A nivel continental, México es el tercer país con mayor generación de residuos electrónicos, solo por detrás de Estados Unidos y Brasil (juntos generan el 79% del total). Dentro de la subregión de América Central, México ocupa el primer puesto, según el Observatorio Internacional sobre Residuos Electrónicos de 2024 de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
En total, la región de América generó 14,000 millones de kilogramos de residuos electrónicos en 2024, lo que equivale a un promedio de 14.1 kg por habitante. De esta cantidad, 4,300 millones de kilogramos (el 30%) fueron recogidos y reciclados oficialmente. El estudio destaca que la región de América es una de las que más residuos electrónicos genera a nivel mundial.
“Los principales causantes del aumento de los residuos electrónicos a nivel mundial son resultado de una combinación de avances tecnológicos, patrones de consumo y deficiencias en la infraestructura de gestión. Estos factores combinados han provocado que la cantidad de residuos electrónicos generados anualmente haya aumentado a un ritmo casi cinco veces superior al de la cantidad de residuos oficialmente reciclados desde 2010”, señala el informe.
La ONU resalta que muchos productos electrónicos están diseñados con una vida útil corta o con características que dificultan o encarecen su reparación, lo que impulsa a los consumidores a desechar dispositivos en lugar de arreglarlos.
Un estudio del Ministerio Federal del Medio Ambiente, Protección de la Naturaleza y Seguridad Nuclear (BMU, por sus siglas en alemán) indica que los desafíos para el reciclaje de los aparatos electrónicos en México son sistémicos y requieren una revisión profunda del marco legal, una inversión significativa en infraestructura, la formalización del sector informal, y programas educativos y de concientización para los consumidores, además de esquemas financieros que incentiven la responsabilidad de los productores.
El mismo estudio resalta la relevancia que ha tomado el sector privado para que puedan existir pequeñas empresas que se dedican únicamente al acopio y a la separación gruesa de residuos no eléctricos. Sin embargo, explica que ninguna empresa aún trabaja en la refinación de materiales o eliminación de toxicidad.