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La industria cosmética mexicana acelera su transición hacia la economía circular

La Canipec ha impulsado desde 2019 compromisos voluntarios para reducir, reutilizar y reciclar envases, logrando alianzas y acopiar más de 14,500 toneladas de residuos.
vie 22 agosto 2025 05:55 AM
The Plastics In Our Seas: What We Throw Away
En México, el reciclaje de plásticos apenas alcanza el 6%.

En México, la industria cosmética y del cuidado personal enfrenta uno de sus mayores desafíos: transitar hacia un modelo de economía circular en un entorno donde reina la falta de adopción cultural y la falta de incentivos y regulaciones.

El sector, que en México representa un mercado de más de 10,000 millones de dólares anuales, según Euromonitor International, ha emprendido desde 2019 un camino hacia la circularidad. Ese año, la Cámara Nacional de la Industria de Productos Cosméticos (Canipec) firmó el Acuerdo Nacional para la Nueva Economía de los Plásticos, que sentó las bases de compromisos voluntarios para reducir, reutilizar y reciclar los envases que la industria coloca en el mercado.

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El esfuerzo no partió en condiciones ideales. “Nosotros quisimos empezar a trabajar en esto que era necesario, pero con los inconvenientes que puede haber a veces, pues no vienes arropado por todo un plan de infraestructura del gobierno, con incentivos y demás”, cuenta Rosa María Sánchez, directora de la Canipec.

Así que la cámara comenzó en 2020 a construir su plan de economía circular y manejo de residuos post-consumo para minimizar la generación y priorizar la valorización.

El modelo que impulsa Canipec tiene como eje los residuos post-consumo, particularmente los plásticos. “De hecho, tenemos varios materiales, pero al hacer el análisis de porcentajes de uso nos dimos cuenta que teníamos que empezar y centrarnos en HDPE, polipropileno y PET. Esos son los más relevantes”, explica Sánchez.

Desde la creación del Grupo Empresarial en Economía Circular (GESI), que hoy reúne a 20 compañías, la cámara ha logrado acopiar 14,547 toneladas de residuos plásticos y establecer más de 13 alianzas con recicladores, centros de acopio y municipios en estados como Ciudad de México, Estado de México, Yucatán, Sinaloa y Quintana Roo.

El volumen aún es modesto frente a la magnitud del problema. De acuerdo con datos de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), México genera más de 44 millones de toneladas de residuos sólidos urbanos cada año, de los cuales al menos el 11% son plásticos. Y, según Greenpeace, apenas el 6% de estos plásticos logra reciclarse efectivamente.

La estrategia de Canipec busca avanzar de manera gradual. Actualmente, según cálculos de la cámara, entre 10% y 15% del plástico que las empresas ponen en el mercado se recupera.

“Lo vamos subiendo poco a poco porque sabemos que no se puede sustituir todo de golpe. No existe la tecnología, no existen las calidades y además los pellets reciclados siguen siendo más caros que la resina virgen”, reconoce la directora.

Y es precisamente el costo uno de los obstáculos centrales. El Banco Mundial señala que en América Latina los materiales reciclados pueden ser entre 20% y 30% más caros que los vírgenes, lo que desincentiva a muchas empresas a incorporarlos. Sin incentivos fiscales o inversión pública en infraestructura, la transición depende en gran medida de la voluntad del sector privado.

“Si hubiera un incentivo del gobierno, de que se promueva la creación de cadenas de valor para otros plásticos, esto se aceleraría muchísimo. Pero si no tienes quién compre, quién transforme o quién regule, entonces eso se vuelve basura y no tiene valor”, comenta Sánchez.

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Así, para avanzar en la transición hacia una economía circular, la responsabilidad compartida es clave.

“Si queremos que el gobierno lo haga todo, no va a funcionar. Si solo queremos que el consumidor lo haga todo, tampoco. Necesitamos que todos hagamos lo que nos toca”, dice Sánchez.

Sin embargo, el cambio cultural avanza lentamente. A diferencia de Europa, donde los modelos de refill (llevar el mismo envase para rellenarlo) se han consolidado, en México todavía no permea. La informalidad, además, complica el panorama, porque en el país se suele acudir a locales o ambulantes que venden suavizantes, jabones, cremas, rellenados en botellas (hasta de refresco) y que no tienen controles sanitarios ni de seguridad, pero que son más baratos.

Por ello, el futuro de la industria está marcado por la regulación. En el Congreso y en la Semarnat se discuten iniciativas para establecer obligaciones de acopio y reciclaje que pasarían de lo voluntario a lo obligatorio.

Para Sánchez esa transición será inevitable y positiva, aunque requiere matices. “En el momento en que existe una ley, esto se empujará, pero por mero decreto la realidad afuera no se transforma. Si la norma no está ajustada a nuestra realidad, lo único que va a generar es incumplimiento y multas que no se verán reflejadas en lo que realmente queremos”.

La Canipec también ha asumido metas de largo plazo alineadas con el Acuerdo Nacional para la Nueva Economía de los Plásticos: alcanzar para 2025 un 30% de acopio de envases postconsumo, un 20% de material reciclado en nuevos envases y que al 2030 todos los empaques sean reciclables o reutilizables.

A la fecha, el sector ya cumplió con la eliminación de microplásticos añadidos en exfoliantes y cosméticos, uno de los compromisos más visibles.

“Lo difícil era arrancar y empezar a generar alianzas. Hoy creemos que vamos a alcanzar esas metas, aunque tal vez no al 100%, pero sí en el camino correcto”, confía la directora.

La clave, dice Sánchez, es convertir los residuos en valor. Porque solo cuando un envase usado deja de ser basura y se convierte en insumo, la circularidad deja de ser un ideal para convertirse en realidad.

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