En algún momento de la historia, la definición de economía fue la gestión más eficiente de los recursos escasos. Sin embargo, la forma en la que producimos y consumimos (el modelo lineal de "tomar-usar-desechar") no parece reconocer que tenemos recursos finitos y limitados.
Estamos en una época de sobrantes: se sobreproduce, se hiperconsume, y aún queda lo suficiente para desperdiciar. Lo que hoy llamamos "economía" está construida sobre una lógica de agotamiento que no puede sostenerse por muchos años más.
Cambiar la lógica: de crecer a mejorar
Una de las ideas que más ruido hace a los tomadores de decisiones es que ven impensable no crecer. Crecer es necesario para mantener empleos, atraer inversión, generar utilidades y expandir mercados. El crecimiento ha sido el motor de la estabilidad económica tal como la conocemos.
Sin embargo, el modelo de crecimiento que estamos siguiendo es a costa de deforestar más, afectar la biodiversidad, extraer más recursos de ecosistemas ya agotados.
¿Qué tal si cambiamos la mentalidad de crecimiento infinito por "mejora continua"?
Un enfoque en el que seamos capaces de diseñar modelos de negocios que generan valor y utilidades con una lógica basada en el no desperdicio, donde todos los recursos —materiales e intangibles— son aprovechados y transformados. Donde el éxito no es quien tiene más, sino quiénes lo hacen mejor, de una forma integral y colaborativa.
En este modelo se puede innovar y ofrecer valor sin necesidad de producir más: dar otra vida a los productos mediante recirculación y reúso, convertir bienes en servicios, o transformar procesos para generar eficiencias que antes no existían. Es crear más valor con menos recursos, no a costa de explotar más recursos.
¿Qué propone realmente la economía circular?
Se sigue asociando la economía circular con el reciclaje o el aprovechamiento de residuos, pero va mucho más allá: se centra en diseñar sistemas en los que los materiales y recursos circulen indefinidamente.
Y como todo ecosistema, se requiere de diferentes actores —empresa, cadena de valor, academia, gobierno, acopiadores, tecnología, sociedad civil— que entendamos nuestro rol y facilitemos esa circularidad.
No es solo que una empresa recicle sus residuos. Es que esa empresa diseñe productos pensando en su segunda vida, que sus proveedores entiendan los criterios de circularidad, que existan políticas públicas que incentiven estos modelos, que los consumidores valoren la durabilidad sobre la novedad, y que la tecnología facilite el rastreo y transformación de materiales.
Cuando la economía circular sea simplemente "economía"
Las crisis ambientales y sociales hacen inviable seguir considerando la economía circular como "alternativa" porque nuestra supervivencia —al menos de aquellos que esperamos vivir en los próximos 30 años— depende de ello.
¿Para qué esperar que la crisis se agrave si podemos tomar acción desde hoy?
Así como hoy ya casi no se habla de "economía digital" porque casi toda la economía ya lo es, en el futuro no hablaremos de "economía circular" porque será la única forma de operar viable.
La transición ya comenzó. Empresas que implementan modelos circulares están reduciendo costos operativos, accediendo a nuevos mercados y construyendo ventajas competitivas. Los consumidores cada vez valoran más la sostenibilidad en sus decisiones de compra. Los inversionistas están dirigiendo capital hacia empresas con modelos regenerativos.