La COP30, celebrada en la ciudad amazónica de Belém, marcó un punto de inflexión en la arquitectura climática global, pues pasó de la retórica a la acción concreta, especialmente en salud, justicia climática y financiación. Lo que comenzó como una serie de grandes declaraciones en tierra prometida dejó muestras tangibles de que la adaptación ya no se puede quedar en un ideal, sino que debe pasar a una inversión directa en las personas, sus sistemas vitales y sus economías.
Uno de los momentos más destacables de la cumbre fue el lanzamiento del Plan de Acción en Salud de Belém, la primera hoja internacional centrada exclusivamente en la adaptación del sistema de salud al cambio climático. Brasil presentó esta iniciativa el 13 de noviembre, con apoyo de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y en coordinación con la Alianza para la Acción Transformadora en Clima y Salud (ATACH).