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La COP29, entre tensiones geopolíticas y la urgencia de la acción climática

La reelección de Donald Trump en EU generó incertidumbre sobre el futuro de este país en el Acuerdo de París, complicando aún más las discusiones sobre financiación y reducción de emisiones.
lun 25 noviembre 2024 06:01 AM
La COP29, entre tensiones geopolíticas y la urgencia de la acción climática
La COP29 dejó claro que aún hay mucho por hacer, pero también demostró que el cambio es posible si trabajamos juntos hacia un objetivo común, considera Jessika Slovik.

La COP29, celebrada en Bakú, Azerbaiyán, del 11 al 22 de noviembre de 2024, dejó al descubierto tanto los avances como los grandes desafíos que enfrentamos en la lucha contra el cambio climático. Este encuentro, destinado a definir compromisos climáticos más ambiciosos, estuvo marcado por las tensiones geopolíticas, la ausencia de líderes clave y la complejidad de los acuerdos sobre financiación climática.

Sin embargo, el evento también puso de relieve oportunidades cruciales para que gobiernos, empresas y la sociedad en general adopten un enfoque más decidido y colaborativo en la transición hacia un futuro sostenible.

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Uno de los temas centrales de la cumbre fue la financiación climática, un punto crítico desde que se prometieron los 100,000 millones de dólares anuales para apoyar a los países en desarrollo en su adaptación al cambio climático. Aunque en Bakú se plantearon metas más ambiciosas, las negociaciones fueron arduas y estuvieron empañadas por desacuerdos sobre las responsabilidades de países como China y la falta de claridad respecto al liderazgo de economías clave. Estos desacuerdos no solo frenan la acción climática, sino que también subrayan la desconexión entre las promesas globales y las acciones reales.

La transición energética fue otro de los temas principales. En un contexto donde las energías limpias son más necesarias que nunca, las discusiones giraron en torno a cómo acelerar el abandono de los combustibles fósiles. Sin embargo, los intereses de los países productores de petróleo chocaron con los de aquellas naciones que abogan por una descarbonización más rápida. La falta de consenso evidenció las profundas diferencias entre las prioridades nacionales y la urgencia de establecer compromisos más sólidos que permitan avanzar hacia una transición energética justa y efectiva.

Otro elemento notable fue la ausencia de figuras clave en la COP29, como los líderes de Estados Unidos, Rusia y China, cuya falta de representación afectó la dinámica de las negociaciones. La reelección de Donald Trump en Estados Unidos generó incertidumbre sobre el futuro de este país en el Acuerdo de París, complicando aún más las discusiones sobre financiación y reducción de emisiones. En este contexto, la cumbre reflejó el impacto de las tensiones geopolíticas en el progreso climático y la necesidad de un liderazgo global más consistente.

A pesar de estos desafíos, la COP29 también ofreció una visión esperanzadora. Las discusiones resaltaron el potencial de la colaboración público-privada y el papel central que pueden desempeñar las empresas en la implementación de soluciones climáticas. Mientras los gobiernos luchan por alcanzar acuerdos, el sector privado tiene la capacidad de movilizar capital, innovar y liderar la transición hacia prácticas sostenibles. Este enfoque colaborativo no solo es necesario, sino urgente, para cerrar la brecha entre las metas climáticas y las acciones concretas.

Aquí es donde los criterios ESG (ambientales, sociales y de gobernanza, por sus siglas en inglés) cobran un papel esencial. Incorporar estos estándares en las estrategias empresariales no solo es clave para medir y gestionar los impactos ambientales, sino también para asegurar que las empresas operen con transparencia, equidad y responsabilidad social. Los ESG son, en esencia, una hoja de ruta para construir modelos de negocio resilientes, éticos y alineados con las demandas de un mundo en transición.

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Cumplir con los criterios ESG no solo refuerza el compromiso de las organizaciones con el planeta, sino que también genera beneficios tangibles. Las empresas que integran los ESG están mejor posicionadas para atraer inversiones, fidelizar clientes y gestionar riesgos operativos en un entorno cada vez más complejo. Además, estas prácticas fortalecen la reputación corporativa y promueven una cultura organizacional que prioriza la sostenibilidad como un valor central.

En un mundo donde los riesgos climáticos son cada vez más evidentes, la sostenibilidad empresarial ya no es un lujo, sino una necesidad estratégica. La COP29 nos recordó que el tiempo para actuar es ahora. Las empresas tienen la oportunidad y la responsabilidad de liderar el cambio, adoptando prácticas que no solo mitiguen su impacto ambiental, sino que también impulsen un desarrollo económico inclusivo y responsable.

El futuro del planeta depende de decisiones que se tomen hoy. Invertir en sostenibilidad y adoptar criterios ESG no es solo una forma de responder a la crisis climática, sino también una estrategia para construir un mundo más justo, resiliente y próspero. La COP29 dejó claro que aún hay mucho por hacer, pero también demostró que el cambio es posible si trabajamos juntos hacia un objetivo común.

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Nota del editor: Jessika Slovik es Maestra en Derechos Humanos por la Universidad Iberoamericana. Es Fundadora y Directora de Tolerancia Activa. Ha participado en varios conferencias y artículos informativos sobre sostenibilidad para varios medios en México. Creadora y cofundadora de SPEAK ESG podcast trasmitido en Spotify y You Tube. Síguela en Facebook, Instagram y TikTok como @toleranciactiva y en Linkedin y X como Jessika Slovik. Spotify y You Tube podcast Speak ESG. Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente a la autora.

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