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Los alimentos se encarecen 37% en una década por el impacto del cambio climático

La FAO advierte que las sequías, inundaciones y olas de calor reducen la producción agrícola y amenazan la seguridad alimentaria mundial.
mar 21 octubre 2025 05:55 AM
Alimentación y cambio climático
La FAO y el Banco Mundial alertan que, si las tendencias actuales continúan, el cambio climático no solo representará una crisis ambiental, sino también una de las principales causas del hambre y la desigualdad económica. (MARIO ARMAS/AFP)

El cambio climático se ha consolidado como una de las principales amenazas para la seguridad alimentaria global. Sequías prolongadas, inundaciones y olas de calor extremas están afectando los cultivos básicos, reducen la productividad agrícola y provocan un alza sostenida en los precios de los alimentos. Esta tendencia impacta especialmente a la población más vulnerable, que se ve forzada a modificar sus hábitos de consumo hacia opciones menos saludables.

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Programa Mundial de Alimentos (PMA), los efectos del cambio climático ya se reflejan directamente en los mercados: los precios globales de los alimentos han aumentado 37% desde 2015, lo que afecta con mayor fuerza a los países con altos niveles de pobreza, donde una mayor proporción del ingreso se destina a la alimentación.

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“Los efectos negativos del cambio climático sobre la seguridad alimentaria y la nutrición socavan la capacidad de alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Además, generan una cascada de repercusiones que afectan desde los agroecosistemas hasta los medios de vida, con consecuencias en las esferas climática, ambiental, productiva, económica y social”, destaca la FAO.

Montserrat Benítez, líder de Sustentabilidad y Asuntos Corporativos para Syngenta Mesoamérica, advierte que la principal preocupación a largo plazo es el estrés que el cambio climático podría generar en la cadena de suministro de alimentos, al punto de impedir producir las cantidades necesarias. Además, las fluctuaciones abruptas en los ciclos de producción agropecuaria provocadas por el clima generan serias consecuencias para la seguridad alimentaria global.

“La gran mayoría de la agricultura en el mundo es de temporal, lo que significa que depende totalmente de las lluvias y de su cantidad exacta. En el pasado, los agricultores tenían fechas muy claras y marcadas para los eventos climáticos (como el Día de San Isidro Labrador, que marcaba el inicio de las lluvias). Hoy, los productores tienen cada vez menos posibilidad de prever esos periodos”, explica la directiva de Syngenta Mesoamérica.

Benítez subraya que, aunque todos los cultivos se ven afectados, una crisis en los granos y cereales como maíz, trigo, cebada, arroz y soya, tendría un impacto mucho más profundo. Estos productos no solo son el sustento principal de poblaciones enteras, como el maíz en México, sino también la base de la alimentación del ganado (cerdos, pollos y vacas).

Por su parte, Braulio Valenzuela, country manager de Cheaf en México, señala que el impacto social también es determinante al analizar los efectos del cambio climático en el sistema alimentario. La menor disponibilidad de alimentos y los precios más altos empujan a las familias más vulnerables a optar por productos más baratos y ultraprocesados, generando un aumento simultáneo de la desnutrición y la obesidad, conocido como la doble carga de la malnutrición.

“La idea de que el cambio climático es algo que ocurrirá en el futuro, como en la película El día después de mañana, es equivocada. La industria alimentaria es la primera que resiente estos cambios, y estos ya están ocurriendo. Hay menos disponibilidad de alimentos frescos y de calidad, como frutas, verduras y legumbres, mientras la producción de ultraprocesados (como las frituras) no se detiene”, agrega Valenzuela.

Productos amenazados

La principal preocupación por el impacto del cambio climático recae en los granos y cereales, por su influencia directa y masiva en la seguridad alimentaria. Sin embargo, la organización Rainforest Alliance advierte que los productores de café, chocolate, té, plátano y aguacate están abandonando sus cultivos ante el aumento de la temperatura, la degradación del suelo y la escasez de agua, recurriendo a otras actividades para subsistir.

“Aunque existen cultivos más sensibles o tecnificados, la agricultura en general es la actividad más afectada por el cambio climático, porque depende por completo de las lluvias, del exceso o falta de calor y de la aparición de plagas y hongos que estos factores abióticos detonan”, explica Benítez.

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La especialista resalta que, para contrarrestar las graves consecuencias a largo plazo, es necesario fortalecer la resiliencia agrícola frente al cambio climático. Esto implica incorporar herramientas tecnológicas que hagan la producción más científica y menos dependiente de los periodos climáticos fijos, de modo que los agricultores puedan adaptarse mejor a condiciones extremas como sequías o lluvias intensas.

La FAO advierte que el aumento de las temperaturas y la redistribución de especies también afectan a los productos del mar, reduciendo las capturas potenciales de numerosas especies tropicales entre 40% y 60% para 2055, y las de peces de latitudes superiores entre 30% y 70%.

La FAO y el Banco Mundial alertan que, si las tendencias actuales continúan, el cambio climático no solo representará una crisis ambiental, sino también una de las principales causas del hambre y la desigualdad económica del siglo XXI.

“El cambio climático pone en riesgo el objetivo de aumentar la producción de alimentos en un 60% para 2050, necesario para alimentar a una población mundial más numerosa y, en general, más rica”, señala la FAO.

Los expertos coinciden en que la transición hacia una agricultura más resiliente es urgente. El uso de tecnologías de riego eficiente, semillas resistentes a la sequía y sistemas de producción sostenibles podría reducir los impactos. Asimismo, los organismos internacionales piden reforzar los fondos de emergencia y promover el comercio justo para proteger a los pequeños productores.

Según la FAO, la respuesta tecnológica abarca desde el desarrollo de nuevos cultivos y el uso de la agricultura digital para la prevención, hasta la aplicación de modelos complejos y la gestión del financiamiento climático, con el fin de implementar soluciones de adaptación y mitigación a nivel nacional y global.

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