquilinos.
“Por más que hagamos nosotros las certificaciones, si nuestros inquilinos no lo hacen, se vuelve prácticamente imposible”, advierte Robina.
Aunque grandes clientes ya tienen estrategias de sostenibilidad consolidadas, FUNO enfrenta un reto adicional con las pequeñas y medianas empresas (pymes), especialmente en el sector comercial, donde en un solo complejo se pueden llegar a tener hasta 200 clientes de distintas industrias y tamaños.
“No hay una resistencia. Lo que se imaginan es que es algo carísimo. Cuando les explicas que no es así y que con pequeñas acciones se puede avanzar, lo adoptan”, señala Robina.