“Los efectos negativos del cambio climático sobre la seguridad alimentaria y la nutrición socavan la capacidad de alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Además, generan una cascada de repercusiones que afectan desde los agroecosistemas hasta los medios de vida, con consecuencias en las esferas climática, ambiental, productiva, económica y social”, destaca la FAO.
Montserrat Benítez, líder de Sustentabilidad y Asuntos Corporativos para Syngenta Mesoamérica, advierte que la principal preocupación a largo plazo es el estrés que el cambio climático podría generar en la cadena de suministro de alimentos, al punto de impedir producir las cantidades necesarias. Además, las fluctuaciones abruptas en los ciclos de producción agropecuaria provocadas por el clima generan serias consecuencias para la seguridad alimentaria global.
“La gran mayoría de la agricultura en el mundo es de temporal, lo que significa que depende totalmente de las lluvias y de su cantidad exacta. En el pasado, los agricultores tenían fechas muy claras y marcadas para los eventos climáticos (como el Día de San Isidro Labrador, que marcaba el inicio de las lluvias). Hoy, los productores tienen cada vez menos posibilidad de prever esos periodos”, explica la directiva de Syngenta Mesoamérica.
Benítez subraya que, aunque todos los cultivos se ven afectados, una crisis en los granos y cereales como maíz, trigo, cebada, arroz y soya, tendría un impacto mucho más profundo. Estos productos no solo son el sustento principal de poblaciones enteras, como el maíz en México, sino también la base de la alimentación del ganado (cerdos, pollos y vacas).
Por su parte, Braulio Valenzuela, country manager de Cheaf en México, señala que el impacto social también es determinante al analizar los efectos del cambio climático en el sistema alimentario. La menor disponibilidad de alimentos y los precios más altos empujan a las familias más vulnerables a optar por productos más baratos y ultraprocesados, generando un aumento simultáneo de la desnutrición y la obesidad, conocido como la doble carga de la malnutrición.
“La idea de que el cambio climático es algo que ocurrirá en el futuro, como en la película El día después de mañana, es equivocada. La industria alimentaria es la primera que resiente estos cambios, y estos ya están ocurriendo. Hay menos disponibilidad de alimentos frescos y de calidad, como frutas, verduras y legumbres, mientras la producción de ultraprocesados (como las frituras) no se detiene”, agrega Valenzuela.
Productos amenazados
La principal preocupación por el impacto del cambio climático recae en los granos y cereales, por su influencia directa y masiva en la seguridad alimentaria. Sin embargo, la organización Rainforest Alliance advierte que los productores de café, chocolate, té, plátano y aguacate están abandonando sus cultivos ante el aumento de la temperatura, la degradación del suelo y la escasez de agua, recurriendo a otras actividades para subsistir.
“Aunque existen cultivos más sensibles o tecnificados, la agricultura en general es la actividad más afectada por el cambio climático, porque depende por completo de las lluvias, del exceso o falta de calor y de la aparición de plagas y hongos que estos factores abióticos detonan”, explica Benítez.